Su diálogo. Rafael Tovar y de Teresa compartió algunas de las percepciones que tiene sobre las condiciones que actualmente vive el país en materia de políticas culturales.
Aun cuando en los últimos años el nombre de Rafael Tovar y de Teresa le resulta familiar a muchos mexicanos por sus dos libros "Paraíso es tu Memoria" y "El Último Brindis de Don Porfirio", el diplomático e historiador mexicano, es una autoridad en temas de administración de bienes y servicios culturales.
Además de haber sido el segundo Presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, director General del Instituto Nacional de Bellas Artes y una extensa carrera diplomática, Tovar y de Teresa es autor de un importante libro que ha sido modelo internacional de políticas culturales "Modernización y política cultural".
→ ¿Ha sido México ejemplo de políticas culturales?
Yo creo que sí. El Siglo XX hizo un gran esfuerzo en definición de política cultural, hay un antecedente muy claro en la vocación cultural del estado mexicano desde el inicio del México independiente, en 1825 el presidente Guadalupe Victoria una de las primeras decisiones que toma es la creación del Museo Nacional.
Con eso qué es lo que quiere hacer, es reivindicar un pasado, reconocerlo y mostrarse orgullosos de él, los vestigios prehispánicos, durante el siglo todo XIX hay medidas para proteger el patrimonio, con Porfirio Díaz se crea el Museo de Arqueología e Historia, y Etnografía, van surgiendo las instituciones.
→ ¿Ha sido continua esa preocupación?
Primero fue una subsecretaría de instrucción pública y Bellas Artes, adscrita al Ministerio de Justicia, pero en 1905 se crea ya como ministerio específico, Educación y Bellas Artes, y de ahí durante el Siglo XX se crearon instituciones que han debido cumplir la tarea de modernización, y administración de los bienes y servicios culturales.
→ ¿Han fallado las políticas culturales?
Yo veo que los que son muy claros, la protección del patrimonio, la difusión y promoción de la cultura, es decir que llegue al mayor número de mexicanos, los estímulos a la creatividad individual y colectiva, etcétera.
Pero yo creo que en los últimos diez años ha habido un cambio radical en los comos, los que son muy claros. Yo creo que han aparecido una serie de herramientas tecnológicas que deben permitir que el acceso a los bienes y servicios culturales de la población mexicana en este momento pueda tener unos indicios sin precedente en la historia.
→ ¿Qué debe cambiar?
Si nosotros seguimos pensando en la promoción cultural en los términos tradicionales de eventos exclusivamente en vivo, la presencia de acervos en las bibliotecas, la Cineteca.
Todo ahora permite la creación de plataformas para cada uno de los temas que yo creo que puede exponenciar enormemente la actividad cultural que el estado lleva a cabo.
→ ¿Debe el estado concentrar la cultura de manera paternalista?
El estado no es, no sólo porque no pueda, sino por razones incluso de vocación cultural, no debe concentrar todo en las instituciones públicas, sino que han surgido una cantidad de organizaciones privadas, organismos de la sociedad civil, patronatos, redes sociales, todo lo que es el lenguaje de esta época, que desean no sólo participar sino ser actores de nuevas formas culturales.
Todo esto es lo que hay que integrar en un gran proyecto cultural, pero que no quiera a partir de nuevas tecnologías ver el pasado, sino verse ahora, no como cuando en el 2010 pensábamos en el Bicentenario, no, sino que el 2010, fuera la plataforma para ver el tricentenario.
El país hacia donde va en los próximos cien años y por ahí pasan los temas educativos y algunas de las grandes rémoras que han impedido que el país pueda desarrollar las capacidades que tiene.
→ hizo usted un gran papel en Conaculta, según dicen los expertos ¿dónde está el quid?
Yo creo que aquí el asunto hay que plantearlo así, cuando yo veo que surgen las inquietudes de que se debe crear una secretaría de cultura, yo me lo plantearía al revés, para mí lo importantes es primero tener un proyecto cultural, con todos estos ingredientes.
Luego un diagnóstico de las herramientas jurídicas que obstaculizan o estimulan cumplir con ese quehacer, una vez que se tenga todo esto, encontrar la forma administrativa para poder organizar el trabajo a la luz del nuevo contexto político y las necesidades sociales que hay en México.
→ Entonces se deben hacer proyectos antes que instituciones.
Lo que he visto yo en los últimos años es que se cree, que creando una secretaría de cultura como con una varita mágica se arreglan los problemas. No, para mí es al revés, primero hay que tener un proyecto, hay que tener un programa muy claro.
→ ¿Programas en base a recursos?
Ahorita las instituciones culturales tienen recursos suficientes. Cuando yo me fui de Conaculta, teníamos alrededor de 4 mil 500 millones de pesos, en este momento tienen 16 mil millones el subsector cultural, entonces yo no creo que sea un problema de recursos.
Tampoco creo que sea un problema de crear nuevas instancias administrativas, lo que hay que hacer es reorganizar todo esto pero sobre la base de un programa muy claro, en el que se defina cuáles son las tareas que se destinan para la institución federal, porque son aquéllas que le dan el designio de Nacional a la cultura, con una proyección internacional.
¿¿En base a identidad?
Pero hay manifestaciones que en las condiciones mismas del país, no sólo se digan en los estados, en los municipios o pequeñas poblaciones, quieren tenerlas porque es su identidad inmediata, entonces hay que reconocer que tan importante la identidad nacional como marco, como las identidades particulares que sumadas todas éstas, son esas culturas de culturas que es México.
¿PERO SI SE REQUIERE UNA MODERNIZACIóN?
Sí. Conaculta debe ser otra cosa, perfecto que se haga otra cosa, Conaculta se debe fortalecer, entonces que se fortalezca, debe haber una especie de gran órgano colegiado que defina garantice y de continuidad a las políticas culturales, entonces sí, pero mientras nosotros no tengamos claro qué es lo que se va hacer.
Y que para eso en las decisiones verdaderamente haya un compromiso, que se tomen sobre la base de indicadores, de parámetros, de presupuestos, no que obedezcan a circunstancias específicas y coyunturales, no vamos a poder tener una verdadera política nacional no en un sentido centralista sino en un sentido de la cultura con vocación nacional.