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Un entrañable ritual

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Dra. Mayela Villarreal Reyes

Quienes se preocupan por un bienestar integral, saben que hay un ritual diario fundamental para la apariencia y la salud: el aseo personal. Dedicarle a ese proceso un tiempo de calidad, te traerá numerosos beneficios.

Y tú ¿cuánto tiempo le dedicas a tu aseo personal? Hay quienes tienen el privilegio de reservarle una hora diaria, incluso más. Otras con un ritmo más acorde a la época actual, es decir más acelerado, le roban minutos al día para destinarlos a un apresurado ritual. Aun así, esa es precisamente la palabra clave: ritual, puesto que las acciones aplicadas a nuestra limpieza son una verdadera ceremonia. Por eso es básico aprender a valorarla. Bastan unos instantes para llevar a cabo el rito del aseo diario con calidad; puedes convertir esos 15, 20 ó 30 minutos en un espacio precioso para tu bienestar.

Al hablar de limpieza personal no nos referimos al maquillaje, ni al perfume o loción, ni a escoger peinado, atuendo o calzado. La higiene se define como un “conjunto de conocimientos y técnicas que se aplican para controlar los factores que pueden afectar la salud”. Es decir, en un sentido amplio de la palabra, la higiene abarca no nada más el aseo corporal sino el del espacio en que vivimos y también la medicina preventiva. Pero usualmente al hablar de limpieza personal, nos centramos en la pulcritud de cabello, orificios nasales, oídos, dientes, área genital y por supuesto la piel.

El tiempo que cada uno puede dedicarle a su higiene varía. Pero el punto es rendirlo al máximo, dándonos cuenta de lo que estamos haciendo; sólo así podremos beneficiarnos totalmente de esos pocos o muchos minutos, tomarlos como una oportunidad para además de enjabonarnos, explorarnos a conciencia y notar en qué condiciones está nuestro cuerpo.

DURANTE EL BAÑO

La hora del baño es el momento perfecto para examinarnos a detalle. Tanto los hombres como las mujeres pueden revisar su cabello frente al espejo, antes de entrar a la ducha y luego ya en ésta percibir su textura al lavarlo, notar si hay resequedad, si se cae en demasía, si hay cambios en la coloración. Cuando se nota maltratado, hay que comentarlo con algún especialista a fin de determinar si es por falta de algún nutriente, mal uso de secadoras, planchas o tintes, o como consecuencia de una enfermedad sistémica. También mientras desenredas tu cabello recién lavado, puedes apreciar si las puntas están dañadas.

Tallar las piernas es una ocasión excelente para ver si hay várices, cambios en el color de la piel (que nos pueden hablar de problemas circulatorio) o manchas, y en su caso comentarlas con el médico. También para inspeccionar el tamaño de las uñas de manos y pies, aprovechar la humedad del baño para darles una buena limpieza, y cuidar que no estén muy largas, enterradas o con hongos (recuerda que es recomendable utilizar sandalias para bañarte).

Al ir pasando la esponja y el jabón por tu cuerpo tienes una magnífica oportunidad para autoexplorarte. Observar por ejemplo si aparece algún lunar que no estaba antes, o si uno que tenías de nacimiento cambia de forma o tamaño; de ser así, consulta cuanto antes a un especialista. Las mujeres deben palpar sus mamas para detectar si hay algún abultamiento, así como vigilar el aspecto de sus genitales externos. Los hombres deben ponerse atentos a la posible aparición de una tumoración en sus testículos o pene, buscar variaciones de color, fluidos o cualquier anomalía. Recuerda que la higiene es la parte de las ciencias médicas que tiene como objeto la conservación de la salud y la prevención metódica de las enfermedades.

La tarea de observar y tocar todo el cuerpo no requiere tiempo adicional al que ya reservas para tu ritual de aseo. Basta con hacerlo de forma consciente, diciéndote a ti mismo “estoy lavando mi cabello, mi espalda, mis piernas, mis brazos”, tener presente que es tu ‘maquinaria’ la que limpias, no una pared. Esto además de permitirte descubrir cualquier cambio, sino que contribuirá a hacerte sentir bien, cuidado por ti mismo, y te ayudará a deshacerte de las tensiones que acumulas día a día.

MOMENTOS VALIOSOS

No sólo el baño diario es parte de la higiene personal. Hay más acciones que contribuyen tanto a que estés limpio como a tener la posibilidad de revisarte.

Una de ellas es el aseo bucal. Al lavarte los dientes, escruta tus encías y dentadura. Fíjate bien para que veas si hay caries, sangrado, inflamación u otra irregularidad. En caso de detectar algo inusual, programa una cita con el dentista. Hay quienes consideran normal que sus encías estén hinchadas o que sangren, porque les pasa muy seguido, pero sin duda son síntomas de una enfermedad y por lo tanto son tratables. Recuerda que la limpieza dental debe realizarse después de ingerir alimentos. Por cierto que al pararte frente al espejo para hacerlo, puedes aprovechar la ocasión para ver si tus labios están resecos y necesitan alguna crema humectante, y también cómo lucen tus ojos: si se ven bien, hinchados u ojerosos.

El lavado de manos antes de comer y después de ir al baño, es también básico en la higiene y un momento más para observar el tamaño de tus uñas, y la textura de tu piel.

POR IMAGEN, POR SALUD

A la hora de asearte, aprende a cambiar el “no tengo tiempo” por el “exprimo al máximo el tiempo que tengo”. Así no sólo proyectarás una imagen pulcra, sino que contribuirás a tu salud, pues la inspección de tu cuerpo es una parte esencial de la prevención. Quítate los tabúes, deshazte de la flojera, conócete, cuídate y en caso de encontrar cualquier cambio, acude de inmediato al especialista que corresponda.

Correo-e: dramayela@hotmail.com

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