Se cumplieron todas las profecías: reaparecieron los políticos cercanos a Carlos Salinas de Gortari; el grupo Atlacomulco se apoderó del gabinete presidencial; y, a pesar de todas las negativas, los responsables del equipo de transición están en los principales puestos del gabinete de Enrique Peña Nieto. Nuevamente a gobernar con amigos y gente de confianza, sin importar su experiencia y competencias para ocupar el puesto que se les asignó.
La única sorpresa, aunque no excepción a las reglas antes mencionadas, es la llegada del Dr. Manuel Mondragón y Kalb, como encargado de la Secretaría de Seguridad Pública. Mondragón, fue uno de los miembros del gabinete que anunció durante la campaña presidencial Andrés Manuel López Obrador y era, hasta el viernes, titular de dicha dependencia en el Gobierno del Distrito Federal. Pero no hay que olvidar que el ahora responsable de la seguridad pública a nivel nacional, en sus inicios en la vida política fue subsecretario Forestal y de la Fauna Silvestre en 1990, en la entonces Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos, durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari y cuando el titular de la dependencia era Carlos Hank González. Así que Mondragón, cumple dos de las reglas: cercano a CSG y al grupo Atlacomulco, aunque hay que reconocer que el sí tiene experiencia y competencias demostradas en la materia cuya responsabilidad le asignan.
Entre las designaciones que llaman la atención por la nula experiencia de sus titulares en las materias, hay que empezar por la designación de José Antonio Meade, como secretario de Relaciones Exteriores, y cuya trayectoria académica y profesional está claramente vinculada a los asuntos económicos y más claramente a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, de la cual era hasta el viernes titular, donde precisamente se decía que podía repetir, sin embargo, había que dejar el cargo para abrirle paso a Luis Videgaray, uno de los más cercanos colaboradores de Peña.
Otras que vale la pena destacar por la misma razón son las designaciones de Pedro Joaquín Coldwell, en la Secretaría de Energía; Enrique Martínez y Martínez, en la Secretaría de Agricultura; Jorge Carlos Ramírez Marín, en la Secretaría de Desarrollo Agrario; y Claudia Ruiz Massieu, en la de Turismo. Había que recompensar el apoyo de todos ellos en la campaña y, en su momento, la cercanía del ex gobernador de Coahuila, quien fue uno de los impulsores del Tucom (Todos Unidos contra Madrazo) y delegado del PRI en el Estado de México, donde estrechó su amistad con el hoy presidente. Así en todos estos casos lo importante era buscarles un acomodo en el gabinete, sin importar que fuese una materia que dominen o en la que realmente puedan aportar el país.
En un segundo nivel, porque su conocimiento es muy limitado, se encuentran Gerardo Ruiz Esparza, en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, quien fue secretario de Comunicaciones en el Gobierno del Estado de México, donde obviamente los asuntos a atender nada tienen que ver con lo que enfrentará a nivel federal, donde el principal tema es el de las telecomunicaciones, que está ausente en la instancia estatal; Emilio Chuayfett, en Educación Pública, quien también ocupó dicho puesto en el Estado de México, durante el gobierno de Alfredo del Mazo; Alfonso Navarrete Prida, en Trabajo y Previsión Social, experto en temas penales, pero que ante la imposibilidad de designarlo en la Procuraduría, ya que el compromiso ya estaba hecho con Jesús Murillo Karam, le encontraron esta posición y cuyo único contacto con el tema fue cuando en la pasada legislatura formó parte de la comisión legislativa respectiva en la Cámara de Diputados; y Emilio Lozoya Austin, como Director Petróleos Mexicanos, que tampoco tiene nada de experiencia en materia energética, salvo que piensen que las competencias y conocimientos se transmiten genéticamente, pues su padre fue secretario de Energía en el gobierno de CSG.
Un caso aparte es el de José Antonio González, director del Instituto Mexicano del Seguro Social, pues su experiencia es en el ámbito de pensiones y jubilaciones y participó en la reforma del ISSSTE, por lo cual es evidente que su gestión se dirigirá más a resolver los problemas económicos y financieros de la institución que a mejorar la prestación de los servicios de salud o a mejorarlos.
El resto, en general, más allá de su procedencia, tiene experiencia previa en los temas en los que colaboraran. Es obvio que en las tres principales posiciones, Gobernación, Hacienda y Procuración de Justicia, pone a gente de su absoluta confianza. Así asegura el manejo de la política, la economía y la seguridad (desde Gobernación y la PGR), precisamente los tres ámbitos donde los gobiernos panistas nunca tomaron el poder. En el primero, por la incapacidad de nombrar titulares que estuvieran a la altura de sus responsabilidades; pero en economía, porque realmente el único momento en el que tuvieron el control de Hacienda, fue durante los dos años que estuvo al frente Ernesto Cordero, pues durante los otros 10, como hoy evidencia el movimiento de Meade, siempre estuvo ocupado por tricolores; y en Seguridad y Procuraduría, por una mezcla de factores (malas designaciones, errores de los titulares, cercanos al priismo, etc.), que les impidieron tener los hilos de su manejo.
Así Peña Nieto también apuesta a la gente de su confianza, pero, salvo algunos casos, también a la experiencia en la vida política nacional (aunque todos de la generación de los tecnócratas) y, en puestos clave, al conocimiento de los temas. Habrá que ver cómo se desempeñan.