Aún no me explico cómo hay personas en este mundo que se imponen como principal tarea la de denostar a sus semejantes. No pueden ver la prosperidad de un individuo cuando la envidia por su buena fortuna les hace encontrar la manera de deturparlo, creando en la sociedad un sentimiento de animadversión en su contra. Si dijera que a alguien la suerte le ha dado la espalda ni quien se preocupara en averiguar qué fue lo que sucedió ni nadie lo lamentaría, ni a ninguno le importaría. Pero es suficiente que los hados del destino envuelvan con un manto cuajado de diamantes a una persona o encuentre ésta un filón de oro siendo un humilde gambusino que solitario vaga por la montaña, para que nazca la cizaña en los hombres. A la par surgirán los celos, el rencor, la tirria, ¿porqué él y nosotros no? o ¿de qué artes diabólicas se valió?, nos llegamos a preguntar. Y si se dedica a la política, de inmediato lo tachamos de ladrón de los fondos públicos o de hacer negocios sucios aprovechando un puesto público o de extorsionar con dádivas a quienes tramitan algún asunto en las oficinas a su cargo o de hacer negocios sucios amparado en un cargo que maneja dineros de los contribuyentes o también ha comprado bienes raíces o lleva una vida dispendiosa luego de ocupar un cargo en el gobierno, que obviamente no corresponde a sus declaraciones patrimoniales de cuando entró y cuando dejó el puesto público.
Con base en lo anterior, debo decir, tal cosa le pasó a Carlos Romero Deschamps, líder nacional del sindicato petrolero, a quien el mes de mayo de 2008, la prensa le atribuyó tener gustos de potentado (Potentado: cualquier monarca, príncipe o persona poderosa y opulenta) por traer en su muñeca un reloj de oro de 18 kilates cuando descendía del avión que lo trajo de Las Vegas en cuyos casas de juego estuvo del primero al cuatro de mayo.Luego para darle mayor importancia a la nota periodística se especifica que su costo en pesos podría ser de millones, sólo para ricos, ricos, ricos, tratando de ser sensacionalista, haciendo la comparación con lo que gana un trabajador de esa parestatal señalando que para comprar ese artefacto tendría que trabajar siete años guardando íntegro su sueldo. Yo lo que me pregunto es para qué querrían un reloj tan caro si para saber qué hora les basta con uno chafa de imitación. Luego la nota agrega un comentario del perredista Alejandro Sánchez afirmando que Romero es un ejemplo vivo de líder charro, (que sirve al patrón no al trabajador) agregando que al PRI no le interesa limpiar sus corruptelas. ¡Qué hallazgo¡, ¿qué otra cosa puede opinar el miembro de un partido opositor en este o cualquier otro país? La verdad no vemos la razón del escándalo. ¿Su costo? apenas entre 40 mil y 200 mil dólares. ¡Bah! tanto ruido por una bagatela. Las cuotas sindicales dan para eso y para más. Además, cabe señalar, que se dice fue un regalo de los trabajadores afiliados al sindicato.
Luego el acabose, de dónde sacan que una respetable dama, hijita de Carlos Romero Deschamps, no tenga el suficiente dinero para sufragar viajes alrededor del mundo, en aviones privados o comerciales, paseos en yates, hospedándose con sus tres perros en los mejores hoteles, comiendo en los mejores restaurantes, descorchando las mejores botellas de vino (los Vega Sicilia de botellas de no menos de 10 mil pesos cada una y comprando en los salones VIP (Very Important People) de famosas cadenas de diseñadores, preguntándose en el colmo de la inocencia ¿de dónde sale todo el dinero para sustentar este estilo de vida similar al de un jeque? Dicen que por sí sola no puede pagarse semejante nivel de vida pues que su ingreso se reduce a 24 mil 633 pesos al mes. A estos señores les fascina levantar ¡falsos testimonios! (¿estaban en el lugar o están hablando al tanteo?)
Dicen eso, yo no les creo y si lo escribo es porque me veo en el trance de hacerlo para aclarar que no fui invitado al periplo, obvio ni a las comilonas y menos a degustar los tan selectos vinos, (a lo más que ha escanciado mi gaznate ha sido -no me da pena reconocerlo- a la cerveza de barril y los caldillos de camarones que servían en la cantina La Sevillana).
Estoy seguro que los asombrados lectores que leen esta columna no salen de su perplejidad, pues no logran comprender cómo es que se enderezan acusaciones tan graves contra el líder petrolero. Que su hija Paulina se pasee por ciudades del viejo mundo no implica que necesariamente sea el líder de los trabajadores de la paraestatal quien cubra los gastos y suponiendo que el dinero provenga de ingresos espurios producto de negocios ilícitos no está legalmente demostrado. Que protagonizó el desvío de mil 500 millones de la paraestatal a la campaña presidencial en el proceso electoral de año 2000, no veo averiguación penal ni administrativa presentadas ante los tribunales, donde el único castigado fue el aspirante priista Francisco Labastida al perder la oportunidad de ocupar la Presidencia de la República. Según un reportaje del periódico Reforma, Paulina presume sus lujos junto a fotos de sus viajes en su página de Facebook. Una demostración de su inocencia, pues si se tratara de dinero proveniente de actividades no lícitas, se guardaría de hacer públicos, con gran cinismo, sus desvaríos. En fin, Dios no castiga el pecado sino el escándalo.