Fidel Ortiz Tovar, así como los integrantes de los equipos de basquetbol y polo, ganadores de medallas de bronce en los juegos de 1936, celebrados en Berlín, quedaron asombrados y extasiados con lo que vivieron en Alemania, empezando con la ceremonia de inauguración.
Al centro del balcón central de estadio, la figura imponente de Hitler, quien finalmente había logrado sus objetivos llevando a Alemania los juegos. Para ello recurrió a una gran campaña, numerosos recursos y finalmente consiguió su objetivo
Es que el Fuhrer había realizado campañas que captaron la simpatía de dignatarios extranjeros que empezaron a visitar al país quedando gratamente impresionados. Quedaba la interrogante de cómo se comportaría Hitler ante figuras como Jesse Owens el atleta afroamericano y presumiblemente ganador.
A todos engañó porque hubo una pausa en la forma en que el dictador trataba a los judíos y a sus enemigos. Fue tan impresionante lo que mostró a visitantes que acudían de todas partes, que Hitler logró al fin su objetivo.
Incluso el problema que representaría atender o saludar a atletas de razas para él inferiores, aparte de los judíos, lo resolvió a su estilo, retirándose antes de la premiación como lo hizo en el caso del atleta norteamericano Jesse Owens, ganador de 4 medallas de oro.
Era tanto el derroche de recursos y atenciones que el día de la inauguración, al presentarse los deportistas de diferentes naciones, hacían el famoso saludo hitleriano, lo que tenía lleno de felicidad al nuevo dictador.
Mruelas@elsiglodetorreon.com.mx