En 1932 los Juegos volvieron a Estados Unidos, siendo la ciudad de Los Ángeles, California, la anfitriona, que ya ganaba fama como la productora de películas que se distribuían por todo el mundo, incluso figuras como Chaplin y Gary Cooper asistieron.
Los altos costos que tenía cruzar el mar impidieron que algunos países enviaran representantes, por lo que el país anfitrión participó con numerosa delegación. La primera mujer que brilló en unos juegos fue Mildred Didrikson, ganadora de tres oros en atletismo.
En 1936, Alemania, gracias a las gestiones y la astucia de Adolfo Hitler, pudo al fin celebrar los Juegos Olímpicos, cancelados antes por el entallamiento de la Primera Guerra Mundial, y por poco le es retirada la sede a Alemania al soplar vientos encontrados en Europa.
Pero Hitler se salió con la suya y gastando muchos millones logró que la sede fuera Berlín. Pero su deseo de tener los mejores Juegos, donde predominara el dominio ario, se lo echó a perder un atleta de color llamado Jesse Owens, ganador de cuatro medallas de oro.
Fue tal el enojo del Fuhrer, que enfurecido salió del recinto donde se premiaba a los triunfadores. Los siguientes Juegos serían hasta 1948, debido al estallido de la Segunda Guerra Mundial, de ellos hablaremos en la próxima.
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