Buenos recuerdos deja Daniel Emmanuel Ludueña en la región lagunera a donde llegó hace cinco años, en tiempos muy difíciles, cuando Santos Laguna estaba amenazado por el descenso y fue de los pilares sólidos e importantes que ayudaron en la salvación.
Después se convertiría en pieza clave en la conquista de dos campeonatos, con sus jugadas inteligentes, sus pases y sus goles. Se enamoró viviendo aquí más de nuestro país a grado tal que luchó y consiguió la nacionalidad mexicana.
Por la forma en que ha estado jugando últimamente, pensamos que podría tener llamado para la Selección Mexicana, dada su capacidad y juventud pues apenas anda en los 30 años de edad y es mucho más joven que otros del Tri, como Antonio Naelson, que tiene más años.
Hombre de trato amable y sencillo, "El Hachita" siempre está disponible con los medios, a diferencia de otros autoconsiderados estrellas, con quienes se necesita hacer cita y esperar respuesta. Agradecemos las atenciones que ha tenido con nosotros este jugador.
De Christian Suárez, que también se va, poco hay que decir, llegó jugó bien por un tiempo y luego, como lo estuvimos comentando, se perdió en la cancha, llegan en lugar de ambos Mauro Cejas y Néstor Calderón, con buenas recomendaciones que tendrán que mejorar mucho aquí.
Cada vez que llegan a su final esos medios torneos que fueron bautizados torneos "cortos", me entra la nostalgia de cuando el campeón del futbol mexicano era el triunfador luego de jugar treinta y tantos partidos, la mitad como local la otra mitad como visitante. Es para mí la única forma clásica y deportiva de definir al mejor de un torneo.
Me parece justa la denominación de "liguilla" lo que se juega al final de un medio torneo (según la Real Academia, la terminación "illa" significa lo mediocre, lo sin importancia). Hace ya cuatro décadas (al final del torneo 1971-72 que los jerarcas de nuestro futbol encontraron como única solución al arte de ganar dinero, dividir primero a los equipos en dos grupos y enfrentar a los ganadores de cada grupo por el título; luego empezaron a agregarse "colados" y finalmente desembocaron en que los ocho mejores (?) sigan jugando a visita recíproca una "liguilla" con eliminación directa para decidir al campeón.
Pero desde el principio (Invierno 1972) se vio lo antideportivo del sistema: Cruz Azul (51 puntos) y América (48) ganaron el Grupo Uno; y Monterrey (40) y Guadalajara (39), el Grupo Dos. Vale decir que aquella vez al menos Cruz Azul refrendó su superioridad mostrada en el torneo, ganando la liguilla y ratificando ser el mejor, pero desde entonces casi el 75% de los casos, el ganador de la liguilla NO ha sido el ganador del torneo regular.
Seguir las liguillas celebradas desde 1972 es una maratón de cambios, sistemas y decisiones antideportivas. Todos esos cambios fueron resultado de decisiones tomadas "sobre las rodillas", sin ningún aval matemático o científico que las justificara. Es tan injusto el sistema que la mayor parte de las veces los equipos dirigidos por algunos entrenadores "chambistas" se limitan a calcular el mínimo de puntos requeridos para calificar a la liguilla, y planean los partidos con ese objetivo. El público que paga rara vez queda satisfecho con los últimos juegos de algunos equipos que "amarraron" su pase a la liguilla tres o cuatro partidos antes del final del torneo regular. Y por ello, casi siempre el campeón NO es el que terminó el torneo regular con más puntos que los demás.
Así como ocurrió en el torneo que está terminando, un equipo respaldado por empresas expertas en juegos de azar, y otro que regresó luego de mucho tiempo ausente, pudieron colarse a la liguilla. En cambio un equipo (América) que jugó al vaivén de mediocridad que lo ha caracterizado últimamente, metió el acelerador cuando vio que podía colarse a la liguilla, y jugadores y entrenador mostraron que el torneo regular no es tan importante como al "torneito" final.
Es posible que algunos de mis jóvenes lectores, esos que han vivido el futbol mexicano, sólo desde que la Liga sepultó el torneo a dos vueltas y con visita recíproca (todos contra todos), vean como natural ese remedo de torneo que para ellos apenas adquiere importancia con la "liguilla". Quiero recordarles que si nuestro sistema tuviera sentido y valor deportivo ya lo habrían adoptado las ligas principales del mundo, como las europeas y asiáticas, y algunas de Sud-américa. En ellas se juegan dos vueltas con visita recíproca y no hay liguilla que se requiera para definir al verdadero campeón, que probó su supremacía jugando un calendario completo, a dos vueltas, igual número de puntos a ganar como local y como visitante.
Les puedo asegurar que el aspecto económico no ha beneficiado realmente a ningún club, solamente a las empresas "patrocinadoras", a quienes les da lo mismo el sistema, siempre y cuando incluya el permiso de anunciar sus productos por radio, televisión y en los estadios. !Ah, y en el uniforme de los jugadores!
(¿Recibirán todos los jugadores comisión por portar el anuncio?).
Termino aclarando que no soy enemigo de la comercialización sino del abuso de la buena fe de jugadores y aficionados. Todo lo que mejore un espectáculo, servido con inteligencia y raciocinio, dando comodidades y respetando a quienes mantienen vivo el futbol profesional, como son jugadores y público, recibirá el aplauso de los aficionados. Sé que las comparaciones son odiosas (pero muy divertidas), por eso basta comparar cómo se respeta y se busca la aceptación de medios y aficionados en el deporte profesional de los Estados Unidos, y compararlo con lo que ocurre con nuestro futbol. No en balde en ese país, todos, público, prensa y propietarios de equipos están felices con la forma democrática como se manejan todos los torneos amateurs y profesionales del beisbol, basquetbol, futbol americano, donde todo está enfocado a buscar la satisfacción de medios y público.
¿Ocurrirá algo parecido algún día con nuestras "flamantes" ligas profesionales de futbol? Espero que así será.
Mruelas@elsiglodetorreon.com.mx