Después de inhalar y una vez pasada la vaporización, enrojece los ojos, acelera el ritmo cardiaco, reseca la boca y finalmente después de los efectos somáticos inmediatos, hambre voraz acompañada de somnolencia y finalmente analgesia moderada. Efectos ampliamente conocidos a lo largo de la historia, desde su descubrimiento según datos arqueológicos en el tercer milenio antes de Cristo; hablamos claramente de la droga más popular del mundo y más consumida según la Organización Mundial de la Salud, ni más ni menos que la marihuana, conocida también por su nombre científico: "Cannabis Sativa", tema controversial que resurge a partir de la nota del pasado 7 de noviembre anunciándose que ahora es legal su uso recreativo en los estados norteamericanos de Colorado y Washington, además de otros estados que autorizan legalmente su uso médico, todo esto derivado de la propuesta 64.
Históricamente la marihuana ha sido usada como moneda de cambio, amuleto y fármaco, según historiadores George Washington y Thomas Jefferson la cultivaban en sus granjas, la propia declaración de independencia del vecino norteño se hizo en papel de cannabis en 1776. Hasta su prohibición paulatina desde 1915, por los efectos nocivos que causaba a la salud pública su uso desmedido (en particular negros y mexicanos que residían en los Estados Unidos), esa hierba ha producido una cultura paralela dada por su uso, prohibición y simbolismo sociocultural en la Unión Americana y en el mundo entero, sencillamente es de recordar que el nombre mariguana o marihuana (los dos correctos), se escuchó por vez primera al ser creado por hombres de Pancho Villa.
Actualmente puede percibirse un fenómeno social a lo largo del mundo occidental parecido al que se vivió en los treinta con el consumo de alcohol, simplemente es necesario considerar en la actualidad (exactamente desde el 14 de noviembre) el estudio legislativo de una iniciativa de ley que aprueba y regula la producción, distribución y consumo de la cannabis en Uruguay, permitiendo clubes de consumo además de la creación del Instituto Nacional de la Cannabis y todo un sistema comercial alrededor de este estupefaciente, todo regulado y autorizado por el Estado. A su vez en España desde noviembre de 2006 es legal el consumo privado, no así el comercio y venta con fines de lucro, lo cual permite cultivo para uso personal, existiendo actualmente clubes de socios consumidores, que para integrarse impone únicamente ser consumidor con antelación, por lo que está hoy en día en análisis la posibilidad de beneficiar al mercado interno con la aprobación de su comercialización al considerar los réditos que esto traería a su economía nacional.
Regresando al caso norteamericano, a partir de 1978 comenzó un proceso hasta ahora vigente al aprobarse en Nuevo México el uso de la marihuana con fines médicos, autorizando su uso sólo con esos fines al penalizar cualquier otra disposición o posesión, posteriormente la proposición 215 que autorizó su uso medicinal en California en 1996, causó un gran impacto mediático, que ha sufrido alteraciones hasta la actualidad, autorizando su uso controlado para consumidores habituales, esto en base a que es uno de los estados donde más se consume, así como más dividendos provee a su económica interna. Según datos del Departamento de Economía estadounidense y expertos en la materia, el valor de ingreso anual en Estados Unidos proveniente de la marihuana oscila entre los quince y treinta y seis mil millones de dólares, siendo más lucrativa que el trigo y maíz juntos, esto tiene lógica debido a la tendencia anti prohibicionista ya que de acuerdo con la oficina de políticas antidrogas de aquel país, el 10 % de los estadounidenses adultos la consume regularmente, esto sin considerar la dimensión en la que los estudiantes universitarios la consumen, la cual se da en dos de cada tres, cifra mayor que el propio tabaco.
Lo anterior aunado a las manifestaciones a lo largo y ancho del país en las que se exige su descriminalización, lo que se ha visto acentuado en este milenio, acontecimientos que resultan ser lógicos, ya que el movimiento hippie, la liberación sexual y el movimiento de los beat en los sesenta y parte de los setenta formó una generación de adictos a este estupefaciente natural, esta pugna se da aun sin si quiera considerar los beneficios que pudiera traer al frenar el narcotráfico y la violencia que le acompaña al ser prohibida.
En cuanto a nuestro país, según la encuesta juvenil sobre adicciones en la ciudad de México realizada por la UNAM, siete de cada diez adolescentes rechazan su legalización, postura totalmente contraria a la de los expresidentes César Gaviria, de Colombia; Fernando Cardoso, de Brasil y Ernesto Zedillo, de México, que han señalado en numerosas ocasiones la conveniencia de encontrar algún tipo de esquema de regulación para las drogas, para reducir el poder del crimen organizado, aunado esto a que según el Instituto de investigación mexicano, los cárteles mexicanos perderán hasta un 30 % de sus ingresos por la exportación del narcótico, lo cual muestra resultados inmediatos y concisos.
Por lo que en conclusión podemos inferir que el cambio de políticas publicas respecto a la marihuana puede cambiar positivamente el entorno en cuanto al cambio de paradigma. ¿En costo beneficio que seria lo más prudente?, regular y autorizar un producto que de por sí se consume o permitir que la prohibición e ilegalidad germine más delincuencia, la respuesta esta aún en debate.