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Un palacio para los gatos

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Un palacio para los gatos

Un palacio para los gatos

Alfonso Nava

Con un acervo más que respetable, el KattenKabinet alberga piezas artísticas relacionadas con los gatos y destaca su papel en la historia artística y cultural del hombre. La peculiaridad de este museo lo ha convertido en uno de los más visitados en Amsterdam.

Una vasta animalia recubre la historia cultural y antropológica del hombre. En La Metamorfosis de Ovidio vemos cómo la forma animal es la favorita de los dioses griegos para mezclarse entre los mortales; la serpiente estará siempre asociada a la metamorfosis satánica, el gallo con las anunciaciones del alba y la traición, el burro con el habla que viene por inspiración divina. Los fabulistas franceses hacen del zoológico un conjunto de buenos valores. Pero quizá no hay animal que se le compare al gato en cuanto a presencia protagónica en el arte y la cultura. Entre los egipcios aparece dotado de connotaciones místicas e incluso algunas diosas fueron representadas con cabezas de gato. En la Edad Media se les creía parientes de las brujas, y los budistas los tienen considerados como defensores de templos y palacios.

Se ha calculado que hace casi 10 siglos se domesticó a esta especie, lo cual la ubicaría como una de las más cercanas al hombre, en un camino de evolución y tránsito histórico compartido. En esa ancianidad se da por hecho que la mirada de los mininos, tan significativamente cargada de sentido, alberga varias de las verdades trascendentales del mundo. Un animal que lo ha contemplado todo desde las alturas a las que llega, en sus escapadas nocturnas, en sus fugas prolongadas. Un cliché que se cumple con obstinación ubica a los gatos como compañeros de elección para intelectuales y artistas; durante años, entre estos se ha dado una historia de correspondencias emocionales que han devenido en una larga tradición de apariciones felinas en las artes gráficas, la literatura y otras formas de expresión creativa. Precisamente a esta correspondencia se dedica el KattenKabinet, un singular museo ubicado en Amsterdam.

EN MEMORIA DE MORGAN

El KattenKabinet se encuentra ubicado en el número 497 de la calle Herengracht, en una casona antigua. Tras cinco años de restauración del inmueble, el museo fue fundado en 1990 por Bob Meijer, un aficionado de los gatos y devoto de su propia mascota: un minino rojo de nombre John Pierpont Morgan. Hablamos de devoción porque eso define el tamaño de la relación entre Meijer y J. P. Morgan. Para cada cumpleaños, por ejemplo, Morgan era obsequiado con una escultura, una pintura o algún otro regalo excéntrico y desde luego costoso, donde además él era modelo.

Así, a la muerte del felino, Meijer instituyó el museo para honrar su memoria. El acervo se constituyó inicialmente con los regalos que le había realizado a Morgan, pero poco a poco fue creciendo con adquisiciones del mismo dueño y donaciones de terceros. Hoy por hoy, el KattenKabinet posee una colección bastante respetable que presenta creaciones de autores como Picasso, Rembrandt y Hellen Frink, entre otras firmas de indudable prestigio en el arte contemporáneo.

El museo también exhibe lienzos de Sal Meijer (1877-1965), pintor y cortador de diamantes, a quien se le conoce como “el Rafael de los gatos”, además de ser pariente directo del creador del KattenKabinet.

Año con año, el recinto atrae un considerable volumen de los viajeros que se dirigen a la capital holandesa para hacer turismo cultural, a pesar de que compite por la atención de los visitantes con el Museo Van Gogh, el Museo Casa de Rembrandt, la Casa de Anna Frank, y el Rijksmuseum (Museo Nacional de Amsterdam), entre otros.

POSES FELINAS

El inmueble ocupado por el KattenKabinet data del siglo XVII. Ha sufrido diversas modificaciones en la fachada original. La última data de 1985, año en que Meijer adquirió la vivienda para iniciar el proyecto del museo. Aunque es poco lo que se conserva del edificio original en los exteriores, por dentro el tiempo se ha detenido. La decoración y disposición del mobiliario se corresponde con la época de esplendor de la construcción. De este modo, el lugar está dividido según las habitaciones que componen la residencia: Sala principal, Sala de baile, Sala de música, Sala Mechel y Biblioteca. La recreación de tal esplendor también pretende jugar con la idea de sofisticación y elegancia que acompaña a los gatos.

Si se recorre el recinto, puede apreciarse que la Sala de música está dedicada exclusivamente a presentar una colección de óleos realizados en el siglo XIX, por ejemplo los de Sal Meijer, Henriëtte Ronner-Knip y Théophile Steinlen. La Sala Mechel muestra todas las piezas en las que aparece J. P. Morgan como modelo e inspiración.

El resto del acervo está distribuido en las demás habitaciones, junto a otros objetos como grabados para exlibris, esculturas y carteles. En este último rubro destacan reproducciones de aquellos realizados por el pintor francés Toulouse-Lautrec y del célebre póster La tournée du Chat Noir avec Rodolphe Salis (1896) de Théophile Steinlen.

La museografía resalta porque el espectador no experimenta la sensación de estar en un museo sino justamente en una casa de otra época, donde las piezas, si bien dispuestas para su contemplación, lucen a simple vista como parte de la ornamentación natural. Es decir, la primera experiencia del visitante es que ha sido invitado a conocer una antigua vivienda, propiedad de una manada de gatos.

La biblioteca merece mención aparte. Los libros reunidos en ella se dedican también a la literatura felina y está decorada con fotografías en los que diversos creadores, particularmente escritores, aparecen con sus fieles y acompañantes. Quizá las imágenes más importantes son un original de Steve Shapiro en la que aparece el estadounidense Truman Capote con su gato, y una de J. P. Morgan retratado por el célebre fotógrafo Ansel Sandberg.

MININOS EN AUMENTO

El repertorio pictórico, fotográfico y literario continúa en crecimiento gracias a los esfuerzos de Bob Meijer y de otros entusiastas de los mininos que donan piezas invaluables. De tal modo, el KattenKabinet (cuya traducción literal sería ‘gabinete de los gatos’) se ha consagrado como un auténtico templo, aunque hogareño y confortable, para la veneración de los felinos. En el lugar se manifiestan tanto el aliento místico que los antiguos encontraron en este animal, como esa idea de vigía, de centinela, que algunas religiones de Oriente fijaron en ellos. Todo esto en un ambiente de distinción y refinamiento que quizá constituiría el modelo de residencia que hubiese habitado el pintor polaco Balthasar Klossowsky, Balthus, el llamado ‘rey de los gatos’... desafortunadamente en el KattenKabinet no hay cuadros suyos.

Correo-e: ziggynsane@gmail.com

ANEXO 1:

ACERVO DESTACADO

-Gato sobre fondo rojo (c. 1907), Nicholas Tarkhoff

-El gato (1942), Pablo Picasso

-Gato caminando (1989), Niels Hamel

-Gato número 11(1989), Joze Ciuha

-La voz de la sangre (c. 1850-1900), Harry Eliot

-Sin título (1987), Helen Frink

-Sybilla 1 (1970), Sonja Dwinger

-El gato brujo de Okaba (c. 1850), Utagawa Kuniyoshi

-Ploe (1976), Carel Willink

-Probándose un sombrero (1975), Leonore Fini

PARA VISITAR:

-Página web: www.kattenkabinet.nl

-Correo-e: info@kattenkabinet.nl

-Facebook: Facebook.com/CatCabinet

-Domicilio: Herengracht 497 1017 BT Amsterdam

-Teléfono: (31) 206269040

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