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Un primer año de gobierno y Coahuila no sonríe

Periférico

LUIS GUILLERMO HERNÁNDEZ ARANDA

Miguel Ángel es el nombre del joven de secundaria que el 28 de septiembre le reclamó a Rubén Moreira, gobernador de Coahuila, la deuda que tiene el estado. El joven gritaba que regresaran el dinero que se habían llevado, el gobernador se acercó y le preguntó su nombre para platicar con él, a lo que el estudiante se negó.

Recuerdo esta anécdota porque Miguel Ángel representa el sentir de muchos coahuilenses. El enojo provocado por una deuda cuyos beneficios no se palpan y por el contrario, tiene estranguladas las finanzas del estado convirtiéndose en una pesada losa para el gobernador Rubén Moreira.

En este primer año de gobierno el gobernador ha tenido que sortear muchos reclamos: sociales, políticos, económicos por no pagar a proveedores, consignas de las madres de jóvenes desaparecidos, entre otros. Todo ello herencia de la anterior administración, herencia de su hermano Humberto, quien por cierto se niega a irse y aparece constantemente en los medios para hacer sombra y "veladamente" criticar al nuevo gobierno.

Es difícil evaluar este primer año cuando se llega al poder con las manos atadas. Rubén Moreira se sentó en la silla de gobernador con una megadeuda que al menos en el papel él no contrató, además que recibió un polvorín en materia de seguridad que no tardó mucho en explotar.

Más allá del discurso donde Humberto Moreira ha asegurado que la violencia estalló con la llegada del nuevo gobierno, los laguneros sabemos que no es así, que al menos en Torreón lleva más de cinco años y que aquí tampoco se ven los beneficios de eso que él llama "inversión" y todos conocemos como deuda.

Rubén Moreira no sólo está atado de manos por la falta de recursos, también por el lazo familiar. Aunque institucionalmente se debe a los coahuilenses, lo cierto es que no se ha atrevido a romper, al menos hasta este momento, con su hermano explicando el origen de la deuda.

Rubén Moreira ha dedicado la mayor parte de su tiempo a proponer leyes, a poner en orden una casa que recibió quebrada. Sin embargo, los esfuerzos no han sido suficientes para cambiar la percepción ciudadana, para transformar el enojo que existe como el de niño Miguel Ángel. Los motivos sobran: obras inconclusas, deudas con proveedores, violencia en gran parte del estado. Los ciudadanos no alcanzan a diferenciar el gobierno de Rubén y Humberto, para ellos la nueva administración es una continuación. El enojo alcanza a los dos.

El inicio de la administración de Rubén Moreira se caracterizó por una invitación a sonreír, "en Coahuila se sonríe" decía el lema, sin embargo para la población fue muy difícil hacerlo porque al mismo tiempo que se invitaba a la felicidad se aumentaban los impuestos por nacer, casarse, sacar un pasaporte, pasear por un parque, obtener licencia de conducir y pagar la tenencia. Cuando el dinero no alcanza es difícil sonreír.

El slogan no duró mucho, fue imposible sostenerlo. Comenzaron las leyes, todas con la promesa de crear un marco de derecho para tener un mejor estado. Sin embargo, de poco sirve una nueva legislación si los encargados de hacerla cumplir no lo hacen. Así la impunidad y la violencia siguen presentes en el estado.

Como nunca antes Coahuila ha ocupado las primeras planas de los periódicos, no por logros o por la llegada de inversiones, sino por la violencia y los escándalos de la deuda. La "promoción" mediática inició el 17 de septiembre con la fuga de 131 reos del penal de Piedras Negras. Después el condenable asesinato de José Eduardo Moreira, el enfrentamiento con Heriberto Lazcano "el Lazca" que terminó con su muerte y el inicio de la leyenda cuando su cuerpo desapareció.

Rubén Moreira no ha tenido un año sencillo como gobernante, el enojo en varios sectores de la población es evidente, sobre todo cuando reaparece Humberto Moreira con un video para decir que lo "chamaquearon", que él no sabía de la contratación ilegal de créditos. Mientras el gobernador trata de hacer su trabajo y mantener en el olvido el tema de la deuda, su hermano insiste en ponerlo en las primeras planas de los periódicos, insiste en robarle los reflectores previo a su primer informe que dará el jueves 29 de noviembre en el Teatro Nazas.

Es cierto, Rubén Moreira ha estado cercano a Torreón. Prácticamente no hay semana que no visite nuestra ciudad, se ha comprometido en el tema de la seguridad, incluso ha sido más proactivo que su homólogo de Durango, Jorge Herrera, pero sus acciones no logran cambiar la percepción de que las cosas no están bien.

Ser voluntarioso no alcanza, sobre todo cuando pareciera que no hay estrategia. Primero Rubén Moreira desapareció la Fiscalía de Coahuila creada por su hermano y volvió al modelo de Procuraduría de Justicia y Secretaría de Seguridad Pública, no obstante la espiral de violencia no se ha contenido. Incluso The Economist afirmó que la violencia en Coahuila ha llegado a niveles que equiparan el número de crímenes violentos con los de Lesoto, país africano con elevados índices de pobreza e inseguridad.

Sin embargo, el gobernador se ha tomado su tiempo para nombrar un nuevo secretario de Seguridad Pública tras la renuncia de Jorge Luis Morán, todo parece indicar que habrá una nueva estrategia y será dictada desde Los Pinos, incluso ya se anunció que desaparecerá dicha secretaría para convertirla en un agencia de la Segob.

Por otra parte el gobernador habla de inversiones, propone proyectos, planes, pero sus secretarios están alejados de sus discursos, de sus promesas. ¿Cuántos secretarios de obras públicas han dado diferentes fechas para concluir el Sistema Vial Alianza, el bulevar Senderos, para dotar de agua el Parque Mieleras?, ¿cuántas veces se han hecho compromisos para pagar a los constructores?, ¿cuántas veces se ha hablado de la llegada de inversiones? El discurso no pasa de eso.

Es cierto, hay cifras alentadoras como la generación de empleos, pero la mayor parte ha sido en la región Sureste. Por otro lado de acuerdo al Instituto Mexicano de Competitividad (IMCO), Coahuila es la cuarta entidad más competitiva del país, sin embargo es también la más endeudada y uno de los estados menos transparentes en el manejo de su presupuesto.

Rubén Moreira ha tenido un primer año de gobierno difícil, en gran parte por la herencia que recibió de su hermano, Humberto, quien no quiere desaparecer de la Arena Política y en más de una ocasión ha presumido ser más carismático y tener una calificación más alta a la del actual gobierno.

Es cierto, ha habido algunos avances, pero éstos no logran desaparecer la decepción y el enojo, de ahí que para la mayoría de los ciudadanos Rubén Moreira esté reprobado en este primer año de gobierno, paradójicamente esta calificación se la debe en mucho a su hermano Humberto.

Lharanda@elsiglodetorreon.com.mx

Twitter: @lharanda

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