Esta fue la semana de los jóvenes y de Andrés Manuel. Todas las encuestas lo colocaron, ahora sí, en segundo lugar, por encima de Vázquez Mota. Las diferencias son mínimas en algunos casos, pero hay un crecimiento sostenido del candidato de la izquierda y un estancamiento de la candidata de Acción Nacional; mientras sus adversarios van capturando votos ella se queda. Pero sobre todo ha sido la semana en que los jóvenes irrumpieron en el escenario público y descuadraron la elección. Lo que parecía inamovible hoy se mueve.
A pesar de que Josefina Vázquez Mota se va quedando, no hay todavía una polarización del voto que amenace al candidato Peña Nieto, quien en la encuestas más cerrada, la de María de las Heras, trae una ventaja de ocho puntos, lo que significan más o menos 4 millones de votos a 40 días de la elección. Esto es, López Obrador tendría que ganar cien mil votos diarios o Peña perderlos; sólo una combinación de ambos fenómenos puede hacer que la elección se cierre. Pero, dentro del voto de Peña una buena parte es duro, pero otra es literalmente de cristal (una cuarta parte, según Consulta Mitowsky).
¿Es factible una combinación de esta naturaleza? Sí, aunque es sumamente difícil. Pero de lo que no hay duda es que en las últimas cinco semanas vamos a ver una elección muy distinta a lo que vimos en los primeros 50 días. El golpe mediático contra Tomás Yarrington pegó en la diana. Lo que se busca no es meter al bote al ex gobernador de Tamaulipas, sino vincular a una figura emblemática del PRI con la corrupción y el narcotráfico para incidir en la elección. Justo cuando Peña Nieto había promovido su decálogo en el que ofrecía un PRI deslindado de su comportamiento histórico, vino este puntual recordatorio, que por cierto no salió de ninguna institución del Estado mexicano (nadie puede acusar al Presidente de "guerra sucia") sino de los vecinos del Norte.
En las próximas semanas vamos a ver dos fenómenos en aumento: las noticias escandalosas vinculadas al PRI y los movimientos de jóvenes. El primero orquestado, dirigido y camuflado. El segundo abierto, incontrolable e impredecible. Desde el Estado se puede generar una estrategia de información, pero no se puede manipular a decenas de miles de jóvenes que, si en algo están de acuerdo es que ni entre ellos están de acuerdo. Evidentemente que todas las campañas van a tratar de apropiarse del fenómeno #YoSoy132 y llevar esa agua a su molino, pero es tan absurdo como querer capturar el agua en una cesta. Lo que identifica a los jóvenes movilizados no es su activismo político sino su conciencia de libertad.
En una elección donde todo parecía controlado, una declaración torpe del presidente del PRI, Pedro Joaquín Coldwell, liberó una cabra en medio de los votos de cristal.