Todo empezó cuando respondiendo a un libreto escrito por alguno de los autores de moda, hubo necesidad de remover a quien ocupaba en teoría el escritorio del jefe de una de las secretarías más conflictiva de los últimos tiempos.
Había que hacer algo. El problema era delicado. El encuentro iba a dejar o ya había dejado muertos y heridos tirados al desgaire a la orilla del camino. Tendría que deshacerse de alguna de las dos. Una carreta con dos yeguas alazanas, una en cada extremo, tirando para su lado al mismo tiempo, aunque todo mundo sabía que el color del cabello de una de ellas era de un color pintado.
Los ojos de esta última eran desafiantes. El hilo, como es de orden, se rompería por lo más delgado. El presidente que la había designado a la primera como secretaria de Educación no hallaba cómo resolver el dilema si no era cortando por lo sano a su colaboradora. El problema sería menor que si se enfrentaba a la lideresa sindical que hacía gala del poder político que le había heredado su antecesor.
Todo parecía arreglado. Esperaría paciente que tropezara con la soberbia que suele acompañar a quien nunca ha sido y lo llega a ser loco se quiere volver. Ella, deslumbrada por la obediencia creyó haber llegado al quinto coro celestial. Nada más lejos de la verdad.
Tomó su armadura sacó su espada y se dispuso a pelear con ojos enfebrecidos, a la vez que gritaba: ¡Síganme mis valientes!
Si hubiera volteado, esos valientes serían unos cuantos en un círculo muy estrecho. El poder se agrieta como cualquier muro al primer temblor. Había reñido contra el que la coronó y peleó contra quien puede ser un nuevo Rey. El alfa y el omega, de todo político que se respete.
Mientras la otra aguardaba con disciplina, esperando su momento. Los días transcurrieron hasta darnos cuenta cómo se le ha retorcido el colmillo a Felipe quien montó una mise en scene, demostrando que en política se usan partiquinos, si tienen la cabeza hueca mejor, mientras la favorita camina por las pasarelas segura de sí misma. La estrategia le dio resultado permitiendo que la mujer obtuviera una victoria aplastante.
Es un caso inédito, caso único de una mujer y ¡qué mujer! compitiendo en un campo, hasta hace poco, vedado al sexo femenino. Una mujer preparada, con título universitario egresada de la Universidad Iberoamericana. Efectivamente, en el año 2000 ocupó la titularidad de la secretaría de Desarrollo Social y en 2006 de la secretaría de Educación Pública y luego, en una jugada de ajedrez político, actuó como coordinadora del grupo parlamentario del Acción Nacional, para después convertirse en lo que es ahora: candidata.
Tiene, para envidia de sus rivales, una gran facilidad de palabra. Pero en este país machista una mujer no es precisamente lo mejor que podría esperarse, aunque como están las cosas (corrupción, violencia, pobreza extrema, falta de trabajos, etcétera) tendrá que tomarse en cuenta que si los hombres no han podido con su tarea dejen que sea el sexo femenino el que se ocupe de arreglar las cosas. No lo hará peor y sí en cambio puede darle ese toque que tanta falta hace de honradez.
Esa es la gran diferencia. El género masculino está muy probado. Apenas nuestra patria ha festejado el bicentenario de su independencia y las heroínas que pueden mencionarse se cuentan con los dedos de una mano. No les hemos permitido ser libres. Apenas en el período del presidente Adolfo Ruiz Cortines se plasmó en la Constitución el derecho de las mexicanas a votar y ser electas.
El país era uno antes de 1953 y es otro ahora que la mujer tiene el derecho de elegir a sus gobernantes y ser elegida para ocupar cargos públicos. Aun así, cabe reconocerlo, la ausencia de equidad las ha venido excluyendo de los espacios de toma de decisiones. Eso es evidente dándose el bochornoso caso de ser parte de una elección en la que los varones se inscriben como suplentes para ocupar los sitios al retirarse las mujeres que ganan la elección pidiendo licencia inmediatamente.
En 1937 el presidente Lázaro Cárdenas había logrado que las mujeres obtuvieran la ciudadanía. El pensador Arthur Shopenhauer, 1788-1860 decía de la mujer que era un animal de pelo largo e ideas cortas. Si hubiera vivido en esta era habría definido al zoon politikon como un hombre de ideas cortas y uñas demasiado largas.
En fin, un partido de larga tradición participa en las elecciones que este año tendrá la oportunidad de hacer historia. ¿Una mujer Presidente de México?