Desde los tiempos del actor Jorge Negrete que en la película ¡Ay Jalisco, no te rajes! (1941) se ganó el remoquete de El Ametralladora, a raíz de que, en una pelea de gallos les quita la vida a cinco sujetos de cinco disparos consecutivos, con una puntería derivada de su destreza con armas de fuego que le permitía atinar en medio de la frente a sus rivales, así la diputada Lía Limón se ha ganado a ley el mote de la pistola más rápida de la delegación Miguel Hidalgo en el Distrito Federal pues desenfundando su revólver, después de que participara en las elecciones internas para escoger al jefe delegacional, renunció a su militancia en el PAN, arguyendo hubo "cochinadas" tales, dijo, como el "rasuramiento" del padrón nominal hasta el acarreo de votantes, abriendo fuego a diestra y siniestra, echando pestes, sapos y culebras en contra de los dirigentes del partido. Dijo además, en entrevista con una comunicadora radial, "me voy de las filas del partido porque no tengo ninguna intención de negociar con una pandilla de cuatreros".
Sin embargo no acabó ahí su filípica, sino que precisó que al referirse a la pandilla hacía referencia a Demetrio Sodi, a Mariana Gómez del Campo y Obdulio Ávila. Luego arremetió de nuevo en contra de los que calificó de rufianes, señalando que ella no sería cómplice, abundando en su catilinaria, al señalar que el actual delegado en la Miguel Hidalgo utiliza recursos de manera descarada, ventilando anomalías en permisos de construcción, manipulando el reciente proceso electoral para favorecer a un aspirante que pueda servirle de tapadera en ese "tipo de casos". Agregando, por si algo le faltaba, que ellos prefieren a los Larrazábal (los que vendían quesos a los casinos en Monterrey) por encima de los que como ella son transparentes y democráticos. Y en el colmo de sus imputaciones y quejumbres afirmó que el PAN debe perder las próximas elecciones presidenciales "para recomponerse y limpiarse" y aprender a respetar a sus militantes.
En respuesta a tales incriminaciones el presidente panista en el Distrito Federal dijo con gran donosura que "la militancia en un partido no debe depender sólo de si se gana o no una elección, (ya que en la democracia se gana y se pierde") es decir, que quien decide participar con los colores panistas debe estar consciente de que puede triunfar o ser derrotado. Esto es, que sólo hay de dos sopas: de fideos y de jodeos. Lía Limón, por su parte, aseguró que el actual PAN no es el partido al que ella se afilió. En tanto, el expresidente Obdulio Ávila rechazó cualquier acusación en su contra y con mordacidad aseveró "que la única banda de cuatreros que conozco en el PAN es la que entra por candidaturas designadas y sale calumniando cuando pierde las internas" y agregó, lamentando la conducta de la militante, dijo que el compromiso de quien milita en el PAN es construir un proyecto de país desde una trinchera ideológica sin condicionamientos de cargos, porque entonces no se es militante sino oportunista.
Bien, palabras van y palabras vienen, pero las acusaciones que hace la diputada son muy graves. Van más allá de ser originadas por un simple disgusto. Tal como están las cosas. La pandilla a que se refiere la diputada Limón, está plenamente identificada. Hay datos muy precisos que hablan de corrupción. Los órganos de vigilancia y buen gobierno del partido deben llegar hasta las últimas consecuencias pues de otra manera no se podría creer en que todo se hizo con absoluta legalidad y limpieza. Al señalarse que se sustituyó el padrón nominal, se pone entredicho a los líderes. Poner oídos sordos a lo que denuncia que formula la diputada Lía Limón, daría lugar a que se pensara que hay algo podrido que se estaría tratando de ocultar. En fin, no deben acallarse las voces de disidencia pretendiendo que lo que se denuncia proviene de personas dolidas que perdieron una votación.
