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Una riqueza fuerte

Addenda

GERMÁN FROTO Y MADARIAGA

Ningún sistema de partidos puede estar bien estructurado si no cuenta en su seno con una izquierda fuerte que pueda ser verdadera opción ante el pueblo.

Por eso resulta especialmente interesante, la reunión que sostuvo el PRD en Acapulco y las posiciones que ahí se fijaron, pues de ellas deriva una verdadera intención de convertirse en opción viable para el pueblo de México.

En la reunión de referencia, el discurso principal corrió a cargo de Marcelo Ebrard, y en él textualmente anunció que debe buscarse: "Con fuerza y determinación, la construcción de un frente amplio de las izquierdas y mantenernos unidos en torno a la agenda por la que tantos millones de mexicanos votaron. Nos cohesiona la solución de los problemas de los mexicanos… Tenemos la convicción de impulsar los consensos nacionales para conseguir con visión de estado un cambio de rumbo, por fin, para México".

¿Qué político que realmente ame a México, puede estar en desacuerdo con una declaración de esta naturaleza?

Seguramente la sociedad recibe con beneplácito esta postura del PRD que incluye, también, el sometimiento a la ley. Porque una cosa es que un hombre como Andrés Manuel, haga uso de los recursos legales que están a su alcance, para impugnar la elección presidencial y otra que se revele mediante acciones de hecho, contra la resolución que eventualmente emita el Tribunal Electoral, si no le es favorable.

El PRD no debe dejarse llevar por posiciones viscerales y tirar por la borda el capital político que consiguió en esta última elección. Porque nunca como ahora, diversos sectores de la población de todos los niveles, votaron por sus candidatos, por lo que lo prudente es conservar ese capital, y construir una fuerza nacional con la que se demuestre al pueblo que tienen verdadero interés por impulsar las reformas que el país necesita.

¿Qué van a tener que negociar con el PRI y con el PAN, para llevarlas a cabo? Claro que lo tendrán que hacer, pero aquellos también tendrán que entrar en esa misma dinámica, porque el actual momento del país así lo exige.

Atrás quedaron los tiempos de navegar en solitario y remar contra corriente para imponer decisiones. Es ahora el tiempo de la negociación, la tolerancia y la rendición de resultados efectivos, sin aferrarse a colgarse solos medallas que deben ser de todos.

Desde luego que Marcelo está buscando la construcción de una plataforma que le permita ser un candidato fuerte en la próxima elección, pero ello es perfectamente legítimo. Él pretende convertirse en una figura confiable y no en una que inspire temor.

Las verdaderas izquierdas, como en Francia y en España, saben esperar su momento y construir para cuando llegue su tiempo, con preparación y constancia, no con posturas arrebatada y mesiánicas.

Porque salvo excepciones, todos estaremos de acuerdo que la prioridad son los pobres. No se puede vivir tranquilamente en un país en que existen 50 millones de pobres. Reduzcamos sensiblemente la pobreza y luego hablémosles de política o religión.

Porque bien lo decía la madre Teresa: "No le puedes hablar de Dios a un hombre, ni alimentar su alma, si primero no has alimentado su cuerpo".

El pueblo necesita opciones políticas y la izquierda es una de ellas. Sin su participación efectiva el espectro estará incompleto.

Históricamente, la izquierda ha jugado un papel determinante en la construcción de este país, pues aunque muchos de sus gobernantes no surgieron de entre sus fuerzas, está claro que profesaban ideas a favor de los más necesitados. Por eso se crearon instituciones como la educación pública, el Seguro Social, el Infonavit y derechos como el de huelga y el reparto de la tierra rural.

No debemos de olvidar que la revolución la hicieron los campesinos y los obreros, precisamente en contra de los detentadores del capital y de los latifundios.

De ahí surgió nuestra actual constitución. Y la lucha entre los que no tienen, y los que lo tienen todo, es ancestral y permanente.

Sin una izquierda fuerte, los más necesitados se sienten desprotegidos, o parcialmente atraídos por otras fuerzas políticas, pero nunca como iguales, porque saben que los que nunca han sentido hambre, no sabrán luchar por aquéllos que cada día se levantan pensando en dónde conseguir qué comer.

Qué bueno que los dirigentes de izquierda estén tomando conciencia del papel que deben jugar en nuestra sociedad. Y qué bueno será que las demás fuerzas entiendan que tienen frente a ellos un adversario dispuesto a luchar y pugnar por sus propias propuestas.

Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar que Dios te guarde en la palma de Su mano".

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