El viernes pasado, poco antes de concluir el plazo para el registro de candidatos al Senado (último momento para modificar coaliciones), los presidentes del PRI y Nueva Alianza, Pedro Joaquín Coldwell y Luis Castro, dieron a conocer la cancelación del acuerdo de noviembre: no irán juntos a la elección presidencial.
En un comunicado, el PRI lo explicó así: "No se alcanzaron las condiciones políticas necesarias en los equilibrios internos de los partidos"; pero aclaró que esta decisión no significa una confrontación. Para Luis Castro Obregón, su partido está ahora en posibilidad de obtener más porcentaje de votación en julio. Las posiciones que habría obtenido, cuatro senadurías y 23 diputaciones, portaban riesgos: su votación nacional podría reducirse sensiblemente.
Pero están otros datos, "trascendidos", que habrían dinamitado el acuerdo: 1) la decisión del PRI de ofrecer otras posiciones en vez de las acordadas en Chiapas y Sinaloa; 2) la reestructuración del CEN del PRI y el arribo de personajes como el exgobernador de Oaxaca, José Murat, adversario de Gordillo, y 3) el hecho de que, para el PRI, la contribución de Nueva Alianza es menos importante de lo que fue para el PAN hace seis años: su candidato lleva 20 puntos de ventaja y la fuerza del PRI (sin candidato) lo ubica en todos los sondeos como el mejor evaluado, lo que se constata con la arrolladora tendencia priista en casi todas las últimas elecciones locales.
Castro asegura que los priistas propusieron "ampliar" la alianza a otros estados, como Campeche, Sonora, Chihuahua, Aguascalientes, Baja California y DF, donde necesitan votos de partidos pequeños. La propuesta era inaceptable, porque en ésos y otros estados el partido tiene un electorado propio y no estaba dispuesto a diluirlo en una alianza priista.
Desde que se acordó la "coalición parcial" surgieron voces discordantes en el tricolor que la consideraron "demasiado generosa" con sus aliados. Las tensiones se hicieron evidentes; así ocurrió en Chiapas con la renuncia de la senadora chiapaneca, María Elena Orantes, en protesta por la postulación a la gubernatura de Manuel Velasco, del PVEM. En Sinaloa, Francisco Labastida, senador, exgobernador y excandidato presidencial, dijo que había acuerdos externos que costaban mucho en lo interno.
Ante las inconformidades y tras un cálculo costo/beneficio, la Comisión Política Permanente del PRI autorizó a la dirigencia a renegociar la coalición pactada por el grupo de Peña con Moreira como presidente del CEN. ¿Un "seguro" ante una eventual elección "cerrada"? ¿Para cancelar la posibilidad de que el partido "del magisterio" pudiera jugar con otro candidato y partido (especialmente el PAN)?
Tales eran las cuentas en noviembre. Pero la irritación interna superó lo previsible. Hoy es claro que con la caída de Moreira y la recomposición de equilibrios en la cúpula otras fuerzas y dinámicas ocuparon los vacíos hasta replantear las condiciones de una alianza que vieron lesiva para ciertos intereses. Lo que parece obvio es que la "ruptura" le fue impuesta al precandidato único. Peña no quería romper con Nueva Alianza ni lastimar su relación con Gordillo. Pero es evidente que le era mucho más costoso enfrentar desarreglos internos que, llevados al límite, podían derivar en desprendimientos mayores.
No obstante, un dato adquiere relevancia: el divorcio no se dio entre gritos y sombrerazos, fue una separación amorosa, de mutua conveniencia. No supone, por ello, una fractura con Peña Nieto. Lo dicen personajes clave en uno y otro partido. De ahí el interés de Videgaray -que no se manda solo- en hablar de una relación "estupenda" con Gordillo y del respeto que le merece Nueva Alianza (partido con quien, por cierto, plantea una eventual coalición en la tarea legislativa) y, naturalmente, el magisterio.
De pronto, varios hechos nos confirman la volatilidad del escenario político. Moreira deja la presidencia del partidazo por el escándalo de la deuda en Coahuila; Peña Nieto y su equipo no logran revertir la imagen de improvisación e inconsistencia tras el capítulo de la FIL de Guadalajara (los libros que no recuerda) y algunos traspiés declarativos; al mismo tiempo, ve reducir su ventaja sobre Vázquez Mota, en tanto que los "rudos" de su partido le imponen condiciones hasta hacer reventar una "coalición" que se quería "ganadora"... La moneda sigue en el aire.