Cirugía. Cada año decenas de menores son intervenidos quirúrgicamente en la capital del país como parte de la campaña Objetivo Sonrisas para eliminarles el labio leporino y el paladar hendido.
Samir salió del quirófano sin derramar una sola lágrima. Hasta pidió galletas y soltó una ligera sonrisita, que combinó con el brillo de los ojos, que miraban a los doctores y a su madre, que se deshacía de la emoción.
Era una nueva sonrisa, que le durará para toda la vida. Su gesto, tan infantil como sincero, es la marca de que el labio leporino y el paladar hendido quedaron en el pasado y nunca más volverán a ocasionarle temores a la crítica.
Samir Gael González, de tres años de edad, fue uno de los 53 beneficiarios de la quinta campaña Objetivo Sonrisa, patrocinada por el Club de Rotarios de México, que fueron operados en el Hospital Pediátrico de Peralvillo, que celebra 50 años de existencia, con apoyo de la Clínica ABC.
El paciente más pequeño fue un bebé de cinco meses, y el mayor, Marisol, de 35 años.
El secretario de Salud del DF, Armando Ahued, aseguró que una cirugía de labio leporino y paladar hendido es de las de mayor impacto; "les cambiamos la vida y no exagero", expresó.
"Son niños que van a la escuela y no pueden hablar bien; desde nacimiento, el paladar hendido no permite que el niño haga succión y si se está amamantando o tiene una mamila, no puede succionar, se empiezan a desnutrir".
Irene Chichía, la mamá de Samir, esperó pacientemente durante las más de dos horas que duró la operación. Era la segunda que le realizaban en sus escasos tres años. La primera, a los 11 meses, sirvió para cerrar el labio, y ésta, para cerrar el paladar, el cual, a pesar de ya haber sido operado, sufrió una fisura y había que volver a operar.
"Le afecta emocionalmente porque no puede pronunciar muchas palabras; cuando convive con los niños, se cohíbe porque no puede hablar como ellos, yo me doy cuenta", platica Irene, quien vive en el municipio de Chimalhuacán.
"Al principio, le da pena, se queda callado y se retira, pero cuando hay niños que le llaman y lo invitan a jugar, él ya se adapta y yo le digo que juegue, que no hay problema, que los niños no se van a reír de él, porque él piensa que se van a reír, pero no, los niños no se burlan".
A las 16:00 horas, tres horas después de internado, Samir salió del quirófano, acostado en la camilla. Con ojos luminosos, pidió galletas, pero por ahora, sólo puede consumir líquidos.
Para su madre, la cirugía le cambiará la vida, "no tendrá problemas de autoestima y yo me ocuparé en que sea un niño normal", dice y agrega:"es el mejor regalo de cumpleaños que pudo tener". Samir ayer cumplió tres años.
