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Universitarios combativos

Diálogo

YAMIL DARWICH

En tiempos pasados se decía de los estudiantes que: "no hay un buen universitario que no tenga una filosofía socialista y no hay un buen profesionista que no tenga mentalidad capitalista" y, como en todo en la vida, el justo medio que marque el péndulo de la toma de decisiones es, en la mayor parte de las ocasiones, la visión correcta para atender algún problema.

Entre el blanco y el negro existe un abanico de colores, incluyendo las tonalidades de los llamados primarios; saber elegir el mejor camino en la solución de un problema, en cada ocasión, es parte del secreto del buen profesionista.

También podemos decir que no hay profesionista sobresaliente si no tiene el ingrediente necesario del humanismo comprometido, ese que le da visión de desempeño social y le hace comprender cuál es su función responsable y activa a favor de la comunidad en que se desenvuelve. Ser útil y no sólo utilitario; buscar el bien común y no sólo el personal.

El comentario tiene relación con los acontecimientos políticos de las elecciones para Presidente de la República, que han dado, como en otros años, la oportunidad de conocer la pobre propuesta de soluciones ofrecidas por los candidatos, sobre los múltiples problemas que agobian a los mexicanos; en cambio, han aparecido acusaciones, ataques y ofensas de todos los colores que nos confunden, entre unos y otros participantes.

Pareciera que las estrategias para triunfar se basan en agresiones y acusaciones a los contrarios y, en el mejor de los casos, compromisos vagos que no dicen el cómo van a hacer para alcanzar cada objetivo; hablan de terminar con la corrupción, atacar la pobreza, combatir la inseguridad, siempre con tonos acentuados del discurso político, sin sustancia que nos permita dilucidar quién puede y quién no.

Tal es nuestra pobreza en cultura política.

La gran diferencia de la vida actual estriba en la actitud ciudadana: hoy día, muchos mexicanos estamos verdaderamente interesados en conocer las propuestas de uno y otro candidato y, muy especialmente, los jóvenes, encabezados por los universitarios, quienes empiezan a tomar una actitud activa ante el proceso democrático.

Esta, sin duda, es una excelente noticia para México.

Desde luego que las manifestaciones de los universitarios, que se han presentado y están multiplicándose en distintos estados de la República, agregan otro factor a considerar, que tiene que ver con la elección misma y, muy importantemente, con la toma de conciencia de quien resulte electo.

Se han terminado los tiempos del simple acatamiento de la voluntad del presidente autócrata.

Estamos por ver el resultado, que no se mide únicamente en los conteos del proceso electoral de julio; quedará reflejado en las reacciones del pueblo, motivados por los estudiantes, al evaluar cada uno de los programas en ejecución y los resultados que éstos tengan.

Los políticos en la administración pública, cualquiera que sea su puesto, deberán actuar de manera distinta, si no quieren ser arrastrados por la avalancha que ahora se ve como una simple bolita de nieve que, sin duda, crecerá.

No tomar en cuenta lo anterior, sería el suicidio político de cualquier gobernante y la aparición de un conflicto que lleve a México a un estado de desequilibrio.

Baste que hagamos un recuerdo de lo ocurrido en 1968: lo que empezó como simple y supuesto "pleito entre universitarios de instituciones diferentes", terminó dando lugar a un movimiento social que representó un "parteaguas" nacional de la vida política, incluido el fin de muchas carreras de mexicanos que aún arrastran la ignominia en sus personas.

Durante el proceso de ese acontecimiento social revolucionario, los mexicanos empezamos a dejar de ser contemplativos y hasta resignados, pudiéndose observar a obreros, empleados y amas de casa, sumándose a las manifestaciones de protesta; otros, simplemente observando desde las aceras de las calles o las ventanas de casas o edificios y manifestando su apoyo a viva voz.

Recuerde la anécdota de aquellos empleados burócratas, que siendo transportados, obligados, ante la presencia del pueblo empezaron a lanzar "beeeees" imitando los balidos del borrego, pronunciando a coro: "no vamos, nos llevan".

Desde entonces, poco a poco, los mexicanos hemos ido interesándonos en nuestros procesos democráticos; de hecho, sin ese antecedente, que se presentó en el mundo occidental por entero, no se puede concebir la historia del planeta y sus cambios en las relaciones humanas, incluidos los de México, desde luego.

Es muy conveniente que los políticos hagan conciencia de las advertencias. Nosotros, asegurar con la madurez que nos demuestra la comunidad universitaria -sin descartar la posibilidad de infiltraciones o presencias extrañas- la información útil y veraz, a fin de tomar decisión y votar.

Hay noticias esperanzadoras para México; confirmarlas y transformarlas en beneficio común es responsabilidad y trabajo de personas comprometidas con el bien de todos. ¿Acepta involucrarse?

Ydarwich@ual.mx

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