"Sobre todo las personas con responsabilidades públicas, tenemos el deber de observar un comportamiento
Adecuado, un comportamiento ejemplar".
"Juro por Dios y sobre los Santos Evangelios, cumplir y hacer cumplir las Leyes Fundamentales del Reino y guardar lealtad a los principios que informan el Movimiento Nacional"
Juan Carlos I, rey de España
El mundo atraviesa por un período de clara desaceleración económica, la estabilidad de la Unión Europea y la fortaleza del euro se encuentran en entredicho. En España crece la indignación colectiva de millones: no hay trabajo, el costo de la vida abruma, todo es incierto, el gobierno pide mayores sacrificios durante las vacas flacas; lo irónico es que sus acciones y la irresponsabilidad de unos cuantos fueron causantes de la actual coyuntura. Se avecina un futuro turbulento y quizá, no pocos estiman -el Fondo Monetario Internacional y su directora, Christine Lagarde así lo han indicado- un período de recesión para Europa. Con justa razón la gente está enojada.
Como sucede en toda crisis, el pueblo sufre los embates, pero la élite y los que le apuestan a la especulación o tienen acceso a información privilegiada, ganan. Tal parece ser el caso de Iñaki Urdangarin, duque de Palma de Mallorca, esposo de la infanta Cristina y yerno de Juan Carlos I de España, quien está imputado en un caso de presunta malversación de fondos cuando dirigía el instituto Nóos, una fundación sin ánimo de lucro. Urdangarin, participante en basquetbol y medallista en la justa olímpica de Barcelona 1992, es consejero de diversas empresas y se desempeña como alto ejecutivo de Telefónica. Según documentos e información que data de 2006, la Casa del Rey conocía de sus negocios particulares y le había pedido abandonarlos por instrucción directa de Su Majestad, sin embargo desde Estados Unidos, donde hoy se encuentra avecindado en Washington, continuó maquinando proyectos internacionales a través de la empresa Aizoon, cuya propiedad comparte con su esposa, la infanta Cristina.
Se sabe que la empresa Nóos logró en seis años de actividad, más de cuatro millones de euros de igualas, donaciones y contratos con firmas privadas y "que Urdangarin desvió grandes sumas de dinero aportado por los Gobiernos Balear y Valenciano para la celebración de eventos deportivos", indica una nota aparecida en el diario El País. En tanto, Pedro Horch, fiscal encargado de la investigación de los negocios sin ánimo de lucro de la fundación presidida por el duque de Palma, aseveró que: "Los representantes políticos beneficiaron fraudulentamente al Instituto Nóos en atención a la posición institucional de su presidente". Otras informaciones vertidas en la prensa española señalan que Urdangarin buscó realizar negocios en Brasil haciendo caso omiso a las prohibiciones de su suegro, y se habla de un aparente ocultamiento de fondos en diversos paraísos fiscales de América Latina, entre otros Belice.
Quedan como elementos probatorios de la presunta culpabilidad de Urdangarin las centenas de correos electrónicos entre el duque y sus colaboradores que lo presentan como un hombre profundamente involucrado con la gestión de sus negocios personales, ansioso por aumentar el patrimonio familiar, de notable voracidad y pendiente de hasta el más mínimo detalle. En relación al importante pasivo fiscal que enfrenta, Mario Pascual Vives, su abogado y portavoz, dijo que: "Se han pagado, con el debido respeto para todos, muchísimos impuestos, mucho IVA, muchos impuestos de sociedades" y que el 25 de febrero, día en que el duque ha sido citado para declarar ante la autoridad competente, "lo hará con coraje y ganas, para ofrecer su versión de lo que vivió y lo que recuerda".
Es importante destacar que la Casa del Rey le asigna recursos y apoyo a la Familia Real de España, como contempla la constitución. Así mismo, el rey cuenta con un importante patrimonio -modesto si lo comparamos con el de la reina Isabel de Inglaterra, una de las mujeres más ricas del mundo- cuyo monto es desconocido para la mayoría de los españoles. Varios miembros de la casa real han trabajado como ejecutivos o consejeros mayormente en atención a su alta investidura, sin embargo lo grave y nunca antes visto en la historia de España, son los presuntos ilícitos, conductas financieras dudosas y desvío de recursos en los que incurrió Iñaki Urdangarin valiéndose de su posición como yerno del jefe de Estado.
Por pocas figuras políticas de actualidad siento admiración; una de ellas es la del rey Juan Carlos. Durante años me he dedicado a profundizar en la historia de España, desde la Guerra Civil, el triunfo del franquismo y la posterior ascensión de Don Juan Carlos como gobernante a título de rey en 1975 tras la muerte de Francisco Franco. Al morir el dictador, Don Juan Carlos bien pudo haber optado por una monarquía absoluta, sin embargo cedió mucho de su poder y promovió la creación de la figura de un presidente de gobierno, la existencia de partidos políticos y un congreso que tomara las decisiones operativas de trascendencia, reservándose la jefatura de estado y siempre apostándole a una España libre y democrática donde las diferencias ideológicas y el debate tuviesen cabida. Siempre respetuoso de la ley, tras el fallido golpe de Estado ocurrido en 23 de febrero de 1981, el hombre que dijo querer ser rey de todos los españoles apareció en las cadenas de televisión, impidiendo así que la patria se fracturara. "Ante la situación creada por los sucesos desarrollados en el Palacio del Congreso y para evitar cualquier posible confusión, confirmo que he ordenado a las Autoridades Civiles y a la Junta de Jefes de Estado Mayor que tomen todas las medidas necesarias para mantener el orden constitucional dentro de la legalidad vigente", dijo en aquel memorable discurso. Juan Carlos de España es querido y ante todo respetado por su pueblo. Frente a las indiscreciones financieras de su yerno Iñaki Urdangarin ha dicho que el duque de Palma debe enfrentar el proceso judicial que pesa en su contra y en caso de ser culpable, asumir los costos de su irresponsabilidad sin importar que ello signifique pisar la cárcel.
He aquí un ejemplo de que el bien nacional, los intereses de la colectividad y la justicia van por encima de las conductas mezquinas de unos cuantos. La actitud asumida por el rey Juan Carlos es propia de un extraordinario estadista y de nuevo pone de manifiesto su grandeza e inevitable paso como una de las figuras políticas más importantes del siglo veinte. El rey le apuesta al cumplimiento de la ley, cosa que en México sencillamente no pasa.
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