Si el crecimiento de este 2012 cierra en 3.8 por ciento, la economía mexicana habrá tenido una expansión anual promedio de 1.9 por ciento en el sexenio de Felipe Calderón. Esta decepcionante expansión se ve influida por la caída de 6.5 por ciento de 2009, pero todos los gobiernos han tenido que enfrentar crisis económicas de un tipo u otro.
La población mexicana está creciendo a una tasa de 1.8 por ciento anual. Esto significa que el crecimiento económico apenas ha permitido una mejoría marginal en el producto per cápita. Es falso hablar de un retroceso, pero hemos tenido un nuevo sexenio de estancamiento. El de Vicente Fox registró un crecimiento promedio anual de 1.8 por ciento. Llevamos cinco sexenios, de hecho, con crecimiento bajo o nulo.
Después de la crisis de 2009 la economía mexicana ha mostrado una positiva capacidad de recuperación. En los últimos tres años el crecimiento promedio anual ha sido de 4.3 por ciento. Las exportaciones han sido el motor de la economía al aumentar de 250 mil millones de dólares en 2006 a 350 mil millones en 2011. Esta cifra será rebasada en 2012. Por primera vez en mucho tiempo las exportadoras mexicanas están ganando terreno a las chinas en el mercado de Estados Unidos, el más importante del mundo.
El crecimiento no se busca por sí mismo sino porque crea empleos y Felipe Calderón prometió ser el presidente del empleo. Durante su sexenio, entre el 30 de noviembre de 2006 y el 31 de octubre de este 2012, se han generado 2.2 millones de puestos formales registrados en el IMSS. Son casi 367 mil al año. Es mejor que nada, pero difícilmente lo que se esperaría del presidente del empleo. La población mexicana crece a un ritmo de 2 millones al año. Para ofrecer trabajo formal a todos los que ingresan al mercado laboral deberíamos crear cuando menos un millón de puestos al año.
El presidente Calderón ha caracterizado a su sexenio como un tiempo de "vacas flacas". En realidad podríamos hablar de un tiempo de oportunidades perdidas. Los precios del petróleo se han mantenido en niveles excepcionalmente altos. Si a los ingresos petroleros añadimos un aumento en la recaudación tributaria, el presidente Calderón tuvo más recursos que ningún otro presidente en la historia. Y los gastó con prodigalidad. El gasto neto total de 2012 será de 3.7 billones de pesos, 60 por ciento más que los 2.3 billones de 2006 y 208 por ciento más que los 1.2 billones de 2000.
No todo este dinero ayudó a impulsar la economía. El gasto corriente aumentó de 1.7 billones en 2006 a 2.8 billones en 2012. El monto dedicado a las pensiones de los servidores públicos se elevó de forma considerable. Tenemos un sistema que jubila a los burócratas pronto y con generosidad.
Las dependencias dedicadas a la lucha contra el narcotráfico y la inseguridad, especialmente la Secretaría de Seguridad Pública, hoy destinada a desaparecer, fueron las que más se favorecieron del aumento, pero la inseguridad y la violencia crecieron en vez de disminuir. El Seguro Popular tuvo también un incremento tajada importante. Subieron asimismo los subsidios, pero el que más lo hizo fue el más injusto: el de los energéticos, que favorece de manera abrumadora a los más ricos.
El presidente Calderón mantuvo la estabilidad macroeconómica de gobiernos anteriores. Tiene mérito, especialmente a la luz de los problemas económicos de Grecia, España, Japón y muchos más. Pero no podemos justificar la falta de crecimiento con el argumento de que fueron años de vacas flacas. Todo lo contrario. El gobierno tuvo en este sexenio oportunidades extraordinarias que no pudo o no quiso aprovechar.
DESTINO HARVARD
Ayer se confirmó que el presidente Calderón irá a Harvard el año que viene. Será una buena oportunidad para reflexionar sobre los logros y fracasos de su gobierno. También es una forma de poner una distancia física con un país en el que dejó muchos enconos.
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