(EL UNIVERSAL)
El panorama del empleo en el país es por demás árido: hay un importante déficit de empleos formales, elevada desocupación y deterioro en la calidad de los puestos de trabajo creados.
"En los últimos cinco años, la calidad del empleo se ha precarizado y en consecuencia el bienestar de la población ha disminuido, lo que se hace evidente a partir del alza en las cifras de pobreza", indicó José Luis de la Cruz Gallegos, director del Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Tec de Monterrey.
Al final del sexenio, la creación de empleos formales habrá sido insuficiente para satisfacer necesidades que surgen con el alza de la población y su incorporación al mercado laboral. El déficit de empleos podría llegar a 4 millones de plazas.
En tanto, el escenario para las personas empleadas es de constante deterioro en el último lustro en cuanto a las condiciones de contratación y nivel de ingreso.
De la Cruz expuso que en el presente sexenio se precarizó el empleo en el país. "El poder adquisitivo de los salarios no se recuperó y hay muchas personas que trabajan pero no tienen seguridad social ni contrato, en tanto la economía informal aumentó de forma exorbitante", comentó.
Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), muestran que más de 4 millones 293 mil personas estaban subempleadas al cierre de 2011; 1.3 millones más que en 2006, cuando 3 millones de personas requirieron un empleo adicional. La informalidad se aproximó a 14 millones de personas en 2011 y en marzo se situó en 13.75 millones.
"El sexenio se quedará con un saldo de insuficiente creación de empleos a la que se agrega la precarización de los empleos que se generaron", añadió De la Cruz.
Con la recesión económica de 2008 se perdieron numerosas plazas y se profundizó el deterioro de las condiciones laborales. En 2011, 30 millones 827 de trabajadores no contaban con acceso a servicios de salud y 14 millones 748 mil personas estaban empleadas sin contrato.
El poder de compra de los ingresos por el trabajo en México presenta una tendencia de deterioro, desde antes de la recesión.
Julio Boltvinik, académico del Colegio de México, explicó que la caída del poder de compra de los salarios mínimos es muy marcado, pues mientras que en 1963 se requería de 3.5 perceptores de ingreso para mantener un hogar promedio, cifra que fue mejorando hasta llegar a 1.7 perceptores en 1977; y en 1982-1998 se debilitó, pues se requerían 6.4 perceptores para alejarse de la pobreza.
En 2010, siguió deteriorándose hasta alcanzar a 7.1 perceptores. "Ese año serán veinte años en los que la pobreza se ha mantenido prácticamente igual, a diferencia de otros países de AL".
PENDIENTES
Boltvinik comentó que a la fecha, el ingreso laboral ha perdido terreno, tal como lo muestra el indicador de la tendencia laboral de la pobreza que refleja la proporción de personas que no puede adquirir la canasta alimentaria con el ingreso de su trabajo, el cual sigue elevado, sin retornar a los niveles previos a la crisis.
Agregó que China y países de América han tenido éxito fortaleciendo su mercado interno y diversificando su sector externo. En tanto, en Brasil, donde Lula Da Silva elevó el salario mínimo, han tenido avances importantes en el combate a la pobreza.
De la Cruz, del CIEN, expuso que para poder solucionar el problema estructural que tiene el mercado laboral mexicano, de no generar empleos suficientes ni bien remunerados se requieren cambios sustanciales al modelo económico.
Para Raymundo Tenorio, director de la escuela de negocios y humanidades, del Tec de Monterrey, campus Toluca, se podrán crear más empleos bien remunerados mediante país políticas públicas y empresariales que detonen mayores inversiones. "Con infraestructura de calidad, es decir, carreteras aeropuertos, logística, tecnologías de la información e incentivos a la inversión, incentivos fiscales que atraigan la inversión local, reducir los costos de los energéticos y mejorar la seguridad", detalló.
Inseguridad empeora el mercado laboral
José Luis de la Cruz Gallegos, director del CIEN del Tecnológico de Monterrey, expuso que las regiones industriales, que tradicionalmente han producido crecimiento económico, son las más afectadas tanto por una recuperación económica intermitente, como por la violencia.
"Tamaulipas, Monterrey, Ciudad Juárez tienen una clara afectación; se ha conjugado un mal entorno económico con la precarización del mercado laboral debido a la violencia", expresó.
En el último año, las circunstancias laborales son más frágiles en las entidades donde la violencia ha repuntado. El Inegi muestra que la situación del empleo empeoró en el norte y occidente del país entre 2010 y 2011, al reportarse alzas en la informalidad y subempleo.
Baja California, Chihuahua, Sonora, Sinaloa, Jalisco y Colima reportaron alzas en el subempleo, la informalidad y el desempleo en 2011. Sonora, Sinaloa y Baja California registraron los mayores avances del país entre 2010 y 2011 en ocupación en el sector informal de la economía.