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Venezuela: final cardiaco

PATRICIO DE LA FUENTE
"El poder es el afrodisiaco más poderoso del mundo",— Henry Kissinger en respuesta al Canciller Mao, quien le preguntó cómo era posible que un hombre gordo y feo pudiese tener tanto éxito con las mujeres.

El testimonio se encuentra en el portal de videos YouTube y queda para la historia, es lacónico, no admite interpretación alguna. Con centenas de miles de visitas -casi doscientas cincuenta mil para ser exacto- el título lo describe de cuerpo entero: "Tres mentiras de Hugo Chávez". Data el testimonio de 1999, año en que el hoy presidente de la República Bolivariana de Venezuela se estrenaba como mandatario. En el marco de una conversación con el periodista Jorge Ramos, Chávez dijo que estaría dispuesto a dejar el poder en cinco años, que no nacionalizaría ninguna empresa ni quitaría de las manos privadas los canales de televisión. Es una obviedad asentar que Hugo Chávez mintió con descaro. También olvidó otra cosa: el poder y la contundencia de la imagen. A la imagen nada ni nadie la desdibuja. Dicho video lo perseguirá por siempre…

Fuera filias y fobias o cualquier simpatía que pudiésemos sentir hacia el Gobierno y el pueblo de Venezuela y a la figura de Chávez; de cara al tercer intento de reelección, de quien tan acertadamente el intelectual Enrique Krauze ha bautizado como "El Telepredicador", la realidad de dicho país es crítica, poco halagüeña, los hechos muestran que la denominada revolución y el proyecto político del comandante Chávez resulta, a todas luces, un absoluto fracaso.

Alarmantes índices de desempleo, la mayor inflación de América Latina: 27.9 % durante 2011, crecimiento exponencial de la burocracia; cuando Chávez llegó a la presidencia en 1998 había 14 ministerios, hoy son 29, carestía de productos y servicios básicos que van desde interrupciones en el servicio eléctrico, deterioro del sistema carretero, suministro de agua potable e indicadores por las nubes. Esto aunado a la petrolización de la economía, la corrupción en las instancias gubernamentales, el férreo control y ataques sistemáticos en contra de los pocos medios de comunicación críticos que aún quedan, la nacionalización injustificada de empresas privadas nacionales y extranjeras, así como 150 mil muertos que arroja la violencia: ello no puede augurar nada bueno. Venezuela, por donde se le mire, padece una situación sumamente crítica.

El domingo son las elecciones presidenciales. Pese al uso del aparato gubernamental y el dispendio de recursos públicos, los frecuentes dichos, amenazas y disparates en el sentido de que elegir a Henrique Capriles representaría "el triunfo de los oligarcas y el grupo de poder que opera desde Washington", aunque Hugo Chávez lance acusaciones temerarias y alimente la teoría de la conspiración al afirmar que su oponente "está siendo financiado por los yanquis y los cárteles del hampa que buscarán hacerse del control", en definitiva, la desesperación de un Chávez aquejado por el cáncer que se aferra a la vida y al poder, es evidente.

Hace alrededor de un año y al saberlo gravemente enfermo, Nancy Iriarte, exesposa de Hugo Chávez, publicó sin desperdicio, una misiva en El Universal, uno de los pocos rotativos críticos del gobierno y del mesías tropical. Nancy, quizá adivinando el ocaso de su persona y el ostracismo que supondría la pérdida del poder, le dice lo siguiente: "Pero llegó tu turno, los plazos se acaban, el término de tu contrato llega a su fin, tu ciclo vital se apaga poco a poco y no de la mejor manera; probablemente morirás en una cama, rodeado de tu familia, asustada, porque van a tener que rendir cuentas una vez que des tu último aliento; te vas de esta vida lleno de angustia y de miedo. Tengo la leve impresión que ahora sabes que te equivocaste, creíste en un cuento de camino y te creíste revolucionario, y por ser revolucionario, inmortal. Convocaste a tu lado a los muertos, a tus héroes, a esos fantasmas que también creíste con vida, a Bolívar, al Che, a Fidel, al Marx que nunca conociste y del que recomendabas su lectura. El andar con muertos te llevó a la magia y a los babalaos, te metiste a jurungar tumbas, y a ofrendarle a una corte de demonios y malos espíritus que ahora te acompañan. ¿Sientes su presencia en el cuarto?, vienen a cobrar, a recoger lo único que tenía valor en tu vida y que tan malamente apostaste por la oscuridad y el mal: tu alma."

Encuestas más, encuestas menos -todas arrojan cifras y datos distintos, cabe aclarar- nadie sabe con certeza quién resultará victorioso, si Hugo Chávez o el joven candidato Henrique Capriles. La contienda se adivina cerrada, de final cardiaco entre un Chávez que carga a cuestas el peso de los años y el desgaste que supone el ejercicio del poder sin contrapesos; y Capriles, cuyo discurso, plataforma e ideología política representaría un viraje sin precedentes tras años de yerro y prácticas populistas que tienen a Venezuela al borde del abismo.

En el Palacio de la Revolución de la Habana, en la Cuba de sus admirados Fidel y Raúl Castro, existe una placa que como pocas retrata a la isla, pero sobre todo a la República Bolivariana de Venezuela de hoy. Reza: "Para que nunca más reine la opresión y la tiranía" y es justo, querido lector, algo que millones de venezolanos tienen muy presente rumbo al próximo domingo. Las cartas están en la mesa…

Twitter @patoloquasto

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