Verano en México; imagino, querido lector, que si por casualidad me lees, ello obedece a que no has salido de vacaciones o lo haces desde algún destino turístico nacional o extranjero gracias a Internet. Envidia de la buena y que disfrutes del sol, las turistas bikinudas y la barra libre. Como dicen los políticos: problemas de agenda y mi responsabilidad de opinar sobre asuntos de Estado y también acerca de lo que se nos ocurra en el espacio televisivo donde aparezco tres veces por semana, me impiden abandonar -por ahora- el terruño, en busca de parajes soleados donde curarme la cruda electoral que me acompaña bien pasados los comicios de julio. Estamos pues como aquel chiste: "Figúrese compadre que este año otra vez tengo ganas de ir a Europa. ¿A poco fue el año pasado? No, pero el año pasado también tuve ganas".
Te escribo desde una ciudad de México lluviosa y semivacía que en esta ocasión no observa la salida diaria de escolares ni los peligros que para el automovilista promedio implica sortear a señoras con camioneta, en tubos algunas, desmañanadas otras. Ello, como bien señaló María Félix, calma los nervios. Hay poco tráfico y escasez de la nota de ocho columnas, por ello los diarios te platican con minucioso detalle del cumpleaños parisino número setenta de Vicente Fox; las televisoras se refieren al apareamiento de los lémures y otros temas de interés nacional y columnistas como yo te perdemos con barrocos trabalenguas.
Percibo un sentimiento de aburrición, hastío, además de la calma chicha que precede a la turbulencia electoral. Y es que, aunque por fortuna casi todos nuestros flamantes políticos toman un merecido descanso tras haberse roto la cara y dado con todo, a otros les pasa como la música de la desaparecida estación de Radio 620: llegaron para quedarse.
Si algunos no salieron de vacaciones es porque están a la espera del "bono sexenal por resultados" que tan amablemente les otorgas, estimado contribuyente. Además, hoy al igual que hace seis años a estas alturas, la nación carece de un presidente electo y ello nos complicó la dicha veraniega. Eso sí: de aquí al primero de diciembre contamos con presidente constitucional y claro, con el autodenominado "legítimo", al cual después del 30 de noviembre le sugiero cambie por otro mote. Se me ocurre algo alusivo a los tiempos coloniales, como cuando aseveró que el rotativo español El País hace un "periodismo colonizante". "Virrey Legítimo", no suena nada mal.
Es una obviedad decir que ciertas personas no se encuentran muy satisfechas que digamos con el resultado de la elección y de ahí que no estén haciendo uso de los espacios recreativos que amablemente le ofrece México a sus paseantes.
Tal es el caso de Andrés Manuel López Obrador, quien a pesar de haber expresado su deseo de tomar vacaciones e irse a "La Chingada" -así se llama su rancho chiapaneco; a mí no me culpen- ahora ocupa el tiempo libre en encontrar causales que invaliden la elección presidencial y los deseos diabólicos de casi el setenta por ciento de las personas que votaron y que como seguramente estaban poseídas por el demonio del mediodía, lo hicieron por una opción distinta. No. López Obrador no está de vacaciones…
MERMELADAS…
En una breve entrevista para el diario Vanguardia de Saltillo, el siempre polémico ex gobernador de Coahuila, Humberto Moreira, aseguró que ahora se dedica a vender "mermeladas light" y dijo que si fracasa en dicho negocio "no descarta regresar a la política". Sí, leyó usted bien; esto no es un chascarrillo de mal gusto. En tanto, este columnista celebra que el profesor Moreira emprenda nuevos negocios que le garanticen un ingreso recurrente el cual, imagino, necesita para subsistir con dignidad. Así mismo, desde aquí le deseo que venda mermeladas por montones, ya que de no ser así, podría volver al servicio público. Dios nos agarre confesados…
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