Coahuila se ha convertido en un libro repleto de lecciones sobre lo que pasa cuando se abusa del poder. Los dos experimentos transexenales del exgober Humberto Moreira, el Servicio de Administración Tributaria del Estado y la Fiscalía General se encuentran hechos trizas y hundidos en una cloaca de corrupción, mientras que los dos personajes escogidos para manejarlos más allá del sexenio de don Humberto, Javier Villarreal y Jesús Torres Charles, cayeron en desgracia. Del Satec y don Javier la historia es de sobra conocida, aunque de vez en cuando salen revelaciones inverosímiles como la historia de su arresto y liberación en Texas. Pero esta semana tocó el turno a don Jesús.
La investigación que hace la PGR de la Fiscalía General del Estado por vínculos de funcionarios y comandantes con el crimen organizado destapó otra cloaca en la administración estatal. La orden de aprehensión contra Humberto Torres Charles, hermano del exfiscal, provocó la salida de don Jesús de la consejería jurídica que el gober Rubén Moreira le creó exprofeso para mantenerlo en la nómina y nuestros subagentes comentan que la investigación federal no se ha detenido. El gober Moreira salió con la clásica defensa de que él ignoraba la investigación, aunque los subagentes comentan que sí fue notificado por la PGR de las acciones que iban a tomar contra Sergio Tobías, excoordinador de una unidad de la Fiscalía, y varios agentes de la Policía Estatal. Pero el problema para don Rubén no se acaba con los arrestos ya anunciados, sino que la PGR ya anda escarbando en la actual estructura de seguridad en el Estado, pues los dos principales funcionarios provienen de la misma Fiscalía y ocupaban posiciones de mando cuando la dependencia fue infiltrada por criminales. Se trata del futuro secretario de Seguridad Pública, Domingo González Favela, y la fiscal de Procesos y futura procuradora de Justicia, Griselda Elizalde. Hasta ahora el gober ha optado por no mover el barco, aún cuando la PGR le está comiendo el mandado, pues don Domingo y doña Griselda siguen cobrando en la nómina. Es claro que el actual gobierno no ha movido un dedo en torno a los escándalos de la pasada administración, concretamente el del Satec con la deuda y el de la Fiscalía con la red de protección criminal. Curiosamente los dos temas se entrelazan porque fue la Fiscalía la dependencia que dejó escapar a Javier Villarreal y a los otros exfuncionarios involucrados en los créditos irregulares. En ambos casos la PGR ganó la partida con las órdenes de aprehensión, y se blindaron de cualquier acusación de motivos electoreros al irse también contra exfuncionarios federales y hasta militares. Y el gobierno de Coahuila que ni ve ni oye.
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Aunque el tesorero Pablo Chávez Rossique ya empaca las cosas de su escritorio, nuestros subagentes reportan que aún no está claro el movimiento que el alcalde Eduardo Olmos va a hacer en el área de las finanzas. Por lo pronto, dicen que don Lalo le quiere parar las cabras al tesorero que ya pregona su renuncia a los cuatro vientos, y esperar al menos hasta marzo, cuando termine la recaudación del Predial, a ver qué cuentas presenta don Pablo. Si resulta que la Tesorería tiene buenos ingresos por el Predial y otros impuestos, don Pablo iría a dar al Simas, a ver si ahí puede poner en orden el desastre financiero. Según se comenta, el problema con el tesorero no es por el ingreso del dinero sino por los egresos, pues a la hora de soltar el billete es más piedra que un saltillense. De ahí que su paso al Simas sea una movida natural porque uno de los principales problemas es el de la cartera vencida. La versión de que el gerente del sistema de agua, Jesús Campos, está palomeado para un enroque en la Tesorería ha tomado mucha fuerza, pero al parecer nadie se ha tomado el cuidado de preguntarle a don Jesús si está interesado, sobre todo porque los subagentes reportan que el gerente del Simas no está muy contento con la forma en que se manejan los asuntos en la administración municipal y las grillas que ahí se dan. Aunque a estas alturas es posible que ya se haya convencido de que vivir fuera del presupuesto es vivir en el error.
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Tremenda sorpresa causó en el PAN coahuilense el tercer lugar que el exalcalde y exembajador en España, Jorge Zermeño, sacó en la contienda por el Senado. Según el análisis post-mortem, el problema de don Jorge fue la lejanía del terruño durante los cuatro años que despachó en Madrid y que le hicieron perder los hilos de la operación partidista, debidamente agandallados por el grupo del senador y primer compadre, Guillermo Anaya y su operador, Luis Fernando Salazar, quien aunque pierda la elección al Senado, prácticamente amarró la primera minoría que le permitirá seis cómodos años en la nómina. Nuestros subagentes reportan que en algunos círculos panistas, incluyendo los cercanos a don Jorge, una de las palabras más usadas para explicar su derrota es la arrogancia, pues aseguran que el exalcalde le puso demasiada esperanza a su popularidad. Fue hasta el cuarto para las doce que su equipo se dio cuenta de que necesitaban una operación electoral para competirle a don Luis, quien ya traía muy aceitada la red clientelar que construyó como delegado de Desarrollo Social y aunque esa red no le sirvió para ganar elecciones desde 2008, en esta ocasión al menos la pudo usar para avanzar su carrera. Dicen los subagentes que el ahora candidato a diputado por el distrito 5, Javier López, anduvo movilizando a su estructura en La Laguna para conseguirle a don Jorge votos, pero ya no les alcanzó.
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Por cierto, otro de los saldos de la elección interna del PAN es que en Coahuila y Durango ya surgieron herederos para la gran tradición de columpiarse de liana en liana. En los últimos años, los maestros de ese arte en la política local han sido Juan Antonio García Villa en Coahuila y Juan de Dios Castro en Durango, que se han colgado de diputaciones y senadurías durante más de tres décadas, con algunas chambas en el Gobierno Federal. Don Juan Antonio ha sido diputado tres veces y senador una vez, mientras que don Juan de Dios ha cobrado cuatro veces en San Lázaro y una en el Senado. Aunque el coahuilense ahora va por un segundo escaño por la vía plurinominal (éste de seis años porque el pasado fue de tres), atrás vienen empujando los nuevos tarzanes de la política local. Se trata de Guillermo Anaya en Coahuila y Rodolfo Dorador en Durango, que amarraron buenos lugares en las listas a diputaciones pluris que les aseguran tres años más de nómina. Don Memo lleva 16 años columpiándose del Congreso local al federal, luego a la alcaldía y finalmente al Senado. Don Rodolfo tiene una carrera más modesta, sólo una diputación y una senaduría, pero ahí la lleva.
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Nuestros subagentes en la peronera capital comentan que la seguridad en aquellos lares se descompone de forma apresurada. La semana pasada, el jefazo de la Policía municipal, Marco Antonio Delgado, le envió su renuncia al alcalde Jericó Abramo con un mensaje de celular, con el argumento de que no podía cumplir la orden de clausurar un bar. Luego, un comandante policiaco fue asesinado afuera de su casa. Dicen los subagentes que esta situación obedece a la falta de atención que se le puso a la depuración de la Policía. De seguir esta ruta, don Jericó va enfrentar el problema que se presentó en Torreón hace dos años con la huelga de policías que reveló los niveles de infiltración criminal. Ante esto, hay que preguntarse para qué sirvieron los 50 millones de pesillos que Saltillo recibió de subsidio federal de seguridad el año pasado y para qué van a servir los otros 50 millones que le van a tocar este año.