Dicen las malas lenguas que el suspirante del PRI a la Presidencia, Enrique Peña Nieto, debería cambiar su lema de campaña de “Te lo Firmo” a “Me lo Fusilo”, pues sus promesas parecen ser una simple reciclada de promesas que hechas en campañas anteriores, o de obras que ya están presupuestadas, pero no se han realizado. Al menos eso recogen nuestros subagentes de las dos visitas que hizo a La Laguna. En Gómez Palacio hace dos semanas firmó compromisos para un programa de abasto y calidad de agua potable, para un segundo periférico y para un metrobús. La primera ya inició con los filtros contra arsénico y las otras dos ya están contempladas en el presupuesto federal. En Torreón, don Enrique prometió un Centro de Convenciones, un parque industrial, terminar la ampliación de la carretera San Pedro-Cuatro Ciénegas y obras educativas.
En descargo del candidato habría que decir que algunas obras son responsabilidad del Gobierno Federal, pero la mayoría tiene en común haber sido promesas de los gobernadores Rubén Moreira y Jorge Herrera Caldera que no se han realizado. Algunos argumentan que el compromiso del candidato es para que “amarre” la promesa original de los gobernadores en el presupuesto federal, pero desde otra perspectiva parece que don Rubén y don Jorge se soltaron prometiendo cosas sin tener dinero y ahora buscarán que el candidato las rescate. El problema, no es tanto la ausencia de propuestas originales de don Enrique, sino el hecho de que sus promesas ya se han escuchado muchas veces en la región sin que pase nada. Tan sólo el proyecto de un parque industrial data de hace más de 10 años y por lo mismo, el nivel de escepticismo es bastante alto. En otros casos, como el plan de agua, se trata de acciones ya emprendidas, pero que pueden servir de base para que luego don Enrique se cuelgue la medalla. De esta forma, su única preocupación es entregarse a la adoración de las masas, como ocurrió el lunes en Torreón, en un mitin que congregó a unas 30 mil personas que fueron acarreadas (perdón, movilizadas) para demostrarle al candidato que la maquinaria está bien aceitada. Por cierto, el notario que certificó las promesas es Juan Francisco Woo Favela, que fue jefazo de la Policía hace una década. Pero como es priista de cepa, difícilmente va a demandar a don Enrique si no cumple.
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Nuestros subagentes especulan que el reciclado de promesas se da porque los únicos vasos comunicantes que tiene Enrique Peña Nieto con La Laguna son los gobernadores, que sólo canalizan la información que más conviene a sus causas. A diferencia de candidatos a la Presidencia en elecciones anteriores, don Enrique no tiene canales alternos que le aporten una visión independiente de los interesados filtros políticos. Se dice que el aspirino presidencial tiene dos que tres cuates en la región, pero son relaciones en plan social. Algo similar sucedió con el presidente Felipe Calderón, cuyas relaciones en la Comarca eran con cuadros del partido a los que trató como dirigente, pero no con otros sectores, y así nos fue. Casos anteriores fueron diferentes, pues los candidatos sí tenían redes más amplias, como sucedió en el 2000, cuando Vicente Fox y Francisco Labastida tenían contactos más allá de sus partidos, con empresarios sobre todo del gremio agrícola. Más atrás, Ernesto Zedillo y Carlos Salinas habían tejido contactos para salirse de los canales tradicionales de los gobernadores, lo que redundaba en visiones menos estrechas sobre los problemas locales. No es el caso del actual candidato tricolor que ya se ve sentado en Palacio Nacional, pues su órbita es la de los gobernadores (y la órbita de su equipo de campaña es con los operadores de los gobernadores) de modo que los contactos están limitados a lo que ellos quieren que escuche.
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Nuestros subagentes cinéfilos en la Urbe de Adobe reportan que fueron a ver la película “Colosio: El Asesinato”, pero se disculpan por no pasar la reseña de la polémica cinta porque cuentan que justo cuando se estaba poniendo buena, a menos de una hora de que inició la proyección, inexplicablemente la película se detuvo y las luces se encendieron. Fueron inútiles los gritos de “cácaro” y por ahí salió un empleado del cine a decirles que la proyección se había suspendido y que los asistentes recibirían el reembolso de sus boletos. Por supuesto los gritos y las mentadas no se hicieron esperar y el público salió convencido de que se trataba de un “compló” del PRI para censurar la película que deja al tricolor muy mal parado en vísperas de las elecciones. Ahora, una teoría de conspiración en el mismo tenor agarró vuelo tras la caída de la red de Telcel en la visita de Enrique Peña Nieto, pues las redes sociales especularon que los operadores del priista habrían tirado el servicio para evitar las movilizaciones anti-Peña, sobre todo de los chavos de YoSoy132. Pero si esto último es cierto, al genio que habría orquestado eso deberían correrlo porque sólo se cayó el servicio de voz y no el de datos, que es el necesario para las movilizaciones, que se dan por Internet y no con llamadas telefónicas. Este argumento no fue suficiente para apaciguar a las mentes calenturientas que ya andaban diciendo que la persona que reembolsó los boletos del cine y el que andaba rondando las oficinas de Telcel se parecía mucho al jefazo del PRI, Salvador Hernández Vélez.
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De Colombia regresaron el gober Rubén Moreira y el alcalde Eduardo Olmos jurando y perjurando que no se fueron de vacaciones. (Nuestros subagentes apuntan que mientras no se hayan comportado como lo hicieron los guaruras de Obama en Cartagena, no hay bronca). Don Rubén y don Lalo habrían traído interesantes experiencias en combate al crimen desde diversos frentes, como recuperación de espacios urbanos, programas de cohesión social, uso de la tecnología en tácticas policiacas y estrategias de reacción a hechos violentos. El problema es que esas medidas requieren mucho dinero que ahora no se tiene, por lo que la experiencia colombiana difícilmente puede ser replicada dados los desastres financieros en el Estado y el Municipio. Pero como dicen que los viajes ilustran, pues nada se pierde con ir a degustar un buen café. Dicen los subagentes que el más contento de la comitiva era Antonio Nerio Maltos. De hecho, batallaron un poco para averiguar quién es este personaje y resulta que actualmente cobra como presidente municipal de San Juan de Sabinas. Don Antonio estaba encantado, porque es bien sabido que los alcaldes de municipios pequeños nunca pueden colgarse del erario para viajar. Al parecer, don Rubén lo invitó porque la región Carbonífera trae serios problemas de inseguridad, pero a juzgar por lo que vieron en Colombia, si en Torreón va a estar difícil replicar el modelo, en San Juan de Sabinas está peor.
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En las oficinas del Comité Nacional del PAN circula un documento con una letanía de quejas contra el exembajador Jorge Zermeño por una supuesta falta de unión partidista. Nuestros subagentes dicen que la carta dirigida al líder nacional Gustavo Madero fue promovida por el senador y primer compadre, Guillermo Anaya, y el suspirante a quedarse con su escaño, Luis Fernando Salazar, que le ganó la candidatura a don Jorge. El exalcalde es acusado de “intereses mezquinos” al impugnar la elección de candidatos al Senado y que por eso no apoya las campañas. También menciona que los panistas de Coahuila sufrieron hostigamiento, persecuciones y cárcel en elecciones anteriores mientras el exembajador “se dedicó a pasearse por Europa y acomodó a sus hijos en el gobierno”. Los abajofirmantes exigen a la dirigencia nacional que tome cartas en el asunto. Todavía no exigen su expulsión del partido, pero el tono de la cartita sugiere que para allá van. El documento también revela las profundas divisiones en el PAN, por lo que no sorprende que sigan batallando para ganar elecciones.
