Ni es sus peores pesadillas el PRI de Coahuila se iba a imaginar la golpiza electoral del domingo pasado. Tras cuatro carros completos consecutivos la maquinaria del tricolor aceitada con tanto esmero por el gober Rubén Moreira desde que era dirigente estatal recibió sus primeras abolladuras. El tricolor perdió las diputaciones de las principales ciudades del Estado y don Rubén se quedó sin el gusto de recuperar las senadurías perdidas hace doce años. El golpe para el gober es que el bono democrático que presumió en su pasada elección se desvaneció y no pudieron cumplir el alarde de 800 mil votos que a cada oportunidad hacía el dirigente estatal del partido, Salvador Hernández Vélez, quien fue el primer damnificado de la elección y ya limpió su escritorio, aunque al rato agarra una chamba en el gobierno que, a final de cuentas, es “de Todos”. Otro afectado es el secretario de Gobierno, Miguel Ángel Riquelme, cuyas redes clientelares no funcionaron de manera adecuada.
El PRI estatal logró apenas la mitad de las cifras alegres de don Salvador y en lugar de ayudar a que Enrique Peña Nieto consiguiera la mayoría legislativa, abonó a la pérdida. Las tres diputaciones que perdió pudieron haber fortalecido la mano de don Enrique en la Cámara, y Coahuila sería una de siete entidades gobernadas por el PRI que no enviará a dos senadores del tricolor (aunque está por verse el recuento de votos). Nuestros subagentes comentan que en el “cuarto de guerra” del virtual presidente electo revisarán el desempeño de los gobernadores priistas y eventualmente llamarán a cuentas a don Rubén. Los operadores del gober Moreira se defienden con el argumento de que los votos nulos impidieron las victorias priistas en el Senado y las diputaciones de Torreón, Saltillo y Monclova, pero esa merma de 77 mil votos no justifica toda la caída con respecto a la elección del año pasado y sí demuestra que la maquinaria no funcionó bien para capacitar a las bases advertirles que no podían cruzar cuadros por candidatos distintos. Pero también tendrán que explicar por qué se pasaron la campaña diciendo que la deuda no era tema, pues la del domingo fue la primera elección desde que los coahuilenses descubrieron que deben 13 mil pesos por cabeza, que cuesta más caro nacer, casarse o divorciarse, o tener un carro o un negocio. Aunque el PAN no atrajo el voto de castigo, éste se refleja en las más de 200 mil personas que prefirieron a la izquierda en lugar de refrendar la confianza en el PRI, pues a final de cuentas fueron votos que el tricolor perdió. Otra indignidad que sufrirán los grillos en la Urbe de Adobe es que los vecinos de Durango sí entregaron el carro completo que el gober Jorge Herrera Caldera había prometido a don Enrique, con todo y que en el voto del Congreso también hubo una alta cantidad de votos nulos. Don Jorge logró remontar el susto de hace dos años y se hizo de un “colchón” para mitigar los votos nulos, lo que no ocurrió en Coahuila y eso debe retorcerle la tripa a los del tricolor.
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Los saldos de la elección también se leen como un drama familiar al interior del clan Moreira. Mientras el gober Rubén Moreira digiere el resultado, nuestros subagentes que navegan Twitter reportan que su hermano, el dirigente magisterial Carlos Moreira, ventiló en su cuenta su enojo con la operación priista. Bajo la etiqueta “#QueOcurrióelDomingo”, don Carlos se permitió dejar algunas reflexiones que no cayeron nada bien en el Palacio Rosa, porque ya fueron borradas. “Quedó demostrado que la soberbia provoca derrotas”, “Un gabinete sin carisma no enamora a los electores”, son algunos de los conceptos vertidos por don Carlos, quien además propuso al alcalde de Saltillo, Jericó Abramo, como próximo presidente del PRI estatal, aún cuando don Rubén mandó a su jefe de oficina, David Aguillón, a encargarse del desastre. Don Carlos también le lanza una puya al candidato perdedor del distrito 7, Enrique Martínez, hijo del exgober homónimo, al afirmar que “ser junior no garantiza el triunfo”. Y es que otro elemento de este drama es la travesura que jugó el gober Humberto Moreira. Como se había comentado, don Humberto operó a favor de los candidatos de Nueva Alianza, quizá para hacerle el favor a la maestra Elba Esther Gordillo, y se llevó de encuentro a los candidatos al Senado y al propio don Enrique. En el primer caso, Braulio Fernández Aguirre e Hilda Flores perdieron por 10 mil votos, pero el candidato de Nueva Alianza, José Ramón Castro, sacó 37 mil. En Saltillo, al joven Enrique se le fue la diputación por 2 mil 500 votos pero la panalista Teresa Banda sacó 8 mil. O sea que una votación más reducida para el Panal hubiera mitigado el efecto de los votos nulos para darle esas victorias al PRI. Aparte, a don Humberto le dieron ganas de dar una entrevista cuando fue a votar para negarse otra vez a hablar de la deuda, lo que tampoco cayó muy bien. Al parecer, don Humberto y don Carlos traen su propia operación política, separada de su hermano el gober, y eso le costó caro al tricolor.
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Los que todavía no se la creen son los del PAN, pues ni en sus sueños más optimistas se imaginaban el resultado en Coahuila, a pesar de la paliza nacional. Los panistas contemplaban la victoria sólo en el distrito 6, el cual se hubiera ganado aún sin los votos nulos del PRI o la travesura de Nueva Alianza, pero en los casos de Monclova y Saltillo se sorprendieron, al igual que en la contienda por el Senado. La más contenta sería Silvia Garza pues iba de segundo lugar en la fórmula sin muchas posibilidades de ganar y ahora resulta que podría cobrar seis años en la nómina legislativa si sobrevive el “voto por voto”. El que debe darse de topes contra la pared es el curuleco de Piedras Negras, Jesús Ramírez, que se bajó de la fórmula porque pensaba que no tenía posibilidad de llegar y la sorpresa le cayó como agua helada. Por su parte, Luis Fernando Salazar, aunque hubiera llegado al Senado de cualquier forma, ahora se establece como un nuevo centro de poder en el PAN estatal y se pone en posición de dar un “golpe de Estado” en el grupo que domina el senador y primer compadre, Guillermo Anaya. Y es que don Memo queda en la cuerda floja con su aspiración de llegar diputado por la vía “pluri” pues antes de la elección su lugar 15 en la lista parecía cómodo pero ante el resultado se calcula que por la segunda circunscripción sólo entrarán 13 ó 14. Don Memo corre el riesgo de caerse de la liana por primera vez en 15 años, lo cual debe tenerlo un poco nervioso.
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Ante el vuelco que dio el mapa del PAN en Coahuila, los blanquiazules ya pusieron la mira en las elecciones municipales del año que entra para recuperar Torreón, al leer la victoria de Marcelo Torres en el distrito 6 como un voto de castigo contra el alcalde Eduardo Olmos por el desastre que hay en las finanzas, las obras y los servicios. Nuestros subagentes reportan que don Marcelo se reunió el otro día como el delegado de SCT, Jesús de León, en una cafetería que dobletea como sala de juntas de panistas y donde un capuchino cuesta lo mismo que una campaña. Don Chuy fue diputado por el mismo distrito 6 hace seis años pero los subagentes consideran que la reunión no fue para decirle a don Marcelo dónde quedan los baños en San Lázaro, sino para temas de más sustancia e intriga. Se dice que, como va a quedar desempleado en unos cuantos meses, don Chuy ya trae la mira puesta en repetir como candidato a la alcaldía, aunque los subagentes comentan que es posible que Jorge Zermeño también quiere regresar a la grilla luego de quedarse fuera del Senado. Y como también enfrenta la posibilidad de pasar a vivir en el error, el compadre Guillermo Anaya sería otro de los anotados. El caso es que el PAN en Torreón agarró nuevos bríos y buscarán extender otro año la victoria del domingo pasado.