Nuestros subagentes camuflados de soldados nos reportan que ayer se realizó una nueva evaluación del programa Laguna Segura y los resultados no son del todo favorables pues mientras el gobernador de Coahuila, Rubén Moreira, declaró que vigilará puntualmente que se cumplan los acuerdos y sobre todo el tema de la coordinación entre las diferentes corporaciones, su homólogo de Durango, Jorge Herrera Caldera, brilla por su ausencia. Por más llamados sutiles que le hace el gobernador coahuilense al de Durango para que el trabajo sea “parejo”, don Jorge hace como que no escucha. No es la primera vez que Jorge Herrera muestra su desinterés por el tema de la seguridad en la Comarca Lagunera (bueno aunque tampoco muestra interés en los temas de obras, inversiones, pero eso ya es otra historia), basta recordar que don Jorge no ha asistido a varias reuniones celebradas en el Campo Militar, incluso no ha mandado representantes.
Aunque también reportan nuestros subagentes que el gobernador de Durango no está muy feliz con el trato que ha recibido de Rubén Moreira, cuentan las malas lenguas que don Rubén cree que su homólogo es parte de su gabinete así que no lo trata de muy buena manera. Con la actitud de Rubén Moreira es difícil que el gober de Durango sume esfuerzos, aunque sin duda la inseguridad lo amerita.
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Mientras que algunas voces descalifican al secretario de Desarrollo Social, Miguel Riquelme, a quien se le modificó la ley “a modo’’ para quitarle los candados que le impedían buscar un puesto de elección popular, léase la alcaldía de Torreón, esas mismas voces ya están lanzando suspiros a favor del clan Juan Marcos (Salomón o Antonio), de donde pretende salir uno de los candidatos a la alcaldía. Tan evidente es la lucha que ya se empezaron a dar con todo, incluyendo patadas por debajo de la mesa y piquetes de ojos. De ahí que varios funcionarios municipales vivan angustiados, no por hacer bien su trabajo, sino porque ya no saben si se van con melón o con sandía. Y es que algunos ven peligro en una eventual nominación de Riquelme como candidato priista de manera que buscan “otros aires”. Sin embargo también hay algunos, según aseguran nuestros subagentes disfrazados de grillos, que ya operan en dos aguas “por si las dudas”. Entre éstos los jóvenes que batean a los dos lados apunte usted a David Fernández, a la familia Cepeda, a Shamir Fernández, quienes ya han realizado algunas “travesurillas” muy comentadas.
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Tal parece que a quien menos gustó el Premio que el IFAI otorgó al municipio de Torreón por Transparencia con el Monitor del Cabildo fue a algunos funcionarios del propio municipio. Y es que según nos cuentan nuestros subagentes disfrazados de ceniceros en el mundo sindical, todavía el alcalde, Eduardo Olmos, no daba a conocer la noticia cuando ya su director general de informática, Luis Fernando Gallardo Amador, había descalificado públicamente ese premio argumentando que si le hubieran hecho caso a él se habrían sacado el primer lugar y no el segundo. Cuentan también que en los pasillos sindicales causó sorpresa que un día después de ganar el Premio a alguien de los intocables del primer círculo de negocio, perdón, quisimos decir de poder, y avecindado por el rumbo de la calle Morelos se le ocurrió correr de su puesto a la responsable de la Unidad de Transparencia quien ha sido aventada a un rincón a trabajar con sus uñas. Lo que más llama la atención es que el alcalde en la rueda de prensa se mostró feliz por el Premio y pidió a su secretario del Ayuntamiento, Miguel Mery, reglamentar ese trabajo y fortalecer las distintas áreas de transparencia, pero por lo visto a algunos de sus directores generales no les gustó la idea. Bonita forma de echar tierra a lo poco rescatable y de mostrar, nuevamente, que en esta administración cada quien jala para su corral.
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Las malas lenguas que abundan en el Simas comentan que las constantes fallas en el abasto de agua potable no tienen nada de accidental sino que serían parte de una estrategia para generar descontento (¿más?) por el servicio y allanar el camino a la entrada de capital privado, que sería el objetivo del secretario de Gestión Urbana, Óscar Pimentel, que a cada vuelta de tuerca insiste en que un esquema de privatización como el que se aventó en la peronera capital sería la solución a los problemas que enfrentan los organismos operadores. Por cierto que en Saltillo la fusión con Aguas de Barcelona solucionó los problemas de escasez de agua y de cartera vencida, así que la medida podría solucionar muchos de los males que actualmente aquejan al Simas. Don Óscar no ha dejado ese tema a pesar de que el gober Rubén Moreira aclaró que serán los municipios los que decidan esa ruta, pero queda claro que si a los municipios les llega una “sugerencia” desde Saltillo no dudarían en la privatización.
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El año pasado regidores del PRI y del PAN en Gómez Palacio votaron a favor de que Lerdo y no Gómez Palacio vendiera agua tratada a la CFE. En aquella ocasión la alcaldesa Rocío Rebollo Mendoza pidió 4 meses para dejar a la planta tratadora oriente en óptimas condiciones para vender el agua a CFE y ganar por ese concepto, un ingreso anual de aproximadamente 30 millones de pesos. Sin embargo los regidores no aceptaron y en sesión de cabildo votaron en contra de la propuesta y actualmente todavía Lerdo construye la línea de conducción desde su planta a la CFE. Debido a que el agua de dicha planta sólo sirve para regar forraje ya que nunca se le metió mano, el Sideapa publicó una licitación donde sólo hubo un concursante y por ende ganador. El Municipio ganará muy poco por esto, lo que ya provocó las críticas de los regidores panistas Gustavo Acosta y Víctor Chaúl a quienes un año después se les olvidó que ellos votaron en contra de un proyecto que beneficiaba a Gómez Palacio bajo el argumento de que la CFE no podía esperar al Municipio y por eso favorecieron a Lerdo, quien un año después todavía no entrega el agua, pero eso es lo de menos cuando se trata de grillar en la Arena Política y privilegiar los intereses personales. La obra que quedó inconclusa ante la negación de los regidores es necesaria para que la planta tratadora tenga agua de calidad y poder recuperar la inversión y que llegue dinero a Gómez Palacio, que por cierto mucha falta le hace, además de que dejarían de verter aguas negras en el lecho seco del Nazas.
