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Vicente, Manuel y Paco

No hagas cosas buenas...

ENRIQUE IRAZOQUI

La verdad parece historia surrealista. En el periódico leo que Vicente Fox descarta ser parte del gabinete de Enrique Peña Nieto, aceptando quizá al menos que se manejara esa posibilidad. Por otro lado, Manuel Bartlett Díaz, ahora flamante senador por el Partido del Trabajo, declara que las elecciones del pasado 1 de julio fueron de las más sucias de la historia, pero hay que ver quién lo dice. Para rematar y aquí campechano, Francisco Dávila asume la presidencia del PRI municipal.

De mayor a menor. Vicente Fox Quesada pasará a la historia de México, no tengo la menor duda. Su capacidad y las circunstancias, lo convirtieron en el hombre que trajo la alternancia pacífica a México luego de casi 70 años de una dictadura blanda, partidista. Si bien yo sostengo que Ernesto Zedillo fue electo por la vía del sufragio seis años antes, el 2 de julio del año 2000 es un parteaguas en la historia del país. Por primera vez hubo transferencia de poder entre grupos diferentes por la vía democrática, y no por las balas o el sistemático fraude electoral. Esto no quiere decir que el PRI en 2000 no hizo gala de sus mañas, sino que Fox fue capaz de ganar las elecciones, incluso con esos elementos del partido tricolor.

El sexenio de la alternancia fue algo así como el de la gran oportunidad desperdiciada, Vicente Fox frivolizó la presidencia y los panistas rápidamente se adaptaron al sistema corrupto que por décadas combatieron. No hubo reformas estructurales y México no dio el salto que a tantos había ilusionado el primer presidente salido de la oposición. Hay que decir que fue también un sexenio de finanzas ordenadas, pero el papel de la entonces primera dama, Martha Sahagún y del propio presidente, ocupó muchos espacios y la postura asumida de rivalidad con López Obrador opacó su halo de demócrata y lo redujo a un animal político simplemente.

Al término de su mandato y con el transcurrir del sexenio de Calderón, las diferencias entre el botudo expresidente y el saliente mandatario actual, se acrecentaron y terminaron con las declaraciones del guanajuatense apoyando al priista Peña Nieto. Es decir, Vicente Fox, aquel que sacó al PRI de Los Pinos, aquel que calificaba a muchos priistas como tepocatas y víboras, ahora apoya al candidato de aquel partido, ¿cómo entenderlo?

Manuel Bartlett Díaz parece que no tiene vergüenza, aunque tiene un atenuante, su génesis priista le facilita mimetizarse, en el PRI caben todos, siempre y cuando se alineen al líder en turno. Quien es un referente de lo autoritario que llegó a ser el PRI durante su hegemonía, siendo el artífice del fraude a Cuauhtémoc Cárdenas en 1988, hoy con la mano en la cintura dice que la elección que su candidato presidencial perdió (él por cierto perdió la elección por mayoría al Senado en Puebla, quedó en tercer lugar, ¡todos lo roban al angelito!) fue de lo más tramposa, en el diccionario político las palabras decoro, dignidad y la propia vergüenza parecen no existir.

Paco Dávila representa la misma historia, pero digamos que en región cuatro. El señor tuvo una trayectoria respetable en la política, por mayoría fue primero diputado federal y luego senador de 1994 a 2000. Exploró la posibilidad de contender incluso por la gubernatura, pero fue inteligente para saber que ahí no hubiera tenido oportunidad de alcanzar la candidatura de su partido, el PRI. Su quehacer social y deportivo lo ubican como un hombre que le aportó a La Laguna, y en muchos círculos sociales es apreciado y reconocido. Él es parte importante en la construcción de lo que ahora es la institución Santos Laguna, equipo insignia de esta tierra. Fue presidente del equipo cuando éste obtuvo su primer campeonato, en aquel distante 22 de diciembre de 1996. Paco Dávila era presidente municipal del PRI en 1995, cuando por primera vez se perdió la alcaldía ante Jorge Zermeño Infante, derrota que asumió con entereza.

Al cabo de 6 años del triunfo de Zermeño, siendo gobernador Enrique Martínez y Martínez, se vinieron los comicios para la renovación de las alcaldías y diputaciones locales. Dávila Rodríguez sonaba con el candidato natural de su partido para la presidencia municipal. Sin embargo, Raúl Sifuentes, lagunero y quien era secretario de Gobierno, operando en su estilo tenebroso, arrebató la candidatura a Dávila e impuso a Laura Reyes Retana.

Paco hizo tremendo berrinche y cometió pecado capital para el PRI; consiguió el apoyo del PRD y pensando que era popularísimo, creyó que podía ganar las elecciones y compitió contra la candidata de su partido. Esto debe haberlo agradecido Guillermo Anaya Llamas, del PAN, porque gracias a los miles de votos que Paco le quitó a Reyes, el panista se hizo de la presidencia municipal de Torreón, y privó al PRI del segundo municipio más poblado de Coahuila, y de paso, le dio la plataforma a Anaya para convertirse en el cuadro electoral más posicionado del PAN, todo por no alinearse, cimiento de la cultura priista.

Esos hechos condenaron a Dávila al ostracismo, como era natural. Pero que alguien me explique. Rubén Moreira lo resucita políticamente y lo hace diputado local, y ahora nuevamente presidente del PRI de Torreón.

Ahora sí que me declaro totalmente incompetente para comprender esos procederes políticos, la lección es que hoy puedo ser del PRI, mañana de la izquierda y pasado de la derecha, basta el mero oportunismo; a la chingada el mínimo respeto de los ideales. Así nos lo demuestran hoy Vicente, Manuel y Paco.

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