La contienda por la Casa Blanca empieza a ponerse interesante. Mitt Romney ya sólo parece estar cumpliendo el trámite de que terminen las primarias republicanas porque prácticamente ya puede decirse que a él se enfrentará Barack Obama en noviembre próximo. Ante todo ello, surge la pelea por el voto hispano y Marco Rubio, un senador de Florida, podría ser el imán para cortejar a los latinos por el lado republicano.
Hace una semana, Romney invitó a Rubio a un evento de campaña en el estado de Pennsylvania, donde el senador se llevó los reflectores y desató las especulaciones sobre sus aspiraciones de ser el compañero de fórmula de Romney como candidato a Vicepresidente. Dos días después, Rubio alimentó aún más los rumores al asistir a la prestigiosa Brookings Institutions a dar un discurso sobre política exterior.
En ese discurso, Rubio leyó durante casi los 35 minutos que duró su discurso. Al final, tuvo un problema: sus asesores olvidaron integrar la última página del discurso, pero ello no trascendió en los medios. Si fuera 2008 y la entonces candidata a Vicepresidenta Sarah Palin hubiese dado un discurso de política exterior y olvidado la última parte de su discurso, otra historia sería, pero Marco Rubio no es Sarah Palin. No es un político inventado.
Lo que trascendió del discurso de Rubio fue el espíritu bipartidista. En la Brookings, en plena etapa electoral, Rubio sorprendió: se comportó como un integrante del Partido Republicano que habló sin atacar al presidente Obama. Por el contrario, el senador empezó su discurso diciendo que lo más fácil sería denostar la política exterior de Obama, pero prefirió hablar en un tono conciliador.
Su visión sobre la política exterior presenta a un miembro del Partido Republicano, muy cercano al movimiento del Tea Party, pero que aprendió de los excesos de la era de George W. Bush. En su discurso, Rubio fusionó dos de las tensiones presentes en la historia de la política exterior estadounidense: la lucha entre el aislacionismo y el unilateralismo, por un lado, y la visión liberal, apegada al multilateralismo y a sus instituciones, por el otro.
Rubio no se sale del esquema. Para él, como para Obama y prácticamente para cualquier miembro de la comunidad diplomática estadounidense, "sólo Estados Unidos tiene la capacidad de actuar para resolver las crisis del sistema internacional. Al igual que los pesos pesados del Partido Demócrata que tienen eco en política exterior, léase Obama, Albright, Bill y Hillary Clinton, pero al igual que para muchos de los republicanos, como Rice, Kissinger, Cheney, etc., para Rubio no hay duda: ¿Si Estados Unidos no actúa, quién lo hará? En su visión, Estados Unidos sigue siendo el líder global, aunque matiza cuando habla sobre la necesidad de seguir forjando coaliciones multilaterales en las que su país siga liderando. Rubio incluso tuvo algunas palabras para México al mencionar que Estados Unidos no puede dejar solo a su vecino y a Colombia en la lucha contra el narcotráfico.
Rubio es una estrella en ascenso en el Partido Republicano y así precisamente lo presentó el senador Joe Lieberman en la Brookings Institution. Tiene 40 años, es hijo de inmigrantes cubanos, llegó al Senado apenas en enero de 2011, luego de vencer en un proceso interno al entonces gobernador Charlie Crist, aunque lleva en la política más de una década. Rubio y Romney se entienden, son amigos. En 2010 Romney lo apoyó en su candidatura al Senado y hace apenas unas semanas, Rubio le devolvió el favor al anunciar públicamente su respaldo.
Florida es un estado columpio, uno de esos que vota más por los temas y la coyuntura que por una identidad partidista dura. Ahí, en 2008, Obama obtuvo el 54% del voto hispano, nada mal, pero el 46% que obtuvo McCain en 2008 tampoco es catastrófico. Rubio le daría a Romney a un compañero joven, oriundo de Florida, disciplinado y que podría servirle para cortejar a los casi 22 millones de votantes hispanos que podrían votar este 2012, según un estudio del Pew Hispanic Center.
En 2008 casi 10 millones de electores hispanos participaron en la elección presidencial. Hoy los hispanos son la primera minoría en Estados Unidos y su participación electoral crece año con año desde la elección del 2000. El endurecimiento de los republicanos respecto al tema migratorio es el principal obstáculo de Romney para cortejar al votante hispano, que en 2008 favoreció a Obama con un 67% de su voto, frente a un 31% para McCain.
Sin embargo, varios grupos hispanos han señalado ya que más de 1.5 millones de inmigrantes ilegales han sido deportados a sus países desde que Obama asumió la presidencia en 2008 y este número supera las deportaciones en los últimos cuatro años de Bush. Aunada a esta cifra, para muchos hispanos Obama no ha cumplido su promesa de una reforma migratoria. Estos dos puntos son oportunidades para los republicanos, oportunidades que Rubio podría explotar.
Politólogo e Internacionalista
Twitter @genarolozano