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¿Víctima o cómplice?

Ciudad posible

ONÉSIMO FLORES

Repitan después de mí: El exgobernador es víctima y no cómplice. En Coahuila había policías municipales, policías de caminos, agentes federales y efectivos del Ejército en la nómina del narco, pero el exgobernador no sabía. La premisa podría ser razonable, pues un gobernador no puede estar en todos lados. Lo que ocurre en una patrulla, en un callejón a medianoche, difícilmente queda registrado.

El malo le explica al bueno que el crimen sí paga, y algunos de estos buenos cambian de bando. Arrastran los pies cuando hay que actuar, avisan cuando se acerca el peligro o voltean hacia otro lado cuando alguien se los pide. Fuera de estas sencillas tareas, los narcopolicías continúan con su rutina habitual. A cambio reciben un bono sobre su sueldo: $3,000 mensuales para los policías municipales, $8,000 para los policías de caminos, $13,000 para los agentes federales de investigación. ¿Qué podría hacer un humilde gobernador contra esto?

El exgobernador es víctima y no cómplice, y quizá no podía ser de otra forma. A pesar de sus mejores esfuerzos, muchos mandos de las policías locales, comandantes de la policía de caminos, ministerios públicos y jefes de la policía federal sucumbieron también ante la tentación. Para varios de ellos, según publicó Reforma, los cañonazos mensuales eran de $10,000, $50,000 o $70,000 pesos. Y qué decir de los mandos superiores que también compraron boleto para vivir la vida loca. La subdelegada de la PGR. El coordinador estatal de la Unidad Especializada de Investigación. El hermano del exfiscal del Estado.

Todos ellos, hoy detenidos o prófugos, presuntamente cobraban entre $100,000 y $300,000 pesos al mes por proteger al narco. Aparentemente todo el sistema de procuración de justicia del Estado fue infiltrado por el crimen. Pobre del gobernador.

Según detalló Isabel Arvide, el propio presidente de la República advirtió al gobernador Humberto Moreira que su entonces procurador Jesús Torres Charles estaba coludido con el narco. Sorprendentemente, Moreira no se dio por enterado. Seguramente no creyó en la veracidad de los señalamientos, o no se sintió con la suficiente autoridad para combatir a su subalterno, pues en lugar de removerlo o investigarlo, decidió promoverlo de procurador a fiscal.

En otro revelador texto, Arvide sostiene que la vinculación del hermano del fiscal con el crimen organizado era ampliamente conocida: "¿Quiénes sabían de su papel, de su existencia, de su poder, de su relación sospechosa con criminales? Todos, absolutamente todos los que eran importantes en el Gabinete de Humberto Moreira, luego de Jorge Torres y quiero suponer que los que siguieron con Rubén Moreira. No era, no fue nunca un secreto, quién era y qué hacía".

Isabel Arvide sabe de lo que habla. Ella fue la principal asesora de Humberto Moreira en materia de seguridad, y nadie podría negar que cuenta con información privilegiada, quizá única, para contextualizar al último escándalo que persigue al Moreirismo. Lea los artículos de Arvide en el sitio www.estadomayor.mx, y saque sus propias conclusiones

Mi resumen es el siguiente: Muchos conocían los niveles de corrupción sistémica prevalentes en nuestras corporaciones policiacas, y muchos se lo advirtieron a Humberto Moreira: El Presidente, el Ejército, los funcionarios cercanos, su principal asesora en la materia. Además, los resultados hablan por sí mismos. Las investigaciones más importantes no avanzaban, los operativos fracasaban, y los homicidios y desapariciones crecían sin control. En ese sexenio los coahuilenses aprendimos a vivir con miedo, y los criminales aprendieron a sentirse en casa. ¿Cómo explicar entonces la pasividad demostrada por Humberto Moreira? ¿Tendrá alguna responsabilidad en este asunto?

Hay solamente dos opciones sobre la mesa: Víctima o cómplice. ¿Cuál les parece más creíble? Por más popular que haya sido Humberto Moreira, y por más intencionalidad política que arrastre el Gobierno Federal, no podemos evadir el fondo del asunto. Concluir que Jesús Torres Charles le rentó el Estado a los malosos sin nunca consultarlo con su jefe es tan inconcebible como aceptar que Javier Villarreal se robó solito todos los millones de la megadeuda. Concedamos que lo inaudito no es imposible y esperemos el fin de las investigaciones.

Ojalá, por el bien de Coahuila, que podamos recordar a Humberto Moreira como un generoso ingenuo rodeado de malandros, y no como el gobernador que se asoció con los criminales.

Y por cierto, ¿por qué nadie del actual Gobierno ha metido las manos al fuego por el exfiscal y su hermano? ¿Acaso no aprobaron sus controles de confianza?

Twitter: @oneflores

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