El 9 de marzo, seis muchachos fueron asesinados en Cuajinicuilapa, muy cerca de aquí. Uno de ellos, Carmelo Vázquez, era hijo de don Jonás.
"A ver, me dijeron que le mataron un hijo. ¿Sabe algo? Hay que averiguar qué pasó con su hijo muerto", le dijo el presidente Felipe Calderón.
"Aquí nunca se sabe nada", respondió el hombre que tiene un daño en el ojo derecho, al parecer una catarata.
El mandatario acompañado del gobernador Ángel Aguirre visitaron su derruida casa por el sismo del 20 de marzo.
A la tragedia de ver a su hijo en un ataúd sin saber quién y por qué lo asesinó se sumó el ver su casa casi destruida por el terremoto.
"¿Cómo ve la casa?", preguntó Calderón a un peón que medio trata de poner orden en el techo derruido.
"Fregada", respondió el muchacho desde el techo.
— Se puede arreglar?.
— No creo.
Don Jonás y sus familiares han acondicionado un techo con hojas para guarecerse. Apenas ayer, recuerdan, tembló fuerte dos veces.
"Esta casa tiene añales", reafirma don Jonás.