Vivir con asma
El asma es una enfermedad hasta cierto punto común; la mayoría hemos escuchado hablar de ella. Sin embargo no todos sabemos lo que implica vivir con este padecimiento, presente en el 10 por ciento de la población mundial.
Es probable que la mayoría de nosotros haya visto o conozca a alguna persona que trae consigo un dispositivo llamado inhalador, porque tiene asma. O sabemos de alguien que toma ciertas precauciones, por ejemplo evitar el contacto con ciertas plantas o animales, debido a la misma enfermedad.
Más allá de estas particularidades que tenemos identificadas, tal vez se haya preguntado qué implica tener asma, qué tan complicado es sostener la rutina diaria con un padecimiento de este tipo y sobre todo, si ese individuo vivirá así para siempre o hay solución a su problema.
SEMEJANZAS Y DIFERENCIAS
El asma se define como cualquier alteración a la función y fisiología de los bronquios. Casi siempre se manifiesta con una actividad de silbido en las vías respiratorias, las cuales sufren un bloqueo importante. Se acompaña de una sensación de opresión en el área del tórax, tos y resequedad en la ruta de la respiración. El problema aparece a nivel del aparato pulmonar; generalmente obstruye el aparato respiratorio con la inflamación de los bronquios y el exceso de mucosa, la cual se produce abundantemente en dicha región del organismo.
El asma se presenta por dos factores esenciales: el genético y el ambiental. El primero tiene como referente la existencia de antecedentes clínicos por parte de los padres, si uno de ellos (o ambos) tiene la enfermedad. El segundo se da cuando interviene algún elemento del entorno, es decir, si el asmático queda expuesto a cierto factor externo y empieza a sentirse mal, puede determinarse que ese agente originó la reacción. Se estima que la mayoría de los casos de asma son desencadenados por una alergia. Y a pesar de que muchos no son sensibles al polvo, el polen u otras sustancias en el ambiente, la mayoría sí es más vulnerable a sentirse mal en las temporadas secas y en los días en que sopla un fuerte viento, cuando esos y otros alérgenos abundan en el aire y provocan el bloqueo de los bronquios y las vías respiratorias.
La opción de curar el asma no existe, por ello la comunidad médica se centra en mejorar la condición de los pacientes de la mejor forma posible; por ejemplo si el origen de la enfermedad es alérgico, el objetivo es que los elementos ambientales impacten menos en el organismo del individuo. Según cifras oficiales, aproximadamente el 10 por ciento de la población mundial tiene algún tipo de asma y debe aprender a vivir con ella, aunque no todos reciben el tratamiento adecuado.
Cabe mencionar que el asma no siempre se manifiesta desde la infancia; pueden pasar meses o años antes de su aparición y más tiempo sin que la persona sea diagnosticada, pues muchos la confunden con otros problemas respiratorios. También pasa lo contrario: hay quienes se creen asmáticos y en realidad sufren una alergia o intolerancia a tal o cual elemento; la confusión se debe a que en estos casos el malestar viene después de tener contacto con algo externo (como a menudo pasa con el asma), si bien las intolerancias dan principalmente tratándose de alimentos. De ahí que sea fundamental que un médico confirme o diagnostique de qué padecimiento se trata.
CRISIS A LA VISTA
Al ya mencionado cuadro de síntomas (tos, aumento de secreciones, espasmos y bloqueo de bronquios por el incremento de la mucosa en las vías respiratorias) se le denomina crisis o exacerbación.
Es importante decir que existen tres niveles de asma: leve, moderada y grave. En el primero, las crisis no se presentan con frecuencia; únicamente cuando el estímulo físico externo sea muy fuerte, desencadenará alguno o varios de los síntomas mencionados. Lo usual es entonces que estos pacientes puedan mantener un estilo de vida bastante regular, pues por lo general necesitarán medicamento sólo si aparecen las molestias. Habitualmente no se les prohíbe el ejercicio y tampoco suelen mostrar una reacción asmática ante las agitaciones o emociones fuertes.
Quienes tienen un asma moderada enfrentan los mismos síntomas, aunque con mayor intensidad; sus vías respiratorias se cierran un poco más y es más fácil que aparezca en ellos el sonido silbante. El exceso de mucosidad en los bronquios es capaz de causarles complicaciones si no es eliminado en el corto plazo. Sin embargo esto ocurre únicamente al practicar ejercicios extenuantes o bien ante la exposición excesiva de alérgenos. El tratamiento común es la prescripción de fórmulas que supriman los síntomas. Uno de los fármacos más recetados es el salbutamol, un broncodilatador efectivo para la apertura de las vías respiratorias en momentos de crisis.
Las personas que tienen asma grave viven un contexto más complejo pues para ellas una carcajada, un esfuerzo fuerte, la presencia de polen y hasta el olor de algún alérgeno a la distancia, puede causar una reacción violenta que de inmediato les afecta. El silbido en el pecho es rápidamente sustituido por una sensación de opresión y sufren una profunda falta de oxígeno. Afortunadamente existen tratamientos para controlar los síntomas, si bien en casos extremos se les recomienda mudarse para evitar los alérgenos.
OPCIONES DE VIDA
No todos los asmáticos enfrentan las mismas circunstancias. Para algunos resulta perjudicial la ingesta de helados o líquidos fríos, ya que en ciertos casos la baja temperatura favorece el bloqueo de los bronquios; igualmente ocurre con el clima gélido, el cual aumenta la sensibilidad bronquial de un gran número de personas. En el mismo contexto, se sabe que a un amplio porcentaje de gente con esta enfermedad le afectan el estrés y las emociones fuertes, llegan a desencadenar en ellos la aparición de síntomas.
Desafortunadamente, aun tratándose de asma leve, saber que el padecimiento es crónico, conlleva cuidados permanentes y la aparición ocasional de complicaciones es inevitable, impacta en el ánimo de numerosos asmáticos y merma su dinámica ‘normal’ de vida. Por eso resulta fundamental su actitud, la buena disposición para evitar la exposición a aquellos elementos o situaciones que les causen daño y la disciplina con la que sigan las indicaciones médicas.
Ante cualquier malestar es indispensable que acudan al médico y realicen con él una capitulación de su historial clínico. Una vez establecida la causa del problema (el alérgeno), la principal medida será retirarlo o eliminarlo del entorno. En algunos casos el especialista recomienda un tratamiento basado en vacunas. La medicina alternativa también ofrece opciones para quienes tienen esta enfermedad y en los cuadros leves puede ser utilizada sin mayores complicaciones.
Otro motivo esencial para consultar a un especialista es que si éste lo autoriza, el paciente podrá practicar algún deporte. En la mayoría de los casos se aprueba y recomienda la natación, ya que muchas personas con asma mejoran su condición física gracias a esta actividad; incluso ha habido asmáticos que llegan a ser nadadores legendarios como el estadounidense Mark Spitz, medallista olímpico ya retirado.
Aunque el asma es una enfermedad crónica no debe vérsele como una sentencia, pues bien tratada estará bajo control y permitirá a la persona construir una vida plena, con calidad.
Correo-e: riturriaga@elsiglodetorreon.com.mx
Fuente: Médico Otorrinolaringólogo Diego Berlanga.