S una paradoja histórica ver a Manuel Bartlett, el político al que se le atribuye el fraude electoral de 1988, quejarse de un fraude en la elección por el Senado en Puebla. Sin embargo, lo realmente interesante de la votación del estado es que Andrés Manuel López Obrador ganó la carrera por la Presidencia mientras que Bartlett quedó en tercer lugar en la del Senado. Más que evidenciar un problema de fraude, parecería más bien que los electores poblanos hicieron gala de un voto diferenciado característico de las democracias maduras.
López Obrador obtuvo el primer lugar en la elección presidencial de Puebla con el 34.61 por ciento de los votos. Derrotó en el estado por un estrecho margen, de 16 décimas de punto porcentual, a Enrique Peña Nieto, quien consiguió 34.45 por ciento de los sufragios poblanos.
En la elección por el Senado, sin embargo, la alianza del PRI y el Partido Verde, que postulaba como candidata principal a la expresidenta municipal priista de la ciudad de Puebla, Blanca Alcalá, registró una holgada victoria con 35.2 por ciento. El PAN, encabezado por Javier Lozano, ocupó el segundo puesto con 28.47 por ciento de los votos. Bartlett quedó en tercero con 27.62 por ciento.
¿Por qué, si López Obrador consiguió el primer lugar del voto presidencial en Puebla, Bartlett quedó en tercer lugar en la carrera por el Senado? ¿Dónde quedaron los siete puntos porcentuales de diferencia? Al parecer en el voto diferenciado, que es cada vez más común en nuestro país.
No es Puebla el único estado con voto diferenciado. En el Distrito Federal Miguel Ángel Mancera obtuvo 469,946 sufragios más que López Obrador, a pesar de que los dos fueron postulados por el Movimiento Progresista. En Baja California Peña Nieto fue el ganador en la elección presidencial, pero el panista Ernesto Ruffo triunfó en el Senado con 31.38 por ciento de los sufragios, cuatro puntos porcentuales más que Josefina Vázquez Mota.
El voto diferenciado es por naturaleza razonado. No se entrega ciegamente a un partido sino que se pondera y divide. No es, de hecho, congruente con una votación impulsada por una compra masiva de votos o por un fraude. Los comicios por la Presidencia y el Senado se llevaron a cabo el mismo día y bajo las mismas reglas. Los votos fueron contados por las mismas personas. ¿Podemos imaginarnos que el PRI haya comprado el voto para la Presidenci, pero no para el Senado o viceversa? La verdad es que parece que la gente votó por quien se le antojó.
El voto diferenciado sugiere la presencia de un elector inteligente que vota por candidatos diferentes dependiendo de las circunstancias o del atractivo personal de cada uno. Este voto diferenciado casi no existía en los tiempos del PRI hegemónico. El partido simplemente obtenía un carro completo tras otro.
El propio Bartlett no tiene mucho de qué quejarse. A pesar de que dice ser todavía miembro del PRI, el Partido del Trabajo lo colocó en el primer lugar de la lista plurinominal del Movimiento Progresista para el Senado. Esto le asegura un escaño en la Cámara Alta, independientemente del resultado en Puebla.
Pero el voto diferenciado, no sólo en Puebla sino en el Distrito Federal, Baja California y otros estados, es indicativo de que los electores votaron según su voluntad. Esto es incómodo para quienes ven al mexicano como un pueblo de borregos o corruptos electorales que venden su voto, pero es una buena noticia para quienes creen en la democracia del país.
CONTRA LA COMPRA
En una entrevista con Leonardo Curzio el presidente Calderón cuestionó la compra de votos: "No es un asunto de tamaños -dijo--: es un vicio de nuestra calidad democrática que tiene que corregirse de inmediato… Esta compraventa de voluntades políticas, siendo 10 o siendo 10 mil, es simplemente inaceptable." ¿Se unirá el PAN al Movimiento Progresista en su intento por invalidar la elección presidencial?
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