La primera virtud de la reforma de la Ley del Trabajo fue que logró que los 128 senadores se presentaran a trabajar en una sesión del pleno. A los que faltaban en el momento de pase de lista inicial, los mandaron a buscar. De nada sirvió el bloqueo del Senado montado por Gerardo Fernández Noroña, quien había prometido no dejar entrar a ningún senador al edificio.
Al final la reforma laboral fue aprobada por 100 votos contra 28. En lo particular se reintrodujeron las medidas que obligan a la rendición de cuentas de los sindicatos y a tener sufragio libre y secreto en las elecciones internas de estas organizaciones. Las amenazas de los líderes sindicales en el Senado, por ejemplo, la de Joel Ayala de la Federación de Trabajadores al Servicio del Estado, en el sentido de que introduciría una cláusula que cuadruplicara el salario mínimo a seis mil pesos mensuales en caso de que se aprobaran esas medidas, se quedaron en simples amenazas.
La iniciativa regresa ahora a la Cámara de Diputados. Hay discrepancias acerca de qué pueden o no hacer los diputados con la iniciativa. Es claro que no le podrán añadir nuevas enmiendas o modificaciones. Los diputados solamente podrán discutir aquellos artículos que fueron cambiados en la Cámara de Senadores. Pero algunos legisladores piensan que la iniciativa puede ser congelada ahora que ha perdido su carácter de permanente, mientras que otros consideran que hay una obligación legal de discutirla y votarla.
El propio coordinador de los senadores del PRI, Emilio Gamboa, quien piensa que sí existe la opción de congelar la iniciativa, me dijo ayer que no piensa que esto vaya a ocurrir. Al parecer hay un acuerdo con los diputados para garantizar que se apruebe la iniciativa. A pesar de que la iniciativa fue presentada por el presidente Calderón, el gobierno de Peña Nieto será el que se beneficie de la creación de empleos que pudiera surgir de la nueva inversión.
La reforma laboral no generará cambios inmediatos en la economía. Las empresas grandes, esas que fueron presentadas como las impulsoras de las medidas, están ya habituadas a trabajar con las viejas reglas. Cuentan, por otra parte, con los ejércitos de contadores y abogados que les permiten favorecerse de incluso los marcos legales más restrictivos.
Las empresas pequeñas serían potencialmente las mayores beneficiarias. Son ellas las que enfrentan problemas de supervivencia con reglas como la que deja sin límite la responsabilidad de los salarios caídos de un trabajador con el que tengan un pleito legal. Pero los dueños de estas empresas pequeñas difícilmente se darán cuenta con rapidez de cómo han cambiado las reglas. De hecho, el esfuerzo realizado por los partidos y sindicatos de izquierda, como la Unión Nacional de Trabajadores, para cuestionar la iniciativa ha tenido éxito.
Mucha gente piensa, por ejemplo, que la nueva ley obliga al pago de 7 pesos por hora y que llevará a despidos masivos para la recontratación con contratos temporales, nada de lo cual corresponde a la realidad.
La laboral es la última de las reformas de Calderón, pero podría ser considerada también la primera del gobierno de Peña Nieto. La iniciativa sólo pudo prosperar por la disciplina que los coordinadores ejercieron sobre los diputados y los senadores del sector laboral del PRI. Habrá que ver si esta disciplina se mantiene en los intentos por realizar las otras grandes reformas que la economía requiere y que Peña Nieto ha prometido.
EL REFUGIADO
Luis de Llano Palmer, fallecido este 23 de octubre a los 95 años, fue no sólo uno de los pioneros de la televisión en México, sino uno de los últimos sobrevivientes de la primera generación de refugiados españoles en México. De Llano llegó a México en 1939 y obtuvo la nacionalidad mexicana de inmediata gracias al programa de apertura que impulsó el entonces presidente Lázaro Cárdenas.
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