En el aire santista se respira una sensación de que al Santos "ya le toca" ser campeón. Pero los títulos no se ganan porque a cierto equipo "le toque". Los títulos se buscan en la cancha, con el esfuerzo y futbol de los jugadores, la estrategia del técnico, con ayuda del árbitro o intervención divina. Es en estas instancias finales donde los chicos se hacen grandes y los consagrados cometen los peores errores. Es aquí donde nacen los héroes.
Cuando empezaba la liguilla, los favoritos eran los tres primeros (Santos, Monterrey, América) y el cuarto o quinto (Morelia, Tigres).
Para las semifinales, los favoritos eran el 1 y 2, sobre todo después de los juegos de ida, donde los sendos empates daban ventaja a los mejores acomodados en la tabla. Hasta el sábado por la noche, podría decirse que todo marchaba conforme a lo esperado... es decir, no había aparecido el resultado sorpresivo que nunca falla.
Comenzó el partido de vuelta en el Estadio Corona bajo el lema de "Tu fe es ciega". La afición, sin caer en los excesos, confiaba en ver a su equipo otra vez en la final, otra vez contra Rayados. Pero los Tigres del "Tuca" traían otra cosa en mente.
Pronto el sueño albiverde empezó a temblar con el primer gol de Mancilla. Con el segundo, la ilusión casi parecía irse por completo... y se asomaba la clásica sorpresa que nunca falla.
A pocos minutos del final emergió el héroe que los Guerreros esperaban. Oribe Peralta, quien minutos antes lucía desesperado, resolvió un partido increíble y el gol retumbó en toda una Comarca. Irónicamente, la lógica se impuso en el escenario más improbable.
El líder general está a punto de romper maldiciones. El TSM vivirá su cuarta final de liga en busca de la cuarta estrella. Benjamín Galindo quiere ser el cuarto técnico campeón con Santos, el equipo que tomó el liderato por primera vez en el torneo en la fecha cuatro.
Hoy, Santos es otra vez el favorito y Rayados, el villano. Los Guerreros están a un triunfo de volver a ser grandes. Del ansiado título que no "les toca", sino que buscan ganarlo y merecerlo.
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