No recuerdo ser afecto a los partidos amistosos... quizá porque no lo soy y porque no se juega nada en ellos. Desde una perspectiva simple, estos encuentros sirven para dos cosas: para probar jugadores y ganar dinero.
En el caso de un partido ante Brasil, por ejemplo, la cosa cambia. El "Scratch du Oro" no tiene más opción que usar estos amistosos como preparación para lo que será el Mundial en su territorio, en 2014.
Mientras México se da el lujo de hacer un Tri juvenil y olímpico para el Torneo Esperanzas de Toulon y otro para aprovechar las fechas FIFA. Eventualmente, estos dos equipos deberán unificarse con miras a la próxima cita mundialista.
Volviendo a los amistosos, los triunfos del Tri ante Gales y Bosnia quedan en las arcas y estadísticas de la Federación; quizá el de Brasil dé más para el recuerdo de aficionados y jugadores.
Los mexicanos ahora ya "se dan con todo" ante el máximo ganador del mundo, al que le meten más goles en la cancha aún cuando no dominan ni convencen (lo cual en un Mundial es preferible a jugar bonito y perder en el cuarto partido).
México, como selección de futbol, es una constante sorpresa predecible; se sufre ante los "malos" y se dan grandes juegos ante los poderosos.
Se sabe que los tricolores nos harán sufrir y, eventualmente, nos darán un motivo para sonreír. Pase lo que pase, se sabe de antemano que no los veremos después de los octavos de final (a menos que sea la Sub-17, Sub-20 o Sub-23).
Lo prometedor es que esas generaciones pronto dejarán de ser "sub".
Por ahora, dejemos descansar el futbol de playeras plagadas de publicidad, ese del que muchas veces nos quejamos pero que semana a semana nos entretiene, y disfrutemos del colorido que nos brinda el futbol de verano, con Eurocopa y Juegos Olímpicos en esta edición 2012.
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