El ser humano que no entiende, o tarda en aprender, repite sus errores; el exceso de confianza atenta contra los propios intereses. Rusia quedó fuera de la Euro cuando llegaba con todo a favor al último partido del grupo; el ser humano que pronto olvida, vuelve a caer.
Grecia se encargó de construir una tragedia rusa cuando ya nadie daba nada por ellos, y ahora nos recuerdan aquel 2004, cuando se coronaron con un futbol práctico y poco vistoso. Los griegos sueñan con aprovechar los errores rivales y repetir la épica historia de su única gran alegría como selección de futbol.
Esa corta memoria a veces reaviva esperanzas. Negados a ver su inminente realidad adversa, el hombre es capaz de provocar hazañas.
Sin el mínimo respeto por el local, República Checa echó a los polacos. En las imágenes se podía palpar el sentir de una pobre afición ilusionada... desilusionada. Hombres, mujeres y niños se pintan el rostro con la derrota. Son imágenes de unión aún en una situación dolorosa, imágenes que contrastan con los hechos de violencia que han protagonizado los hinchas radicales.
Polonia se convierte así en un local más que se despide pronto de la Euro que organiza. El grupo lucía a su favor, donde el más fuerte era Rusia. No es así para Ucrania, el otro local, que comparte el pelotón con dos campeones del mundo: Inglaterra y Francia.
Un día después de ser eliminados, los jugadores polacos se presentaron ante su afición para recibir una última muestra de aliento.
Ya dos grupos se han definido y pronto lo harán los dos que faltan. Los alemanes siguen fieles a su estilo, ganar siempre. Los portugueses despertaron a Cristiano y éste les dio el pase. Holanda se fue sin ganar un punto.
Es inevitable sentir que el mejor torneo de futbol del mundo a nivel selección poco a poco se va. Y aunque, como siempre, lo mejor está por venir, existe un dejo de nostalgia por un deporte que tiende a dar grandes historias.
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