De alguna manera, los astros y los calendarios se pusieron de acuerdo para que en el fin de semana que pasó se disputaran partidos clásicos en ligas que nos interesan.
El primero, el de México. Obviamente la liga nos interesa porque de aquí somos o aquí vivimos. Y a los que nos gusta el futbol nos llaman la atención los clásicos. Sin embargo, la devaluación no es exclusiva del peso y también en las canchas se da con frecuencia.
Los dos grandes de nuestro balompié son equipos con un presente intrascendente que sólo viven del pasado. El "super clásico", como nos lo quieren vender, a mí no me interesa ni por morbo. Hace mucho llegué a sentir empatía por los rojiblancos (por jugar con puros nacionales) y solía decir que era antiamericanista. Hoy, de eso no queda nada.
Ni me gustan las Chivas de Vergara ni el América (o en lo que se ha convertido este equipo) me causa algún tipo de animadversión. Es decir, ambos conjuntos "me dan lo mismo".
Por ende, en vez de ver el clásico mexicano preferiría ver un concierto de Marylin Manson... y en un descuido hasta de Madona.
Pero para que no me cuenten, vi el encuentro y me conecté al Twitter (síganme los buenos: @Foko_54), donde la pasión se vive como si fuera en serio.
Seguidores chivas y águilas estaban al tanto de su juego esperado, que al principio dejaba pocas satisfacciones. Con los goles, los festejos y burlas también llegaron. Al final gozaron las Chivas que, según el técnico rival (Miguel Herrera), ganaron por "hue..." y no por futbol. Pero así también se ganan estos partidos, "Piojo".
La falta de protagonismo de los grandes ha hecho que los norteños tomen el mando, y ante su baja de juego han aprovechado terceros (Toluca y León).
Al día siguiente, en España, Real Madrid y Barcelona jugaron su clásico, que a diferencia de los protagonistas en nuestro país, son dos equipos con presente progresivo. Ahí está el detalle.
jsepulveda@elsiglodetorreon.com.mx