Vuelven peregrinos a casa luego de bendición papal
Por: Carlos Padilla.
Es un éxodo el regreso de feligreses después de la misa papal, en las autopistas que colindan el Parque Bicentenario se hacen ríos de gente.
Ahí en las faldas del Cubilete el sol ardiente y pequeños remolinos de polvo cubren los ya fatigados peregrinos. Muchos llevan sombreros, otros se cubren a la sombra de los puentes.
Algunos grupos perdieron su transporte y los servicios policiales no se dan abasto dando información, pero la gente caminó ordenada rumbo a Silao, Guanajuato y León.
Familias completas deben regresar a sus Estados, pero en el andar la gente empujaban tanto para salir que a muchos la “marea” los llevó lejos y extravió.
En ese momento los coches de lujo casi se le echaban encima a la gente “con actitudes pedantes de los conductores impacientes”, se quejaban algunas personas.
Soportando inclemencias, quemaduras de piel y garganta irritada, los peregrinos vuelven de la bendición papal. Uno que otro rosado por el polvo y el calor, no le importó sonreír para las fotos del recuerdo.
En la carretera aún descansan bajo los árboles gente adulta junto a los jóvenes, mientras se refrescan unos minutos para continuar.
Cientos de vehículos son desviados por la carretera libre, van a vuelta de rueda, mientras que por la autopista el andar les derrite la suela a miles.
Los vendedores de refrescos y papitas ofertan todo a 10 pesos para los que cargan sus maletas, bolsas, bancos y mochilas, pero que van felices entonando: “Bienvenido Benedicto a este pueblo colonial donde Jesús resucitado es el rey universal”.