Una vez más los electores estadounidenses se abstuvieron de entregar todo el poder a una sola persona o partido. Barack Obama fue reelecto presidente de los Estados Unidos con una victoria amplia en el Colegio Electoral, pero que alcanzó apenas dos puntos porcentuales en el voto popular (50 contra 48 por ciento).
El presidente difícilmente podrá argumentar que tiene un mandato claro para llevar a cabo reformas de fondo. Su victoria es mucho más cerrada que la que logró en 2008. "Si hay un mandato -ha declarado John Boehner, el republicano presidente de la Cámara de Representantes-es para que los dos partidos lleguen a acuerdos para lograr que nuestra economía crezca y genere empleos."
El presidente Obama, de hecho, tendrá que seguir trabajando con un Congreso dividido. El Partido Republicano, a pesar de perder tres escaños, ha mantenido el control de la Cámara de Representantes, mientras que el Partido Democrático, con una ganancia de un puesto, conserva el dominio del Senado. Obama tendrá que seguir negociando cada acción con ambos, lo cual es difícil en un país en que las diferencias entre partidos se vuelven cada vez más ideológicas.
El primer paso para el presidente será negociar un acuerdo que permita evitar el "precipicio fiscal", término que se ha popularizado para designar una serie de disposiciones vigentes que, de no ser modificadas, provocarían en enero un fuerte aumento en los impuestos y una reducción radical en el gasto público que podría provocar una nueva recesión.
Menos urgente, pero más importante, es encontrar una fórmula que permita a la economía estadounidense salir del estancamiento que ha sufrido desde 2008 y que ha llevado la tasa de desempleo a niveles cercanos al 8 por ciento. En sus cuatro años de gobierno, y suponiendo un crecimiento de 2.1 por ciento en este 2012, la expansión de la economía estadounidense ha promediado un decepcionante 0.8 por ciento al año. Sorprende, de hecho, que Obama haya podido ganar la elección con este estancamiento, especialmente cuando en la campaña de 2008 prometió que tomaría medidas que revitalizarían la economía del país.
Esta promesa rota es quizá la razón principal de que la victoria de Obama haya sido tan endeble. Muchos estadounidenses dudan que el presidente tenga la capacidad o la voluntad para tomar medidas de fondo que generen un nuevo impulso a la economía de los Estados Unidos. De hecho, cuando tuvo la oportunidad de impulsar esas acciones, prefirió abanderar una costosa reforma al sistema de salud que no aporta nada a una recuperación económica.
Aunque la economía es el tema de fondo, quizá las consecuencias de largo plazo de los referendos que se hicieron sobre temas sociales serán más importantes. En dos estados, Washington y Colorado, se aprobaron iniciativas que buscan legalizar el uso de la marihuana para propósitos recreativos. En uno más, Massachusetts, se respaldó su empleo medicinal. Además, dos estados, Maine y Maryland, aprobaron el matrimonio de personas del mismo sexo.
La legalización de la marihuana en Washington y Colorado generará un conflicto con la ley federal que sigue prohibiendo el uso de esta sustancia, pero abre la puerta a una tendencia que podría llevar con el tiempo a la eliminación de la prohibición que tanto daño ha causado, sobre todo a México. Las decisiones en Maine y Maryland muestran, por otra parte, que la aceptación al matrimonio entre homosexuales es cada vez más generalizada. Y este es un cambio de fondo en un país tan conservador como Estados Unidos.
MAÍZ TRANSGÉNICO
Al parecer, según el subsecretario de agricultura Mariano Ruiz Funes, podrían registrarse a fines de este 2012 las primeras siembras de maíz comercial transgénico en el norte de México. Hace ya mucho tiempo que esto debió haber ocurrido. Lástima que el sur de México, donde las necesidades son mayores, no podrá aprovechar la productividad de estos cultivos.
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