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Y encontraron de nuevo el camino a casa

Suerte. Ana, Alejandro y Alan tienen suerte: pudieron volver al seno familiar tras haber estado desaparecidos.

Suerte. Ana, Alejandro y Alan tienen suerte: pudieron volver al seno familiar tras haber estado desaparecidos.

EL UNIVERSAL

Ana, Alejandro, Alan y Miguel desaparecieron de sus hogares cuando eran niños. Hoy pueden contar su historia gracias a que regresaron a casa; la Asociación Mexicana de Niños Robados y Desaparecidos tuvo un papel fundamental para ello.

 '¿CóMO SE BORRA  UN INSULTO?': ANA Ana dice que su infancia concluyó al cumplir los ocho años. Fue entonces cuando su madre se relacionó con una pareja que ella no aceptaba. Entonces comenzaron los drásticos cambios en el carácter de su progenitora que la llevaban a gritarle y a insultarla constantemente: "¡Ana, no sirves para nada! ¡Eres igual a tu padre! ¡Ojalá no existieras!".

Desde muy pequeña, ella comenzó a realizar tareas no propias de su edad, como cocinar para su hermano menor. "Mamá me decía: '¿Qué quieres? O me quedo en la casa a cocinarles para que traguen o salgo a trabajar para que también traguen. ¡Escojan!".

"En todo caso, hubiera preferido un golpe de mi madre en lugar de sus insultos y constantes gritos, porque un golpe te provoca un moretón durante algunos días y después desaparece, pero los insultos y los gritos, ¿cómo te los quitas del cuerpo? Esos permanecen como tatuados en la piel", dice Ana.

Tras una fuerte discusión con su madre, decidió huir de casa. Durmió unos días en una central camionera, hasta que, sin dinero y con hambre, optó por ir a la casa de su abuela, de donde un tío la llevó por la fuerza con su madre. A los pocos días, Ana volvió a fugarse, ahora a casa de una tía, donde aún permanece. "No voy a regresar con mi madre, me quedaré a vivir con mi tía, porque ella me respeta", afirma Ana.

La Asociación le brinda asesoría para poder cumplir su deseo.

 LES EXIGíAN 150 MIL PESOS POR ALEJANDRO "Necesito que me prestes a tu hermanito para que me ayude a entrar por una ventana y me abra la puerta desde adentro, pues las llaves se me quedaron en la casa", fue lo que una mujer dijo al hijo mayor de la familia Zamudio Galván. Los niños nunca habían visto a esa mujer.

A pesar de la resistencia de Luis Ángel, de 10 años, la señora se llevó a Alejandro, de tres años y ocho meses. Era el 26 de junio del año 2011. Ana y Edmundo, los padres de los niños, debían trabajar y los habían dejado solos "por razones de fuerza mayor", comenta Ana.

Ante la desaparición del menor, la familia acudió a la Asociación Mexicana de Niños Robados y Desaparecidos, y a la PGR a través del Programa de Apoyo a Familiares de Personas Extraviadas, Sustraídas o Ausentes, para denunciar la ausencia del menor.

A los pocos días recibieron una llamada en la que les pedían 150 mil pesos. La familia comenzó a pedir dinero prestado. La Asociación y la familia pegaron carteles por toda la ciudad.

Días después, alguien vio a un niño en la carretera de Puebla y se acercaron a él y llamaron a una patrulla, que lo trasladó a un albergue del DIF. Era Alejandro. Aparentemente lo habían soltado en la carretera. Estaba solo.

Tras unos días en el albergue, una trabajadora lo reconoció al ver su foto en un poste. Llamó a la Asociación y María Elena Solís y el papá fueron a su encuentro.

 UNA MUJER QUE AYUDA A  RECUPERAR A EXTRAVIADOS María Elena Solís se dedicaba al comercio y prometió que si encontraba a su nieta de dos años que había desaparecido dedicaría su vida a ayudar a otros para rescatar a personas robadas. Corría el año de 1994. Cincuenta días pasaron antes de que tuviera alguna pista de la niña. Una banda de robachicos la tenía.

Su nieta Angélica Elena sería recuperada junto a otros tres niños en enero de 1995. Tres años después, cumpliendo su promesa, y preocupada por el gran número de personas desaparecidas, Solís constituyó la Asociación Mexicana de Niños Robados y Desaparecidos, A.C., (AMNRDAC), protocolizada el 4 de septiembre de 1997 ante notario público.

Hoy, AMNRDAC ha recuperado a aproximadamente mil personas que han sido robadas, secuestradas, sustraídas, ausentadas de manera voluntaria o coaccionada o por cualquier otra circunstancia que los haya separado de su familia, y tiene en su lista a casi 500 personas desaparecidas. Angélica Elena Sánchez, la nieta de María Elena Solís, trabaja en la asociación de tiempo completo.

Dicha asociación da asesoría legal y apoyo en la investigación sobre el paradero de personas desaparecidas, así como traslado a instituciones públicas o privadas para que reciban atención psicológica, médica o albergue temporal. Actualmente, se atienden casos en el DF y los estados de México, Coahuila, Puebla, Guadalajara, Veracruz, Tlaxcala, Guerrero y Morelos.

Para estos fines, se elabora un formato con los datos de la persona desaparecida y su foto más reciente, que se publica en prensa escrita y televisión. La fotografía aparece en las pantallas de las sucursales de Banamex, así como en el boletín de las tiendas Coppel, donde les otorgan un espacio para tres o cuatro fotos de menores una vez al mes.

De ser necesario, el caso se turna al CAPEA en el DF y a ODISEA, en el Estado de México.

 'LA PIEL SE ME HIZO DURA  FUERA DE CASA': ALAN Alan Rosales tenía 16 años cuando decidió irse de su casa. "No pensé en las consecuencias, me escapé por rebeldía y por muchas cosas que me molestaban. No tengo cara para contarlo, pero me fui a Veracruz", dice.

Al llegar, Alan comenzó a trabajar como cargador en un mercado, donde experimentó la soledad y el trabajo rudo, pero no quería volver con sus padres. "Se excedían en los castigos, y ya no quería más castigos... ese fue el motivo por el que desaparecí", afirma.

Pasaron cuatro meses. Alan nunca se comunicó con su familia. La fundación repartió folletos por toda la República Mexicana en un intento por dar con su paradero. Alguien reconoció al joven a través de una fotografía y llamó a la Asociación. Fue entonces cuando María Elena viajó a Veracruz y comenzó las investigaciones. Encontró al menor y llamó a los padres, que permanecían en el Distrito Federal. Ambos llegaron al puerto, pero la mujer pidió ser ella quien hablara con el joven primero, como lo ha hecho con decenas.

Alan trabajaba en un bar. Solís entró y se acercó al joven. Le dijo que quería hablar con él y le preguntó qué quería ser cuando creciera. El adolescente admitió que su sueño era enrolarse en la Marina... Con la promesa de la mujer de que lo apoyaría para alcanzar su meta si volvía a casa, el joven finalmente accedió retornar al hogar del que huyó.

 'RECUPERé A MIGUEL CON UñAS Y DIENTES' La pesadilla de María Elena comenzó cuando dio a luz a su hijo. En ese momento no tenía recursos para pagar el parto, por lo que su esposo, que trabaja en Estados Unidos, le dijo que acudiera a un sanatorio propiedad de su familia. "A las dos horas del parto me corrieron del sanatorio, argumentando que no podían darme el certificado de nacimiento de mi hijo hasta que se pagara el parto".

María Elena no tuvo más opción que irse a vivir a casa de la familia de su esposo, quien murió de cáncer en 2008, donde comenzó a trabajar como doméstica para pagar.

"Una tarde los familiares de mi difunto marido me pidieron prestado a mi hijo para que lo llevaran al médico ortopedista. Fue la última vez que lo vi. Lo busqué durante meses. Nadie sabía nada. Recurrí a la Procuraduría General de Justicia del DF y a la Asociación de Niños Robados y Desaparecidos".

Con el paso del tiempo, María Elena supo que su hijo estaba con uno de los familiares de su esposo que trabajaba en la Policía Federal de Caminos de Veracruz, pero recibió un mensaje donde la amenazaban de muerte si procuraba ver a su hijo.

"Un día mi suegra me invitó a pasar el Año Nuevo en su casa de Ixtapan de la Sal. Ahí estaba mi niño. Corrí, me aferré a él y salí de esa casa", recuerda.

En riesgo

⇒ ¿Quiénes están en riesgo de extraviarse? Los niños menores de 5 años, por descuido de sus padres o cuidadores.

⇒ Los niños de entre 6 y 12 años huyen por malos tratos en casa.

⇒ Los jóvenes se ausentan por no tener buena comunicación y confianza con sus padres.

⇒ La población rural se pierde cuando llega a la ciudad.

⇒ Los ancianos, por sus trastornos de salud.

FUENTE: ODISEA

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Escrito en: desaparecidos

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