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¿Y si voto por Josefina?

GENARO LOZANO

"Voy a votar por Josefina porque es mujer. Hasta mi mamá que era priista se decidió y va a votar por ella. Esta elección va a ser un drama para las mujeres. Ve, Beatriz e Isabel van a perder titánicamente. Por eso voy a votar por ella, por solidaria con el género". Palabras más, palabras menos me dice una querida amiga, muy informada y leída, cuando hablamos de la elección presidencial. Y hay algo que me mueve de ese argumento.

Soy un hombre feminista. Uno que ha leído y que enseña sobre la necesidad del feminismo como un pensamiento crítico que hace un diagnóstico de la realidad, que nos explica por qué la diferencia sexual y sus interpretaciones importan, por qué las instituciones del Estado incentivan la perpetuación del trato discriminatorio o bien cuáles políticas remedian tal desigualdad. Igualmente, pienso en el feminismo como práctica, como varios movimientos sociales en el que participan especialmente mujeres, pero también muchos hombres, que defendemos los derechos sexuales y reproductivos, los derechos políticos y que buscamos oportunidades iguales para tod@s.

También soy un feminista que reconoce que hay muchos feminismos. Uno de ellos es un feminismo conservador, "mujerismo" dirían algun@s, en el que la defensa de los derechos sexuales y reproductivos no es tema, en el que el aborto en específico divide a sus integrantes. Un feminismo en el que se encuentran mujeres como Sarah Palin, en Estados Unidos, y Josefina Vázquez Mota, en México.

Uno de los objetivos del feminismo ha sido, al menos desde su momento fundacional en el siglo XIX, el apoderamiento político de las mujeres. La participación política plena, el derecho a votar y ser votadas
Más de un siglo después, en la década de los sesenta, se empezó a pensar en que un objetivo principal debería ser el que se rompiera el "máximo techo de cristal", con la llegada de una mujer al Poder Ejecutivo.

En 2008 observé con interés la candidatura presidencial de Hillary Clinton. Me tocó vivirla en Estados Unidos. A lo largo de su contienda vi cómo en efecto persistía una actitud misógina en algunos medios de comunicación, como Fox News. Vi también cómo la entonces senadora por NY enfrentó en un mitin a un hombre que le gritaba "plancha mi camisa" o cómo algunos comentaristas perdían el tiempo hablando sobre si Clinton usaba un escote o se preguntaban por qué no se ponía faldas, en lugar de comentar sus propuestas. Hillary redefinió una campaña presidencial femenina.

Josefina ha hecho del discurso del género una pieza central de su campaña, pero sin llenarla de argumentos. Una y otra vez repite, como un mantra que no abandona, que "ella es diferente", que la expresidenta chilena Bachelet le dio un consejo, que la presidenta costarricense Chinchilla le dio otro, en lugar de hablar por ejemplo de la inoperancia del Consejo Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim).

Ante la falta de claridad, ante la falta de un pensamiento original sobre el género y sobre lo que significa ser mujer en esta campaña presidencial, Josefina saca frases hechas, dispara nombres, vincula la construcción de paz y la lucha contra la corrupción con el género -el "mujerismo" pues- saca tardíamente el spot con el que tendría tal vez que haber arrancado su campaña: el de un papá que dice que votará por ella porque quiere que su hija sea presidenta algún día.

Sin embargo, Josefina no aterriza nada. No articula la diferencia que pregona, no es autocrítica ni con su campaña ni con su partido. El que el PAN tenga en toda su plataforma electoral la palabra "género" solamente en 2 ocasiones y ella en la suya solo 7, no parece preocuparle. El que su partido sea percibido por activistas de la diversidad sexual como el "enemigo a vencer", por encima de la iglesia católica, tampoco le saca apuros a la candidata.

Josefina se lanza, también tardíamente, contra Elba Esther Gordillo, contra la "Peñanovela", contra Romero Deschamps, pero no contra los errores de la administración en la que ella sirvió como Secretaria de Educación. Josefina se presenta como una dama de hierro al afirmar erróneamente que es una "mujer que usa faldas, pero que tiene muchos pantalones", pero palidece cuando se reúne con el Episcopado mexicano, toma metafóricamente una ostia y se rinde ante el clero con temas como el derecho a decidir y la diversidad sexual. Josefina desaprovechó una oportunidad para mostrar claramente una diferencia respecto a su partido y al presidente Calderón en estos temas.

La amiga que cito al inicio tiene razón. Este 2012 las candidaturas de mujeres, lideradas por Josefina, Beatriz Paredes e Isabel Miranda, dejan mucho qué desear y parecen encaminadas a la derrota. Josefina ya hizo historia al obtener la candidatura presidencial del PAN, pero si no demuestra que tiene el valor de romper con los errores de su partido y del gobierno de Calderón, su contribución a la historia se quedará ahí, con una candidatura, y habrá que esperar al 2018.

Politólogo e Internacionalista

Twitter @genarolozano

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