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‘Ya basta del gobierno represor’, gritan

Javier Garza

El estruendo de las tamboras ahogaba los gritos de protesta, pero le ponía el ambiente a la primera marcha estudiantil del año en Chile.

La marcha avanzaba por grupo, y cada grupo traía su música, de modo que el ruido no se desvanecía conforme avanzaban los estudiantes, sino que acompañaba toda la marcha, para exigir reformas al sistema educativo, para tener acceso gratuito.

Miles de estudiantes marcharon de la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile hasta la Estación Mapocho, un centro cultural en el corazón de Santiago. Los periódicos del miércoles enfatizaban que la manifestación contaba con el permiso del gobierno de la ciudad. Porque aquí, a diferencia de otros lados, se necesita permiso para tomar las calles.

Además de las protestas avanzan los bailes

Al compás de la música, las consignas avanzaban entre bailes. “Sí a la educación, no a la represión”, rezaba una manta. “Por un Chile + Justo, Educación Gratis”, decía otra. Varios llevaban pancartas con la imagen de Salvador Allende, patrono de cualquier causa social de la izquierda chilena, asesinado 20 años antes de que estos manifestantes nacieran.

Lesly, estudiante de ingeniería de 21 años, explica que las protestas van encaminadas a obligar al gobierno a aplicar reformas a la manera en que financia el sistema educativo, pues dice que los estudiantes están “ahogados” en deudas para pagar la universidad.

Lesly lleva en brazos a una niña de un año. Es su hija, dice. “La traje porque no tenía dónde dejarla”. La niña, Fátima, parecía divertida en la manifestación y de vez en cuando apuntaba a alguna de las banderas rojinegras que ondeaban sobre la multitud.

“Somos más de 40,000!!!!”, escribió en Twitter la carismática lideresa estudiantil Camila Vallejo, que le ha dado resonancia internacional a las protestas en Chile por las decenas de perfiles suyos en la prensa de Estados Unidos y Europa. Inmediatamente, algunos críticos le respondieron: “No le pongas tantos”. “Camila Vallejo reprobó matemáticas”.

Ya los esperaba un contigente de policías

Unas cuadras antes de llegar a la marcha ya se notaba la señal más certera de que una manifestación está cerca, y que no es un grupo de jóvenes con pancartas, sino un contingente de policías antimotines con todo el atuendo: coderas, rodilleras, pecheras, casos, máscaras antigases y la infaltable macana.

Pero los Carabineros de Chile estaban más en papel de espectadores quede guardianes del orden, pues la manifestación pasó sin incidentes, y aparte tenía permiso. Sólo al final, cuando la multitud se dispersó, un grupo de jóvenes quiso incendiar una caseta, a manera de remate, y fueron detenidos.

Pero los meseros de los restaurantes en el Mercado Central, donde desembocó la manifestación, estaban furiosos. Estas marchas les ahuyentan la clientela.

Entre los estudiantes, el ambiente era de fiesta, bailando al ritmo de las tamboras o de las notas de un grupo de saxofones y trompetas que tocaron piezas de jazz mientras comenzaban las arengas.

Raúl, estudiante de derecho, vendía bolsas con la imagen del Che Guevara, “para pagar los costos del movimiento”. Dice que la de ayer fue la mejor manifestación desde que empezaron las protestas el año pasado.

Lo Carabineros pusieron la cifra de manifestantes en 48 mil personas, reportó la prensa de Santiago. Camila Vallejo afirmó en Twitter que “fuimos + de 80 mil” y que “con convicción y unidad avanzamos!!!”

Cualquiera que sea la cifra, la respuesta pareció sorprender a los líderes de la Federación de Estudiantes, que habían reconocido el temor de que, tras más de cinco meses sin protestas, el entusiasmo haya bajado. Dicen que el sábado pasado nada más juntaron 400 personas.

Por eso se explicaba el grafiti fresco en el edificio barroco de la Universidad de Chile, a unos pasos del mítico Palacio de la Moneda.

“El que no para se vende”, amenazaba una pinta a los que prefieren no entrarle a la protesta. “Basta de gobierno represor”, decía otra. Una más parecía totalmente fuera de lugar, aunque en una segunda lectura daba el tono de la protesta: “Argentina nacionalizó su petróleo. Allá sí tienen cojones”.

Al parecer, el gobierno de Sebastián Piñera está lo suficientemente asustado, que ya se anunciaron reformas para atender las exigencias estudiantiles, una de la cuales fue sacar a los bancos privados del negocio de los créditos educativos y otorgar más becas.

Es una primera victoria, dicen los estudiantes. Ya vendrán otras, cuando regresen a la calle, al son de la tambora.

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