Hace alrededor de tres meses, cuando comenzaban las campañas presidenciales rumbo al primero de julio, muchos nos atrevimos a aventurar que serían un espectáculo aburrido y carente de sorpresas, predecible. A escasos días de la elección, este columnista se retracta de tales dichos y celebra el haberse equivocado. A pesar del lodo, los dimes y diretes, la guerra sucia -a la que abonaron los cuatro partidos, cabe destacar- el derroche y los dispendios, las limitantes y pifias de los candidatos, las pasiones y enconos característicos en la política, los desencuentros entre quienes nos aprestamos a acudir a las urnas, el saber que nuestra democracia es la más cara del mundo y está lejos de hacernos sentir orgullosos de ella: todo lo anterior forma parte del juego democrático. Quizá tú y yo nunca coincidamos en algunas cosas, querido lector, sin embargo estoy cierto que tales diferencias terminarán por conducirnos a ser un mejor país. En ocasiones, el camino hacia la grandeza es sinuoso y no exento de tropiezos y descalabros.
Ciertamente nadie esperábamos -y a todos sorprendió, creo- el nacimiento del #YoSoy132 a raíz de aquel viernes negro en la Universidad Iberoamericana de la ciudad de México. Lo que empezó siendo una simple protesta en contra del candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, y del proyecto político que encabeza, hoy se ha convertido en un coro de voces a la que muchos miles se suman. Nos pueden o no gustar las formas de los chavos, coincidir o invalidar sus peticiones, el método, cuestionarnos a quién le beneficia o perjudica que se manifiesten en contra del estatus quo y opten por tan visible perfil público; a pesar de ello aquí celebramos y aplaudimos su intención de cambiar aspectos de la vida del país que sencillamente no marchan. La más grande y valiosa aportación de los jóvenes estudiantes ha sido el habernos hecho entender algo que quizá teníamos olvidado: que el futuro de México trasciende a los políticos y es responsabilidad tuya, mía, es de todos.
¿Cuánto durará el furor y simpatía por la causa del #YoSoy132? ¿Trascenderá la etapa electoral o su muerte se antoja cercana? ¿Son la carne de cañón de ciertos intereses partidistas? Nadie lo sabemos a ciencia cierta. Cuando algunos pronosticaban la inminente desaparición del movimiento, de nueva cuenta vuelven a la carga, a sorprendernos gracias a la frescura de sus ideales y la contundencia de su lucha. Y es que el debate organizado por los chavos -sin importar las fallas técnicas, el formato, la escasa producción y diversos errores de contenido- es digno de celebrarse dada su aportación a la democracia y al diálogo. El pasado miércoles quedó de manifiesto que no se necesita de grandes sumas de dinero ni de la infraestructura de un organismo como el IFE para lograr lo que hace tiempo se veía como imposible: sentar a la mesa a tres candidatos a la Presidencia de la República con el objetivo de indagar qué persiguen, cómo buscan lograrlo, de increparlos, meterlos en aprietos, hacerles preguntas y cuestionamientos incómodos, sacarlos de su zona de confort, jugar su mismo juego, y darles una sopa de su propio chocolate.
¿Que quién ganó el debate? Tampoco en ello nos vamos a poner de acuerdo, cada quien su particular óptica de las cosas. Ganaron Andrés Manuel López Obrador, Gabriel Quadri de la Torre y Josefina Vázquez Mota al haber asistido a dialogar con los jóvenes. En tanto, aunque estaba en su legítimo derecho de no acudir al encuentro dado el cariz anti-Peña -que estimo erróneo- característico del #YoSoy132, el gran perdedor fue el candidato del PRI. Aunque resultara vencedor en las encuestas y termine victorioso bien pasada la elección, para Enrique Peña Nieto será complicado sacudirse de la creencia generalizada de que rehúye aquello que escapa de su control y sólo es afecto al público cautivo, a la maquinaria priista tan docta en acarrear a las conciencias adormiladas por el hambre y la ignorancia en las cuales se sustenta el voto duro del partido tricolor.
Será prerrogativa y decisión personalísima de los integrantes del #YoSoy132 formular qué quieren en el futuro inmediato. Tras noventa días intensos de campaña y de cara a un nuevo Gobierno y a un nuevo -o nueva- Presidente de México, yo me quedo con otra noción: que el escrutinio hacia los políticos es indispensable. Seamos eternos #YoSoy132 en algo: cuestionemos siempre. Cabe recordarle a la clase política entera que son nuestros empleados. A muchos se les olvida.
En fin, felicidades al movimiento.
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