Iniciamos un año en México con una nueva administración federal y cuatro locales en Morelos, Chiapas, Distrito Federal y Tabasco. Con un pacto suscrito por el PRI, PAN y PRD. Con una Ley de Ingresos y un Presupuesto de Egresos, aprobados sin contratiempos y en tiempo récord, en un Congreso sin mayoría absoluta de partido político alguno.
Con una reforma educativa en curso de aprobación por las legislaturas estatales. Con un nuevo plan de seguridad pública. Con un nuevo gabinete. Con una dirigencia renovada del PRI en su presidencia y secretaría general. Con un nuevo partido en ciernes. Y todo esto, ¡en tan sólo un mes!
Pero ese escenario es tan sólo una premisa para contar con las herramientas indispensables para enfrentar los grandes retos que deberá resolver este país en los próximos cinco años, en mi opinión, los cinco que a continuación se exponen.
1) Combate frontal a la pobreza. Según Coneval, hay una constante en todos sus mapas sobre pobreza alimentaria, de capacidades, patrimonial y de ingresos: tres estados mantienen un fuerte rezago con una enorme distancia respecto del resto de las entidades federativas y son Chiapas, Oaxaca y Guerrero, en el sureste de la costa del Pacífico. Luego viene una franja en el centro y costa del Atlántico con un rezago medio, y el norte con uno menor, pero con "islotes" de alto rezago, en un corredor que abarca el sur de Chihuahua el occidente y sur de Durango y norte de Nayarit.
Un programa de combate a la pobreza tendría que diferenciar esas tres zonas otorgando una muy alta prioridad a Chiapas, Oaxaca y Guerrero y la franja norteña referidas, pero sin descuidar las otras zonas.
2) Garantía de seguridad pública efectiva. Contamos con un Sistema Nacional de Seguridad Pública con fundamento constitucional y legislación federal renovada, pero se requiere de una reingeniería administrativa, tanto para adecuar las piezas al nuevo esquema que retorna la seguridad pública a la Secretaría de Gobernación y en la PGR, pero sobre todo de liderazgo efectivo con mando único y combate diferenciado por zonas criminógenas sin descuidar al resto del país, con un programa preventivo.
3) Crecimiento económico y empleo. El país logró trasponer los efectos de la crisis económica internacional que afectó a las economías desarrolladas de Occidente, pero dista mucho de lograr un crecimiento como el que se observa en Brasil, India o China.
Es indispensable duplicar la tasa de crecimiento económico con políticas intensivas de empleo que atiendan particularmente a los jóvenes, eviten la migración al norte y sobretodo la frustración social. Este reto va estrechamente de la mano con una estrategia educativa con calidad y mayor cantidad. Las reformas hacendaria y energética son pilares indispensables que no pueden esperar más tiempo.
4) Democracia y derechos humanos. Resulta impostergable la consolidación democrática de México que pasa por la ampliación de la participación ciudadana en la definición de la res-pública, un auténtico Estado de derecho, todavía faltante por el inadecuado cumplimiento de la reforma penal del nuevo sistema acusatorio-oral, pero pasa también por el respeto efectivo a los derechos humanos sobre todo de la población más vulnerable como los periodistas y luchadores sociales.
5) Una nueva política internacional. México tiene una bien ganada tradición de logros en materia internacional. Sin descuidar las relaciones bilaterales diversificadas, hoy es el tiempo también del multilateralismo que el país puede y debe aprovechar, sobretodo este año, que le corresponderá la presidencia del Ecosoc, órgano fundamental de la ONU, cuya reingeniería coincide con las resoluciones del G20 y el apreciado programa de Ban Ki-moon sobre Estado de derecho.
Los cinco retos están fuertemente interconectados. Quizás el pilar principal sea el tercero, pero los otros también deben funcionar como pivotes del país que añoramos los mexicanos. ¡Feliz año nuevo!
Investigador del IIJ de la UNAM.