El gobierno del pueblo o por su materialización gobierno de todos, tuvo su génesis desde las ideas socrático-aristotélicas de la Grecia Antigua, pero después de tantos años, ¿cómo se logra que el poder se reparta entre las masas?, lo cierto es que en esencia esto no ha ocurrido en ningún ente político del mundo, pero sí hay acercamientos y distanciamientos. Claro está que doctrinariamente y en la práctica, la forma fundamental de configurar una democracia de verdad, es por medio del derecho político por excelencia: Sufragar.
Es preciso hablar sobre la repercusión de los procesos electorales en la eficacia democrática de los gobiernos modernos, uno de los derechos fundamentales de primera generación es parte primordial de este esquema político liberal, los llamados derechos político electorales. Por medio del voto es que la población colabora activamente en las decisiones trascendentales de su sistema gubernamental, por ello las recientes campañas rumbo a una jornada de elecciones, aunque sea a nivel coahuilense, hacen que se torne interesante el análisis de lo que elegir a un "representante" implica y cómo es que en base a ello se funda una democracia auténtica.
Hay una organización especializada llamada "Democracy ranking association" (Asociación del listado de democracias) y que está encargada estrictamente en un estudio internacional de los gobiernos que se asumen democráticos, para valorar qué tan democráticos son. Dentro de los criterios que establece para calificar se encuentran los que hacen creíble la noción doctrinal que el poder de verdad emana de la voluntad popular para ejercerse de forma representativa, dichos criterios son: sistema político-electoral, equidad económica y de género, así como acceso a los servicios públicos como educación, agua y seguridad; de la última lista que entregaron los primeros tres lugares los ocupan Noruega, Suecia y Suiza en ese orden, si bien no son sistemas diversos a los más comunes para elección parlamentaria, es decir por representación proporcional o mixto, por mayoría y proporcional. Por algo son los noruegos y suizos quienes mejores resultados presentan en cuanto a la eficacia de atender a la voluntad poblacional. Totalmente opuesto a lo que declaró el expresidente Jimmy Carter, en septiembre de 2012 que el sistema venezolano era el mejor del mundo, únicamente por utilizar medios electrónicos de aplicación al voto.
Ahora bien, existe un doctrinario politólogo llamado Dieter Nohlen, quien expresa en su postulado, una correlación entre el sistema electoral a nivel estricto junto al sistema político, como institucionalización de las funciones y organización electorales para medir la eficacia de la gobernabilidad dentro del esquema político determinado, bajo el enfoque histórico empírico.
Traduciendo todo esto, no es otra cosa que demostrar por qué existe el sistema de partidos y que éxito ha tenido en países ya sea presidencialistas (como el nuestro o Estados Unidos), así como parlamentaristas (países europeos). Para que sean efectivas las elecciones, para que realmente cumplan con su finalidad política, deben considerarse tres objetivos básicamente: representatividad, es decir que realmente ese escaño elegido lo ocupe quien cohesione la multiplicidad de voluntades; la gobernabilidad: que exista conexión entre el votante frente al votado a niveles gubernamentales al ejercer el cargo para el que se eligió y finalmente la participación: que la mayor parte de los ciudadanos legalmente aptos ejerza el sufragio en las formas determinadas.
Los dos países con mejor democracia, es decir Noruega y Suiza muestran en su sistema político así como electoral lo más cercano a ello, dentro de lo que se ofrece en el mundo, ¿Por qué? En el caso de Noruega es muy notable, pues en el proceso electoral, en la fase de registro de candidatos, no son los partidos quienes tienen la potestad indelegable de definirlos, si no se postulan en asambleas de nominación por circunscripciones, es decir no existe dirigencia nacional de ningún partido y ya que es parlamentario, todos los parlamentaristas se eligen por representación proporcional repartidos en regiones, para todos los niveles, asegurando la igualdad de poder en todos los partidos, importando la mayoría de votos sólo en el orden de la ocupación de los escaños, los partidos sólo son vías institucionales de organizar las elecciones, a su vez, el 70 % de la población adulta forma parte de los partidos, y cuenta con un 80 % de participación electoral. Los partidos son de verdad organizaciones políticas, no como Nohlen los cataloga en América Latina: las estructuras sociales decisivas en la opción, comportamiento y efectos de la política de un país, es decir, los partidos en países como el nuestro gobiernan a la fuente de poder material e ideológica.
A su vez el caso sui géneris de Suiza lo pone al margen de la crítica porque a diferencia de lo planteado por el citado doctrinario, el poder se ejerce no desde la institucionalidad sino, lo democrático es más directo, pues existe el referéndum y el plebiscito como fuente esencial de la gobernabilidad (expresión directa del pueblo sobre quién y cómo gobierna), por ello la participación electoral es baja con alrededor de 50 %, da igual qué partido es mayoría pues la representación es proporcional y todos ocupan algún lugar. México debe indagar sobre estas cuestiones, el populismo no es lo mismo que la pluralidad y los partidos deben pasar a otro plano para que esto de verdad se parezca a una democracia.
@alanbarrasa