Una publicación reciente en "Science", una de las mejores revistas científicas del mundo, acerca de la secuencia de las imágenes del sueño, por medio de resonancia magnética funcional, es un nuevo parteaguas en medicina, parteaguas que asombra y deja boquiabierto. En el futuro cercano la medicina no tendrá límites. Al paso que vamos, ni siquiera habrá lugar para soñar. Pobre Freud, pobres de nosotros y más pobres nuestros hijos.
Yukiyasu Kamitani y colegas estudiaron, por medio de resonancia magnética funcional, en el Laboratorio de Neurociencia Computacional ATR, en Tokio, la actividad cerebral de tres sujetos mientras dormían. Cada voluntario fue sometido al estudio durante 10 días, tres horas por sesión. Cuando el sujeto se dormía, la resonancia magnética funcional se activaba y empezaba a registrar la actividad cerebral; los investigadores interrumpían el sueño y le preguntaban al sujeto de estudio lo que estaba soñando. Ese procedimiento se repetía hasta 200 veces.
Los hallazgos han sido sorprendentes. La actividad de la corteza visual -región donde se procesan las imágenes provenientes del mundo exterior- captada por la resonancia magnética funcional durante el experimento tuvo una correlación de hasta 60% con lo que el sujeto estaba soñando. En otras palabras, el sueño activó la corteza cerebral y el contenido de éste quedó plasmado en las imágenes radiográficas.
Los descubrimientos de Kitamani y asociados probablemente permitirán, en el futuro, leer los contenidos visuales de los sueños, incluso en vigilia. De acuerdo con los investigadores, este procedimiento, el cual ha costado 33 millones de dólares, podría ser útil en el tratamiento del insomnio o en la comprensión de algunos procesos demenciales. En el futuro, apuestan los científicos nipones, los sueños se podrán leer con mayor precisión e incluso será factible leer historias completas.
Aunque no existe acuerdo sobre la trascendencia de los sueños, su materia ha cautivado toda la vida a poetas, filósofos y psicólogos. Son los psicoanalistas quienes más valoran su contenido; a partir de ellos tejen y destejen, junto al análisis, interpretaciones sobre las emociones, inclinaciones, miedos y afectos. Poetas y artistas han dedicado tiempo y obras a los sueños. Incontables son las obras cuya inspiración proviene del reino onírico. Los sueños son parte inherente de la materia humana y son, hasta ahora, uno de los grandes misterios del ser humano.
Siguiendo los estudios de los científicos japoneses es probable que en el futuro los sueños puedan descifrarse con exactitud. Cuando eso se logre será posible utilizarlos en beneficio de las personas. Comprender algunos miedos, entender ciertas conductas, predecir determinados comportamientos como el de un asesino o violador podría desprenderse de estudios como el de Kamitani. Gracias a esos hallazgos será factible intervenir en favor del implicado y de la sociedad, y, quizá, personas encarceladas por quebrantar leyes o por violar a otras podrían someterse a "la prueba del sueño" antes de ser liberadas.
Al lado de las posibles acciones benéficas de la interpretación de los sueños por medio de resonancias magnéticas funcionales corre una vertiente ética. Penetrar los sueños y glosarlos, como sucede en la ficción, facilitará entender los pensamientos de la persona y algunas actitudes; conocer sus motivos o inclinaciones podría ser contraproducente si patrones o compañías de seguros acceden a esos datos. O no los emplearán, o lo harán bajo ciertas reglas, o no los asegurarán, o aumentarán la prima.
Los hallazgos del grupo de Kamitani son de sumo interés. Resta conocer la aplicación práctica y útil de tan significativo descubrimiento. Si acaso la maquinaria creada por el hombre desmenuza con exactitud la materia etérea -aunque etérea es materia-, no sólo será menester reinventar a Freud, sino que ficción, poesía, amor y literatura deberán explorar otras vías. Me apasiona el descubrimiento de Kamitani, pero me decanto por Magritte. En su cuadro La interpretación de los sueños (1952), el pintor belga ni se adelanta ni compite con los científicos japoneses, simplemente interpreta, con Freud y sin Freud, los sueños.
El cuadro, dividido en secciones, similar al juego de lotería, contiene seis recuadros. En cada recuadro se observa una figura y una palabra; la palabra es la interpretación de la figura, es decir del sueño. En el primer recuadro aparece un huevo, acompañado del letrero, la acacia, al lado un zapato femenino, con el mote, la luna, un sombrero, la nieve, una vela, el techo, un vaso, la naranja, un martillo, el desierto. Es difícil entender las interpretaciones de Magritte, pero es más triste pensar y admitir que en el futuro nos conectarán mientras dormimos a una máquina para saber quiénes somos, si acaso seguimos siendo.