Afición no responde en el Azteca

¿Cuáles aplausos valen más? ¿Aquéllos que antes de tomar lugar en su lujoso palco, tomaron su pase VIP y entraron a la carpa para escuchar al "Di Yei" (DJ), tomar el mejor trago de moda, embriagarse y salir a gritar vivas o maldiciones a quien se le acerque?

¿Qué aplauso vale más? ¿El de aquel obrero que se fue caminando todo el mes pasado de su casa al metro para ahorrar lo suficiente para comprar dos boletos de la parte más barata del estadio, allá arriba, donde cuando se alza las manos se toca el techo, comprar un refresco y compartirlo, para después ver de lejos al "Chicharito" Hernández?

Decía un gran sabio, que daba un concierto: "Los de las últimas filas favor de aplaudir; los de las primeras, hagan sonar sus joyas".

Allá abajo, en el rectángulo verde, al final, el aplauso suena igual, no importa si viene de la primera fila, o de la última.

Al final, son más los que están arriba. El Azteca luce semivacío, como si fuera un juego del Necaxa de los 90, aquel equipo que ganaba mucho, pero que nadie iba a ver.

Con el Tri parece que será lo mismo. El equipo de José Manuel de la Torre lleva una marca envidiable. La fase preliminar de la eliminatoria la pasó de forma perfecta, algo de lo que pocos técnicos pueden vanagloriarse, pero el público, por lo menos en el juego contra Jamaica, no responde.

Mucho color cemento. Pequeñas sociedades se forman en las alturas, se juntan para aminorar el frío, abajo, lo que calienta es el alcohol que tomaron, pero se ven dispersos, cada loco con su tema, con su fiesta aparte.

¡Esperen! En la parte baja hay una gran mancha verde, pero no es el verde "Tri", no es el tono del equipo nacional, es el tono de otro equipo, del Ejército que cumple 100 años... aunque la verdad es que se ven más chavos.

Y del lado norte, otro color contrasta con la seriedad de la piedra, son los jóvenes jamaicanos, los cuales participarán en el Premundial Sub-20 de Puebla. Para muchos de ellos es la primera vez que están en un estadio profesional, para muchos de ellos es la primera vez que salen de su país.

Para muchos de ellos será la única vez que lo hagan.

El tiempo pasa y el equipo nacional sale a la cancha. Los aplausos se dejan escuchar. El Tri, luciendo ahora su reluciente uniforme blanco saluda en el centro de la cancha. No distinguen de dónde son los aplausos, no sabe el "Chicharito" si son los de la parte baja, de aquellos "juniors" que le pidieron dinero a su papi para ir a apoyar a la Selección Nacional.

O de la parte alta, de aquel señor que ahorró todo el mes, caminando de su casa al metro, para que su hijo viera, desde la parte más alta del estadio Azteca, apenas la silueta de Javier Hernández.