El agua dio vida y nombre a la comarca. La región de las lagunas surgió gracias a la generosidad de dos ríos, el Nazas y el Aguanaval, hoy secos la mayor arte del año, la mayor parte de su lecho. Poco más de 400 años después del establecimiento del primer centro de población de sedentarios, la Laguna enfrenta el desafío de seguir siendo un enclave económico vital del centro norte del país y, a la vez, mantener su viabilidad como lugar para vivir. Ya no hay lagunas, pero continúa habiendo vida.
Marzo es el mes de los ríos —día 14—, el mes del agua —día 22— y el mes del regreso del Nazas, que año con año viene a regar con su agua los campos de cultivo que dan sustento a miles de personas en la región. En este contexto, es necesario reflexionar sobre la disponibilidad del líquido vital en la comarca y el uso que se le da.
La sobreexplotación del acuífero, y los problemas en la dotación para el abasto de calidad en ciudades y comunidades rurales, son problemas reconocidos por todos los actores políticos y sociales. Frente a ellos, se han planteado distintas soluciones que, por distintas razones, no han logrado todavía avanzar lo suficiente para garantizar que haya agua para las generaciones venideras.
El sector agropecuario es el principal consumidor del líquido. Hasta un 80 por ciento del agua que se utiliza tiene como destino el actividad primaria de la economía. Apenas el 30 por ciento del riego es tecnificado, es decir, la mayoría de los agricultores siguen regando sus parcelas como hace miles de años. Esta situación es hoy, a todas luces, insostenible; por el nivel de producción, por la demanda creciente de líquido.
Antes de pensar en construir plantas de potabilización de agua para el abasto urbano, debemos insistir en hacer de la actividad agropecuaria una actividad sostenible, menos nociva para el entorno. Quienes conocen del tema han sugerido dos alternativas: entregar el agua superficial por volumen y no por superficie, y desarrollar tecnologías para hacer eficiente el riego de cultivos.
Pero para transitar por esas vías es necesaria la voluntad de autoridades y productores, la aplicación de recursos y la participación activa de la ciudadanía para exigir avances en el tema. Debemos estar conscientes que es posible mantener la actividad económica primaria en la región utilizando menos agua de forma considerable. Esto redundaría en disminuir, incluso abatir, la sobreexplotación del acuífero y la cuenca del Nazas y, por ende, tener más agua para consumo humano y de mejor calidad.
El siete de julio próximo se abre una oportunidad sin precedentes para posicionar en la agenda pública este y otros asuntos que tienen que ver con la viabilidad de La Laguna como región habitada. Por primera vez en la historia se renovarán al mismo tiempo los ayuntamientos de toda la Comarca Lagunera. Es obligación de los ciudadanos presionar lo suficiente para que las autoridades que queden trabajen para recuperar el sentido que alguna vez tuvo el llamarnos la región de las lagunas, en donde el agua, lejos de ser problema, era una fuente de vida.