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Al fin llegaron

Addenda

GERMÁN FROTO Y MADARIAGA

Había estado acariciando estos días por venir. Creo que todos merecemos unas buenas vacaciones de cuando en vez, y yo me he solazado en los próximos días.

Aunque nací en este desierto, creo que yo soy del mar. Quizá por el signo zodiacal o por un atavismo desconocido para mí; el caso es que me siento muy cómodo frente a esa vastedad que representa el mar y más si es el Caribe.

Y me lanzo hacia él con un ímpetu digno de un paracaidista que ama el peligro, pero confía en que su paracaídas se abra oportunamente y pueda disfrutar de un paisaje inigualable desde las alturas.

Pero, ¿qué hacer frente al mar, aparte de admirar su belleza e hipnotizarme con el ir y venir de sus olas?

Obviamente leer, envuelto en ese remanso de paz que nos brinda un lugar de ese tipo. La pregunta es entonces ¿qué leer?

Durante semanas me fui proveyendo de algunos textos cuya lectura había postergado por una razón o por otra y en el camino, me llegaron, regalados, algunos otros que ahora habré de escudriñar.

Comenzaré por terminar de leer, "El Gabo", de Plinio Apuleyo Mendoza, que había dejado a medias, porque me gusta saborear la historia del mago de Aracataca. Si ya no podremos leer nada que provenga de la pluma del Gabo, pues cuando menos leer sobre su vida y pesares, que ésos los conoce muy bien su amigo Plinio y nos los da a conocer en este libro.

Luego podemos seguir con el libro que me regaló recientemente mi amigo Íñigo: "El poder del ahora", de Eckhart Tolle (editorial Grijalbo), catalogado por Deepak Chopra como "uno de los mejores libros de los últimos años, en el que cada frase evoca verdad y poder".

Y siguiendo un poco esa tónica, acometeré la tarea de leer otro que me regaló, también recientemente, mi sobrino César Ernesto, cuya recomendación es en sí una invitación a sumergirme en un mundo poco explorado por mí. Ese libro se llama: "Muchas vidas, muchos maestros", de Brian Wessi (editorial Vergara), que versa sobre la "historia real de un psiquiatra, su joven paciente y la terapia de regresión, que cambió sus vidas para siempre".

Por último, como el postre, pretendo leer "El tango de la guardia vieja"; de Arturo Pérez Reverte (editorial Alfaguara), pues además de ser uno de sus mejores textos, fue motivo de una controversia por la cual lo acusaron de plagio, por uno de los personajes que usó. Pero, debo confesar que es uno de los escritores que admiro, entre otras cosas, porque nunca ha abandonado el oficio de periodista y cotidianamente escribe en periódicos de España, lo cual es un ejercicio que pocos escritores exploran.

Estoy seguro de que, con estas lecturas frente al mar, en mi terraza preferida, pasaré unas tardes deliciosas, sin interrupciones, más que las estrictamente necesarias para comer o cenar, aunque sólo tengo permitido comer, por mi nutrióloga de cabecera, Karla Talamás, aquello que nade, y debo evitar todo lo que camine o tenga patitas, así que evitaré el cangrejo, la langosta o el camarón, pero me queda todo tipo de pescados, fruta y verdura a discreción.

Sobre todo, podré descansar y leer, dos hábitos deliciosos de los que espero nunca tener que prescindir.

Aunque uno tenga un trabajo tranquilo y por lo mismo, sienta que no se fatiga, lo cierto es que el cansancio y el estrés hacen presa de nosotros sin notarlo y es hasta que podemos descansar unos días, cuando nos damos cuenta que en realidad estábamos cansados.

A mi regreso prometo comentar al detalle, cuando menos dos de los libros mencionados, el del "Ahora" y el de "Muchas vidas", creo que son de los que podemos sacar más lecciones de vida.

Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar que Dios te guarde en la palma de Su mano".

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