Como muchos, me pegué al televisor para ver las noticias sobre la muerte de Hugo Chávez.
Tengo la impresión de que Chávez estaba muerto muchos días antes del anuncio oficial. Tan ello puede ser así, que lo van a embalsamar o quizás ya estaba embalsamado cuando comenzaron las exequias.
Pero, como en otros casos, su muerte se mantuvo en secreto hasta que le convino a sus seguidores más cercanos.
No se puede decir que andaba como el Cid Campeador, porque la batalla más importante de su vida la había perdido.
Pero lo mismo, si mal no recuerdo, pasó con Francisco Franco y con algún otro de esos caudillos de la historia o esos dictadores que hasta en su muerte quieren mandar.
Pero algo debió tener Chávez, pues debo reconocer que me impresionó la cantidad de seguidores que inundaron las calles de Caracas. Un mar de camisas rojas acompañaban al féretro y la gente lloraba y gritaba consignas alabando al presidente.
Pudo haber sido un dictador populista, pero la gente lo quería, pues no es posible fingir esas muestras cuando no se siente realmente.
A lo largo de su estancia en el poder ganó varios referéndums y reelecciones, aunque en la última la diferencia no fue tan grande como en ocasiones anteriores.
Cuando se detenta el poder se corre con ventaja, en una elección. Pero aún así, si el pueblo no quiere que continúe, le revoca el mandato.
Enemigo acérrimo de los gringos, hasta el último minuto se enfrentó a ellos, acusándolos de haberle provocado el cáncer. Dudo que en realidad lo hayan hecho, pero que podían hacerlo no me queda duda; si se lanzan arbitrariamente contra pueblos enteros, contra un solo hombre, seguro que lo pueden hacer.
Algo debió de haber tenido, para que tantos lo lloraran como a un familiar cercano.
Los dictadores tienen mucho de mesiánico y fuera de Fidel Castro, él era uno de ellos.
Tal vez, debamos esperar a que Vargas Llosa, escriba un libro sobre Chávez, para conocer los detalles de su vida, pues sin duda ella exige un análisis detallado.
Junto con Fidel, Hugo era la de los pocos que les gritaba sus verdades a los gringos.
Tal fue el fervor popular, que hasta las iglesias se arrodillaron ante su féretro. Misa de cuerpo presente y mensaje católico y otro evangélico, para que no hubiera dudas. ¡Faltaba más!
Será sin duda un personaje de novela, como Rafael Leónidas Trujillo, de la República Dominicana. Todo está en que don Mario se lo proponga y lo hará magistralmente, como lo hizo con Leónidas en el 2000.
Chávez acaba de morir y buena parte de Venezuela lo llora. Aunque la oposición ya se prepara para enfrentarlo en las elecciones que habrán de realizarse antes de un mes y ya hasta anunciaron quién será su candidato; Henrique Capriles, el mismo que lo enfrentó la última vez con buenas posibilidades.
Queda la impresión de que la lucha en ese país es la misma que en muchas otras a lo largo de la historia: La de los ricos contra los pobres. Las masas populares contra las élites de la burguesía.
Creo que para desgracia de muchos, la era chavista no ha terminado, a menos que los gringos aprovechen bien está oportunidad y apoyen a la oposición con recursos para poder competir en igualdad de condiciones. Pero, quizás, no se arriesguen a perder y que eso repercuta en sus intereses petroleros.
Pero además, no es un buen momento para Obama (¡¡premio Nobel de la paz!!), más preocupado por resolver sus problemas internos que por controlar a un país centroamericano.
Catorce años en el poder son muchos, aún en un sistema democrático. Ésos duró Felipe González y al final el pueblo terminó echándolo del poder; igual le pasó a Margaret Tatcher.
Con la muerte de Chávez, el único que se mantiene navegando en solitario es Fidel Castro y creo que a su muerte veremos muestras de afecto como las de Chávez. Esos hombres no pueden aspirar a más que a permanecer embalsamados como momias de museo. Porque así son nuestros pueblos: Carroñeros.
Algo debió tener Chávez para que lo lloren tanto. Pero en verdad no sé qué sea.
Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar que Dios te guarde en la Palma de Su mano".
